13. Dos partes oscuras

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Me siento completamente vacía. Como si una parte de mí se hubiese esfumado. Y el problema es, que esa parte jamás existió. No fue real el hecho de que estuviese en mi corazón, y quizá, el resto de la historia tampoco. Es decir, que vagué bajo la sombra oscura de alguien a quien no pertenecía. Me enamoré del frío, y me convertí en lava en cuestión de segundos, pero nunca llegue a él. Destruí todo a mi paso, pero no logré derretir a la nieve, tan distante como abrazadora. Me sumí en unos ojos índigos que no eran dignos de mi terrible persona. Le di mi alma a el ser equivocado. Me entregué ciegamente, y no fui recibida. Tal vez mi imaginación me jugó una mala pasada y creó algo que no debía. Algo que no podía combatir bajo esta enfermedad. Tal vez, nada pareció ser verdad desde un principio. Ansel jamás me amó. Ansel sólo desaparecía a mi alrededor como lo hacía el viento, en direcciones contrarias e infinitas que no volvían a mí. Y ahora, después de tantos años, puedo entenderlo. Soy una persona insignificante que no llega a una cura para pertenecer nuevamente a un sistema de mentes tanto sanas como prejuiciosas. Soy una chica que quema lo que aprecia sin quererlo, porque una voz desconocida para el mundo la controla. Soy terca e ignorante. No me di cuenta de cuan peligrosa pude llegar a ser bajo circunstancias dañinas.

En el pasado, me hubiese asustado. Encontraría la forma de huir para no herir a mis amigos o familia, porque los aprecio demasiado. Mi habitación quizá, o un parque desolado. Cualquier escondite que me permita ser invisible para el resto.

En el presente, mi corazón es tan frío y pesado, que ya no importa. Mis pulmones parecen ingerir una especie de aire tóxico color negro. Llena mis sentimientos con rencor, enojo, falsedad, dolor profundo en ocasiones y firmeza, que puede utilizarse en contra de cualquiera que se entrometa en mi camino. No más ingenuidad, inseguridad, amor o simpatía para quienes no lo merecen. Ella, dice que no puedo confiar en nadie más, sólo en sus palabras. Me susurra, como un eco en mi cabeza, que todo ha cambiado y tengo que caminar por mi cuenta, sin ayuda, sin sostén. Insiste para que saque mi cabeza del agua y deje de ahogarme. Eso hago.

<<Estoy contigo>>. Escucho. <<No podrán separarnos>>.

-¿Pensamientos de nuevo?

Esa voz...Que se largue.

Sujeto mis libros con fuerza en mi pecho una vez que estoy fuera del salón de historia y me dirijo a la cafetería a pasos largos y apresurados. No quise desayunar y voy por una manzana antes de que mis intestinos duelan.

-Hunter, espera.

-No me toques -bramo cuando su mano toma mi brazo y una sensación de escalofríos me invade.

No quiero volver a sentir algo que me recuerde a mi ''antigua yo''. No quiero notar que lo extraño o lo necesito. Su tacto me es ajeno desde este momento. Nada más.

-Hunter ¿Qué sucede? -Derek une sus cejas mostrando una leve confusión con ese gesto.

-No me llames así -suelto en voz alta.

Nada de recuerdos.

-¿Por qué actúas de esta manera? -intenta acercarse, pero no lo permito. Si lo hago, el muro de hierro que intento levantar, tendrá orificios y no podré sostenerlo-. Hunter, contesta.

No puedo. No lo consigo porque unos metros delante, por encima de su hombro, y entre tantas personas que llenan el extenso pasillo, su figura es increíblemente visible para mí. Alto, de cabellos oscuros y ojos celestes claros. Pero más allá...Mucho más allá, unos color negro me observan. No logro entender su presencia, y eso me desconcierta, pero no cambia ningún sentimiento presente más que la curiosidad, por lo que me vuelvo hacia Derek.

-Quiero estar sola.

<<Espero no volver a repetirlo>>.

-Espero no volver a repetirlo -continúo antes de darle la espalda y dirigirme al campus.

Trastornos: Mi extraordinario cielo [SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora