Mirar y no tocar

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Habia épocas en las que pasaban meses sin vernos. No sé si ella habrá pensado en mi entonces, pero si sé que yo no dejaba de pensarla. Mi mente atravesada por su recuerdo, la traia una y otra vez junto a mi, y la preocupación volvía junto a su recuerdo. La imaginaba triste, como solía estar salvo cuando estábamos juntos y solos. La imaginaba buscando lo que jamás encontraría, lo utópico y lo perfecto. Mirándose al espejo con la vista crítica y mentirosa que solía engañarla y poseer todos sus movimientos. Seguramente no tendría paz. Una vez estando distanciados, y ocultándome para que no me viera, fui a verla salir de su casa. No sé por qué lo hice, tal vez mal aconsejado por la soledad. Era previsible que saliera para ir al colegio, asi que como un delincuente me ocultè entre las plantas de una casa vecina y ahí esperè a que saliera. Su padre solia llevarla, pero esa vez, la pequeña había decidio ir caminando hasta su transporte.La ví salir, con sus libros en la mano, el cabello recogido y su imagen angelical , blanca y adolescente. Sin imaginar quien estaba vièndola, caminó casi cabizbaja sin voltear. Yo que caminaba detràs de ella, no me animaba a llamarla o a alcanzarla. Tenía miedo. Pero me bastó con caminar detrás , vièndola recorrer el habitual camino diario. En ningùn momento volteó y yo estaba ahí a cinco metros acompañándola.. Miraba para los lados, se acomodaba las medias, pero no miraba hacia atrás. La acompañè en silencio casi cinco cuadras, y decidí volver. Jamás se enteró que la había seguido solo para verla. . No bastaron las llamadas de mi pensamiento para que voltease a verme. Regresé a donde habia estacionado el auto, y con la tranquilidad de haberla visto bien, continué mi dia. Aunque hubiese querido abrazarla, aunque el silencio del auto me volviera a recordar que estaba solo.

Me dicen AlejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora