Trastornos: Mi extraordinario cielo [SIN EDITAR]

6. Anécdotas y disculpas

La primavera está a punto de terminar. No es algo que me agrade porque todo este tiempo he deseado, incluso rogado, que no pasara. Mis prendas largas y holgadas se verían próximamente reemplazadas por las cortas ¿Cómo dejaría a la vista mis grandes muslos o brazos? Se supone que cada año, en Bertrand Rumsfeld, dispone de ropa ajustada en esta época del año, mientras que yo sólo intento ocultarme de cualquiera que note mi peso de mas. Aproximadamente sesenta kilos, comparado con las chicas de mi edad, es fatal para mi conciencia. Desde que tengo once, además de ser la rata de biblioteca, era la ''regordeta'' del salón. Incluso mis compañeros, cuando se presentaba la oportunidad, ya sea en el patio delantero o en los pasillos, me gritaban lo horrible que era. Es por eso que comencé a comprar cualquier cosa que apoque mi masa corporal expuesta. Creo que no fue difícil dejar de destacar entre tanta gente, porque es cuando Ansel llegó y se fijaron en él. Sin embargo, mi título de nerd seguía vigente. Ahora deseo que este período no llegue a su fin cuando noto que las porristas dejan a la vista su obligo con sus blusas y los jugadores del equipo muestran sus músculos ante las sudaderas apretadas.

—¿Pensamientos de nuevo? —sonrío cuando su comentario interfiere en mi mente y su brazo rodea mi cintura para luego llevarme a nuestra respectiva clase.

—Junio no ha sido un gran mes —me encojo de hombros—. Julio no lo será y mucho menos en verano.

—Estoy pensando seriamente en recogerte para ir a la escuela y así evitar que esa cabecilla retorcida tuya se vuelva en tu contra —se queja cuando mi codo golpea su costilla— ¡De acuerdo! Pero no me gusta el que te desprecies así y lo sabes.

—No lo hago, Derek. Soy realista.

Arruga su nariz en señal de desacuerdo, pero no dice nada.

Gallaguer, nuestro profesor de música, entra con su guitarra. Se detiene en la silla de madera que se encuentra frente al pequeño escenario y se sienta. Nos observa a todos, quienes permanecemos en el suelo —algo que decidió en su primer día aquí—, y sonríe como es habitual. Cierra sus párpados y respira hondo antes de contemplar su alrededor: La habitación es muy espaciosa y los instrumentos se encuentran colgados en la pared con cuidado, en el proscenio se distingue un telón rojo al fondo y delante unos parlantes junto con varios micrófonos, luces diminutas en el techo que logran una iluminación perfecta para el ambiente y aves de papel de diferentes colores dependiendo de hilos en el mismo. Es mi asignatura favorita, pero sólo puedo disfrutarla los lunes. Agradezco que papá haya donado la mayoría de los artefactos ya que se lo pedí por meses y tenía el suficiente dinero para ello.

—Hoy es un gran día —deja la guitarra en el suelo y se cruza de piernas en su silla.

Admiro la capacidad que tiene para realizar acciones de forma libre e independiente. En parte, lo envidio. Es indiferente a las opiniones contradictorias de los demás, mientras que yo presto demasiada atención y trato de cambiar en ocasiones.

—Espero que eso no signifique vestirnos de vegetales.

Pasamos la mayor vergüenza de nuestra vida. Nuestros padres asistieron a la obra de teatro que organizamos el año pasado, la cual defendía a los animales, y llevaron consigo cámaras. Si mi padre me torturó con los videos por meses, no quiero imaginar el resto. Zanahorias, tomates, limones, calabazas, etc, para llevar un mensaje a los niños de primer grado. Aún trato de encontrar las fotos restantes que Kyle oculta y temo que publique.

—Admito que fue ridículo —ríe en voz alta—, pero les prometo que esto no se asimila para nada. Es un proyecto que he estado organizando desde hace unas semanas. Es muy importante que se realice para mí y los directivos de esta institución, ¿de acuerdo? —todos asentimos—. Bien.