Han pasado dos días desde lo sucedido y no sé como sentirme al respecto. Lo único que me levanta los ánimos son los viernes, exactamente hoy, y saber que Derek tiene práctica de fútbol con el equipo —la mayoría sus amigos—. El problema es que no sólo él se encontraría corriendo en la cancha, sino también Ansel. Tenía planeado desde el momento que ingresé aquí sentarme en las gradas y poner en la mira a mi mejor amigo para así alentarlo, pero me fue imposible. La idea de evadir al chico que me tiene de rodillas desde que somos pequeños es fatal. Cada vez que llega este día, como toda chica, tengo la oportunidad de ver su camiseta mojada, sus brazos sudorosos aunque suene asqueroso, su cabello alborotado por las ráfagas de viento y sus gritos de victoria. Ahora que lo menciono, es irónico, porque es un gran rival de Derek desde que ambos fueron puestos en equipos contrarios. Compiten cada vez que pueden, y apesta. Más de una vez fueron separados cuando estuvieron a un pelo de enfrentarse a puñetazos.
Por un momento, el pensamiento de irme fue fantástico, pero abandonar a mis dos personas preferidas, las que se encuentran fuera de mi círculo familiar, fue en vano. Estaban frente a mis ojos y no podía mover mi trasero de la banca metálica.
Mientras el partido comenzaba y el resto de mis compañeros corpulentos se empujan para obtener la pelota, pude notar la presencia de alguien a mi lado. Y no se trataba de un estudiante, sino de Maya. Traté de no mirarla de reojo, pero estaba a unos escasos centímetros de mi cuerpo y yo era puro nervios. Los recuerdos de aquella noche se encontraban muy presentes y me abrumaban logrando un leve malestar en mi estómago.
—¿Vienes a ver a mi hermanito? —descarto la posibilidad de que le esté hablando a otra persona cuando veo que nadie más está a nuestro alrededor, así que resignada giro en mi posición—. Oh, vamos. No lo niegues. Te gusta. Pude notar como temblabas cuando cruzaste la calle, y sé que no fue por mí, a menos que seas lesbiana.
Quiero replicar ante la estúpida idea de mi sexualidad, pero cierro la boca porque lo único que me imagino ahora es su cabeza como balón, y no soy alguien que le desea el mal a quien apenas conoce. Es decir, la chica no parece tener malas intenciones, sino unos chistes increíblemente malos que seguramente incluyen blasfemias, las cuales no deseo que no diga si estoy cerca. De todos modos, no puedo responder y mucho menos crear algo ingenioso para seguirle el juego. Ni siquiera es mi amiga, y jamás lo será porque no tengo la mínima intención de relacionarme con la hermana de Ansel.
—Eres rara —murmuro tratando de no sonar descortés.
—No es un comentario que me sorprenda después de meter mi cabeza en un barril de cerveza por dos minutos —arrugo mi nariz, odiando mi extensa imaginación. Se encoje de hombros sin importancia y ambas volvemos a contemplar el pastizal verde donde ya todos se pueden ver agotados aunque el partido a penas inició—. De todas maneras, tengo razón. Te gusta.
—No es algo que admitiría frente a él —no tengo razones para no hacerlo con ella. Puedo confiárselo, y no quiero replanteármelo porque esas palabras salieron muy temprano de mi boca, pero no quiero anticiparme tan rápido—. Espero que esto no se vuelva un rumor. Estoy siendo sincera. No lo arruines.
—Secreto de chicas —me guiña el ojo.
Sonrío, pero rápidamente borro aquel gesto de mi rostro. Ahora lo cuestiono ¿Por qué lo hago? ¿Por qué actúo como una idiota? Debo recordar que su hermano fue quien le dijo que yo era prácticamente una psicópata. Tengo que hacerlo porque no puedo echar a perder la poca dignidad que me queda con él o cualquier persona que me deteste y quiera verme débil. Y es frustrante, porque mis sentimientos siguen intactos ante eso y no hago el menor esfuerzo por apartarlos de mi corazón, incluso de mi retorcida mente. A veces quisiera que este órgano se congelara y se asimilara al de Ansel. Se le hace tan fácil ser frío y distante conmigo que en ocasiones envidio esa habilidad ¿Qué me impide actuar de la misma forma? Inexpresiva y tajeante, cuando mi conciencia repite constantemente lo patética que me veo ante sus ojos y, que al final, perderé esta batalla contra mí misma y el amor que le tengo ¿Por qué? ¿A caso el mundo es sólo una jugada en mi contra?
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Trastornos: Mi extraordinario cielo [SIN EDITAR]
Teen FictionSky Hunter es una adolescente que no siempre ha tenido suerte en la vida, pero, ¿quien dice que los demás sí? Todos los adolescentes transitamos dolor, y ella atravesó grandes desgracias. Sin embargo hay una que, incluso siendo la peor de todas, sop...