34. Quédate conmigo

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Puedo decir con certeza que cada ser humano adquiere un destino en el momento exacto que sus ojos pueden ver la luz. Nacemos, crecemos, envejecemos, y luego morimos. Pero en el proceso, cuando aquellas cosas transcurren en un determinado tiempo, indagamos, descubrimos, aprendemos y entendemos ciertas cosas de la vida. Esta en nosotros conservar lo que guardamos en lo mas profundo de nuestra memoria. Podemos dejar gran parte de los recuerdos que recogemos en nuestro inconsciente, olvidando lo que nos hizo tristes o felices en algún momento, o conservarlos. Mantenerlos y sujetarlos como si fuesen pequeños diamantes delicados e inquebrantables. 

Soy de esas personas que mantienen los terribles momentos consigo. Soy de esas personas que no puede dejar su pasado atrás. Incluso si las personas que amo insisten en que comience otra vez, no logro siquiera intentarlo. ¿Es por mi escasa voluntad? ¿O es porque aún no quiero abandonar lo que fui? No puedo afirmar que este mal todavía. ¿Y si está bien? ¿Y si todo lo que transité me sirve para poder seguir adelante en un futuro? Esa etapa fue parte de mi crecimiento. 

Hoy, puedo aceptarme. Mis amigos pueden aceptarme. Quien aún no ha perdonado lo que engendró mi enfermedad, es George. Mi padre, después de escuchar aquella chocante confesión, no quiere hablarme. Se ha encerrado en su estudio y nadie puede notar con claridad lo que sucede allí dentro. Tal parece que su boca no emite sonidos y sus pasos no se oyen desde el otro lado. Y en verdad deseo hablar con él, pero aunque me quede toda la noche sentada con la espalda en la puerta, nada sucede. No quiere verme. No quiere escuchar mis explicaciones. Casi puedo imaginar sus manos cubriendo sus oídos. Aunque hay algo que no logro confirmar. No puedo entrar en su cabeza y ver lo que pasa dentro de ella. No puedo decir si realmente está molesto como para no querer mirarme a los ojos, o sólo está asimilando el hecho de que su hija fue un monstruo alguna vez. Y entiendo parte de su perspectiva, si es que tiene una. Él fue quien me cuidó luego de la muerte de mamá. Tuvo que soportar todas esas cosas para protegerme, como ella lo hubiera echo. Es por esa razón que me siento culpable. George en verdad estuvo cargando con nosotros sin ayuda alguna. Yo no podría haber estado ahí. No podría en mis condiciones. Y mientras más lo pienso, más lo lamento. Me pregunto entonces si será capaz superar esto también. Si seremos capaces de superarlo juntos, como una familia. Quiero ayudarlo, no obstante, incluso Kyle parece distante ahora. Mi hermano seguramente se sienta igual. Ambos me preocupan, sin embargo, el más pequeño obtiene mi atención durante el día. Intento mantener una conversación, pero cuando estoy apunto de llegar al tema principal de mis problemas, lo evita por completo. ¿Tengo que esperar el momento adecuado? ¿Me estoy apresurando?

¡No quiero que suceda! Mucho menos con él. Es muy pequeño para enfrentar lo que en estos momentos está quebrantando nuestra relación. No deseo que todo se rompa en mil pedazos como hace unos años. Antes de que lo inevitable ocurra, ansío repararlo. Anhelo reconstruir los vínculos que se vieron obstruidos por mis errores y deslices. 

Decido, a partir de semejante reflexión, actuar. Primeramente, respondo los mensajes de Derek. Los recibí esta mañana. Seguía preocupado por la noche anterior. Teme que George esté enfadado con él ya que, después de oír su declaración sobre mi pasada y corta relación con Frederick, lo echó de la casa junto a Ansel. Este último no hizo comentario alguno desde entonces. Al parecer, no ha estado junto a sus padres el día de hoy. Siquiera Maya pudo localizarlo cuando le pregunté sobre su ubicación. Quería cuestionar sobre los detalles de aquella fiesta, pero esta desconcertante situación no lo permitió. ¿Dónde podría estar? No responde a mis llamadas. ¿Qué más puedo intentar?

Suspiro con pereza mientras me revuelvo sobre mi cama. Aún no he desayunado, por lo que siento claramente a mi estómago. Como dije, me da pereza. Además, ¿para que bajar a la cocina? Kyle está en la escuela (no he asistido ya que las clases se han suspendido por una semana debido a una reparación que surgió a causa de unas cuantas columnas rotas), y papá aún sigue en su estudio. No es de mi gusto estar sola.

Trastornos: Mi extraordinario cielo [SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora