Quise dejarla mil vecesMillones de pensamientos me aconsejaban alejarme de ella, era dañina y lo peor de todo que no lo aparentaba.Detràs de esa mujer fràgil y angelical se escondía un demonio que no tenía paz.Su sonrisa no despertaba la mínima sospecha de su crueldad, con ella misma y con la gente que la amaba.Pero conmigo no era asì, porque a mi no me afectaba su maldad.No porque no llorase, ni sufriese el daño que me causaba, sinó porque lleguè a justificar cada uno de sus actos a modo de perdòn o culpa. Digo que no me afectaba porque seguìa a su lado, estoicamente sosteniendo una bandera que ya flameaba en jirones.Nadie la soportaba ni querìa ayudarla, pero yo seguìa ahí a su lado, buscando no sè que buen resultado, seguramente uno que jamàs llegaría.Jamás llegó, en cambio llegò su calumnia y su traiciòn, los golpes certeros de un relato literario inescrupuloso y mezquino, que a traves de mis ojos entraron a mi alma, dejándola nuevamente arrodillada y herida de muerte.Quise dejarla mil veces.No querìa sufrir mas ni cargar con una cruz tan pesada.Pero cada vez que intentaba alejarme, la pequeña hacía que mis pies vuelvan sobre mis pisadas para ayudarla una vez mas. Por què? no se.Quise dejarla mil veces y mil veces no pude.Ella podìa vivir sin todos, pero no sin mí. Eso me hacía creer cada vez que lloraba, cada vez que encontraba en mi debilidad un lugar donde acomodar su dolor y su tiranía. Yo le pertenecía, pero no por entrega, sino por esclavitud. Me transformaba en un ser sin vida, en alguien de su dominio. Y cómo lo hacia? no se.Su habilidad para hacer que me entregue una y otra vez, la convertìa ante mis ojos como mi mayor obsesiòn, en el ùnico pensamiento que me acompañaba minuto a minuto, porque yo habìa creìdo en su aleccionamiento ser su salvador.Podía salvarla a ella y no podía salvarme a mi mismo?-------Esa noche en que empecè a pensar en dejarla definitivamente, me vestì impecable para la ocasiòn.No solía usar trajes, pero a esa fiesta no podìa ir mal vestido, se casaba mi hermano, con la mujer amada.Años esperando ese momento, mi cuñada había tenido una semana feliz, entre sonrisas y làgrimas de emociòn. Era su momento, su noche, su sueño dorado.Mi hermano había ahorrado dinero durante años para costear la fiesta de su vida. El momento mas trascendente y del cual jamás se olvidarìa.Lo ayudè a preparar su boda, y emocionado entre abrazos y miradas felices, mi hermano, la persona que mas me había cuidado y entendido, me dejarìa solo para empezar su vida, para ser esposo, para ser padre, para ser jefe de familia. Con una maravillosa mujer que no solo lo merecìa sinò que además lo amaba infinitamente.Era viernes y la pequeña sabía que se casaba mi hermano.No estaba invitada y sin embargo queria acompañarme. Por razones obvias no la habían invitado, pero ella insistìa en que la lleve.Me negué, pero aún así ella se instaló en mi casa, y estuvo hasta el dia anterior a la boda, acomodando mi ropa para que luzca bien. Era realmente enfermante verla, casi llorando, triste por no poder asistir a la fiesta.Con su proceder me hacía sentir terriblemente hijo de puta, pero yo amaba a mi hermano y no la llevarìa si el no querìa.Como mi cuñada vivìa en la ciudad de La Plata, la fiesta fue ahí.En un hermoso salón de fiestas, estaba todo preparado para que esa noche sea inolvidable.La entonces novia de mi hermano, nos habia prestado un departamento de su padre, en esa ciudad, para que podamos quedarnos, cerca, y no tengamos que viajar de regreso.Así lo hizo mi familia, pero yo, decidì quedarme en mi casa, prepararme, y luego asistir a la fiesta en mi auto.Cuando estaba ya listo para emprender el viaje, llegò la pequeña, enfundada en un hermoso vestido blanco. Semejante a una princesa de cuentos, o a un hada delicada, el vestido de gasa blanco, envolvía su cuerpo y la convertìa ante mis ojos en una visiòn celestial.Increíblemente hermosa, al verla quedé como hipnotizado y sin reacción.Mi mente pensaba rapidísimo y la idea de verla en la fiesta conmigo me erizaba la piel. No podìa defraudar a mi hermano, así que con mi mejor cara de enojo la tomè del brazo, la subí al auto y sin decirle una palabra me propuse dejarla en la puerta de su casa, que me quedaba en camino a la ciudad donde se realizaba la fiesta.Sentada a mi lado en el auto, parecía brillar.El vestido blanco irradiaba como pequeñas estrellitas, diminutas, que al reflejo de la luna hacían contraste con su piel brillosa y blanca. El cabello negro largo y un pequeño adorno de flores diminutas blancas en un lado por sobre la oreja, realmente la convertìan en una presencia divina.Casi sin maquillaje, pero con los labios brillosos y las mejillas rosadas, la pequeña hubiese sido la compañia perfecta para un día especial como ese.Pero como siempre, la belleza me encandilaba y casi me impedía ver sus verdaderos propòsitos, derrumbarme.Puse mùsica y ante sus sùplicas para acompañarme, decidì ignorarla.No iba a cambiar de opiniòn sobre algo que ya estaba decidido, ni siquiera por mi, sino por el dueño de esa noche, mi hermano, obviamente con justos motivos.Pero ella suplicaba y rogaba, lloraba y maldecía. Enojada, triste, angustiada, furiosa, triste nuevamente, enojada, en silencio. Mil caras y palabras, actitudes que cambiaban durante ese viaje que parecìa no tener fin.Pero mi postura seguìa intacta, no iba a llevarla por mas hermosa que se viera, por mas que suplicara, por mas que yo mismo hubiese querido encantado lucirme con semejante belleza delicada.No iba a llevarla conmigo.Llegamos a su casa, y casi obligàndola a bajar del auto, la dejé llorando, con su hermoso vestido, como un ángel con las alas rotas.Llegué al salón de fiestas y al verme en el espejo enorme de la entrada, no me reconocí.Me ví impecable, buen mozo, alto y estilizado, el traje realmente me quedaba bien, y había logrado subir medianamente mi autoestima que hacía un tiempo solo me recordaban mi edad y mis defectos fìsicos.Y creyèndome la imàgen que me había regalado ese bendito espejo, entrè al salón ante la mirada de algunas mujeres y tambien de algunos hombres.Había llegado el hermano del novio.Quizà comentaban, "ese es el hermano que estuvo internado en un psiquiàtrico", "ese es el que realizò una carrera terciaria con promedios de excelencia, pero pobre parece que està un poco loco", "ese es el que tuvo una denuncia por abuso infantil?" etc etcPor mi mente la paranoia me conducìa a imagenes terribles y a la vez, la mùsica me dejaba inmerso en el sueño de mi hermano, en esa noche tan maravillosa.A la hora, el salón estaba repleto de conocidos, familia, desconocidos y algunas caras indiferentes.Estaban llegando los novios, se oìa la voz que confirmaba por altavoces lo que un telefono celular comunicaba.Fuí a la puerta para ser el primero en abrazar a mi hermano, pero al llegar ella estaba ahí, llorando junto a mi auto. El personal de seguridad que venía a buscarme, mencionado por ella, me alertaban que llamarían a una ambulancia.Mi rostro desencajado, mirando a ambos lados y rogando que mi hermano aún no llegue, y mis piernas que comenzaban a correr hacia la pequeña.Cuando me viò llegar se tumbó casi desmayada, y así como ella cayò al piso, yo tambièn caía en una pesadilla en el momento mas inoportuno.La ví tumbada en el piso, con su vestido blanco, su tocado de florcitas pequeñas intacto, y su cuerpo tiritando.La levantè en brazos y tomando las llaves de mi auto, la introduje en el, observando sus brazos cortados, y su mirada indiferente ante mis preguntas, ante mis reproches y ante mis maldiciones. El vestido había comenzado a mancharse de sangre, y su boca que solo temblaba, no pronunciaba palabra alguna.Le vendé las cortadas con dos franelas de las que utilizaba para limpiar el auto, y me sentè junto a ella a esperar la ayuda mèdica.Y ahí en el auto, junto a ella que se desangraba por los tajos que se había realizado en los brazos, ví llegar a mi hermano.Se lo veìa feliz, y la novia se veía radiante.No pude darle el primer abrazo, y en lugar de eso, llamaba a la casa de la pequeña para que vengan a buscarla.Y me quedé ahí con ella, que empezaba a llorar y a pedirme perdòn nuevamente, como tantas otras veces.Se había adueñado de mi odio mas profundo.Y mientras se la llevaban en la ambulancia, sentí que mi alma esclava comenzaba a romper las cadenas.
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Me dicen Alejo
Romansa¿Y si no fuera todo como lo cuenta Cielo?¿Si no está contando la verdadera historia? -Una historia, dos versiones.