Blanca princesa

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No se como explicar el sentimiento que me unia a ella, en el mismo momento podía odiarla y amarla, pero si estoy seguro que en ese momento quería que se cure.Cuando cumplió quince años, decidìo festejarlo en verano y obviamente me invitó a su fiesta. Para entonces sus padres no sabían quien era yo, y ella me presentó como un profe del colegio. Obviamente que le creyeron, porque todo le creían. Así fue que transcurrió la noche entre miradas y besos complices ocultos entre los cuartos de su casa. Me encantaba, me enloquecía y me transformaba inmediatamente en su marioneta. Como no podía ser de otra manera, en su cabello brillaba una coronita de princesa, una simple camiseta blanca y una pollera tambien blanca, Vestida casi desnuda, dejaba ver las terribles cortadas en sus brazos. No necesitaba mas que eso tan simple para estar bellísima, para gustarme, para que cada uno de los presentes note su hermosura. Nunca entendí por qué necesitaba mostrar las cortadas en los brazos, en esa noche tan angelical y tan esperada por su familia. Ella no solo mostraba sus cortadas en los brazos como una voz inconciente que gritaba su infelicidad, sinó que ademas ahí en ese mismo instante, necesitó tambien tenerme a mí.Yo no podía verla de otra forma: hermosa y mía.Pero ya era un hombre casi adulto, y haber gritado a los presentes mi amor por ella, no solo me convertiría en un pederasta, sinó que arruinaría la fiesta que sus padres habían preparado para ella. No había demasiada gente, y ella no parecía feliz.Me buscaba todo el tiempo, y quería que hagamos el amor en su cama.Era para mí un sueño dorado verla entregándose a mí, ofreciéndose delante de tanta gente, de una manera provocativa y oculta, disimulada y erótica. Imaginaba su cuerpo debajo del vestido blanco, tan blanco como su piel suave y sedosa. La deseaba, quería hacerla mía en su cama, en su cuarto, entre sus cosas.No podía pensar, no podía comer, pero si podía beber... porque el alcohol era mi compañía, me acallaba y me daba valor.En algún momento de la noche debía huir, porque de lo contrario terminaríamos en su cama, escandalizando a todos los presentes.Pero ella no me quitaba la mirada, me buscaba, me controlaba y cuidaba bien que no me acerque a nadie, solo a ella.Fue así que no sé cómo ni en que momento, me introdujo en un cuarto de la casa. Me besó y me abrazó fuerte y ante mi sorpresa sacó una cámara fotográfica y me pidió que la fotografiara. Sentada en el piso, triste y con sus bracitos lastimados, estampaba la imagen mas triste y mas dañina para mi alma. Ella misma.

Me dicen AlejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora