Narrador omnisciente
Siente una gran presión en su pecho. La bilis en su garganta asciende y desciende con lentitud. Su lengua está seca y en sus labios se forman pequeñas gritas sedientas. Sus dedos comienzan a temblar y sus párpados a agitarse. La iris en sus ojos se encogen cuando la luz la ciega por completo, antes de que pueda adaptarse al ambiente. Este, se llena de voces que cree conocer y un olor familiar inunda sus fosas nasales. Ahora reconoce guantes de látex, sueros, agujas, tubos, artefactos blancos con luces y gasas llenas de sangre. Se dice a sí misma que debe mantener la calma, pero no lo logra. Consigue llenar sus pesados pulmones de oxígeno, pero este parece venenoso para su garganta.
—Sky, hija ¿Cómo te sientes?
—¿Papá? —susurra en voz baja. Un tono ronco y seco se advierte en ella.
También nota a Kyle, quien se encuentra a su lado, de brazos cruzados y con un semblante preocupado. Lleva unos pantalones holgados con cuadrillos al igual que el diseño de su camiseta. Las ventanas son cubiertas por grandes cortinas beige. Sin embargo, sabe que es de noche. Entonces ¿Qué fue lo que ocurrió? Las dos personas que diariamente ocupan su entorno visten listas para una siesta ¿Cómo llegaron allí? ¿Cómo es que ella llegó allí?
En ese instante baja su mentón, haciendo contacto con su pecho, y se examina, intentando procesar su estado con determinación. Descubre que está totalmente ilesa. No hay heridas en su piel y mucho menos partes moradas causadas por golpes. Entonces su mente se mueve con rapidez, cuando los recuerdos revolotean entre imágenes borrosas. Su boca haciendo presión sobre un vaso de plástico para beber, líquido caliente ingresando en sus vacíos intestinos, sus pies improvisando un baile en una pista iluminada, música en sus oídos, Frederick a su lado y más alcohol en su sistema. Luego una paleta entre sus dedos, roja de un lado y verde por el otro con palabras confusas. Alguien cargándola. Alguien...Alguien con ojos claros. Alguien...
—Ansel —suena sutil y con morosidad cuando lo nombra, pero un escalofrío sacude su cuerpo.
¿Por qué se siente de esa manera? No es como lo habitual. No es una sensación agradable. No es la misma, como cuando le observaba desde lejos sonreír ¿Por qué un mal presentimiento la abarca de repente? ¿Por qué comienza a sudar? ¿Por qué comienza a temblar? ¿Por qué el eco de su risa se repite en su cabeza? No logra comprender. Jamás le pasó algo igual. Oír su propia voz de manera diferente ¿Qué es lo que tiene? ¿Acaso olvidó quien es? No puede estar pasando.
No otra vez.
—Ansel —se incorpora de golpe, con el agua caliente deslizándose por su frente— Papá ¿En donde está? Estuve con él anoche. Sé que fue así —su corazón bombea con fuerza. Puede rememorarlo todo.
La sangre no es suya.
Las imágenes avanzan con diligencia, y puede verlas con más claridad. Es cuando el suplicio comienza. Sus manos se deshacen de las sábanas blancas que la rodean y sus pies descalzos tocan el frío suelo, aunque no llega muy lejos. Los enfermeros la sujetan y la obligan a mantenerse en su incómoda camilla. Pero no deja de forcejear. La sensación de estar atrapada la invade y las risas regresan ¡¿Qué son esas interminables burlas?! Aparentan saber con claridad lo que sucede. Lo que engendraron.
—¡Sky, detente! —los fornidos brazos de su padre abrazan su cintura.
Ha hecho algo malo. Ha hecho algo muy malo.
Él conoce aquello.
Él percibe todo.
—Dime que está bien por favor —su voz se rompe en un llanto incontrolable—. Dime que no es cierto. Que no cometí un error.
ESTÁS LEYENDO
Trastornos: Mi extraordinario cielo [SIN EDITAR]
Teen FictionSky Hunter es una adolescente que no siempre ha tenido suerte en la vida, pero, ¿quien dice que los demás sí? Todos los adolescentes transitamos dolor, y ella atravesó grandes desgracias. Sin embargo hay una que, incluso siendo la peor de todas, sop...