27. Divulgaba mis problemas, pero...

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Todos nos preguntamos alguna vez, supongo, ¿Qué hubiese pasado si...? No recuerdo haberlo hecho en realidad. Es por eso que, ahora, lo cuestiono.

¿Qué hubiese pasado si aquella cirugía salía mal? ¿Si los médicos cometían un pequeño pero grave error que no podrían revertir jamás y mi cerebro sufría una complicación que me llevaba a la muerte? ¿Qué hubiese sucedido si, al despertar, olvidaba todo? Si quiera podría recordar a mis padres, a Kyle, a Derek, mi infancia, mis antiguos amigos, Newark. ¿Qué hubiese sucedido si mi identidad no fuese tan contradictoria como ahora? Estoy segura de que la mayoría lo sintió: No saber quién eres en realidad. No conocerte a tí mismo. Y luego, cuando soy capaz de responder, vuelvo desde un principio. ¿Qué hubiese sucedido si jamás me mudaba a Filadelfia? La enfermedad no estaría presente y no conocería a mi incorregible primer amor. Me haría cargo del jardín que cuidaba mamá cuando creciera, visitaría a mis abuelos, tíos y sobrinos más seguido, repararía un hogar que ahora se ve muy lejano. Y esos abusos...Se esfumarían, como si nunca ingresara a Bertrand Rumsfeld. Esos videos se borrarían de la historia, y la mía sería menos abrumadora. No sería salvada por Derek...

Derek.

¿Que hubiese pasado si él jamás llegaba a tiempo? ¿Si no se presentaba delante de mi desarreglada apariencia? ¿Si la chica de quinto grado -le oí hablar de ella-, no soltaba su camisa y seguían juntos, mientras la clase de arte terminaba y mi día empeoraba? No tendría ningún amigo. No hubiese compartido mi música favorita. No habría anécdotas que contar en esta ciudad, libros que compartir, películas que ver, abrazos que dar, palomitas que arrojar a la basura -unas tan mal hechas que siquiera Max las comería-, disculpas que dar por vergonzosas situaciones en las que me auto denominaría una mala amiga, agradecimientos que ofrecer desde el fondo de mi corazón, promesas que hacer, promesas que romper...

¿Me arrepiento?

<<Será hasta que yo te perdone.>>

¿Realmente lo hago?

-¡Sky!

Cierro mis párpados con fuerza. Cuando por fin los abro, y mi cuello gira unos cuantos grados hacia atrás, mis ojos lo encuentran. Allí, le observo. Sus brazos se encuentran tensos mientras sus manos sostienen sus rodillas, sus cabello cae sobre su rostro, su piel está sudada y, su ropa, completamente mojada.

-No creí que me encontrarías -susurré apenas audible. No tenía la intención de hablar, pero verle de esa forma, logró que así fuera.

-No importa a donde vayas, Hunter. No podrás alejarte de mí -soltó agitado, engendrando un sentimiento irreversible en mi pecho.

-Derek -mi voz se rompió.

No pude mirarle otra vez. Me concentré en las diminutas hormigas que pasaban a un costado de la roca en la que me sentaba. Me concentré en las cortas ramas que mis zapatos aplastaban, las hojas que las acompañaban y la tierra que surgía debajo de ellas, así como las gotas que comenzaban a caer, pero no producto de una repentina lluvia, sino de dos cosas: mis lágrimas, y las que se desprendían de la ropa de Derek. De repente, su figura es muy cercana. Su respiración igual. Suena cansado. Sus ojos lo demuestran. Sus expresiones también, cuando se acuclilla entre tanto barro y sujeta mis manos, las cuales tiemblan como si de un animal asustado se tratase.

-Sky.

Escalofríos recorren las yemas de mis dedos al sentir frío.

-Vas a enfermar -acoto.

-No me importaría.

-¿Estás loco, cierto? -murmuro al sentir su piel congelada.

-Y a tí no se te ha ocurrido mejor idea que imponer un arroyo entre nosotros, ¿verdad? ¿Creiste que no lo cruzaría?

Trastornos: Mi extraordinario cielo [SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora