Capitulo 3

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Cuando volteé me quedé sin respiración. Eran los tres monstruos que tenían controlado el pequeño instituto.
Mire a los ojos del pelirrojo haciendo contacto visual con él ya que era el del centro.
Cuando miré a Jez vi que tenía la cabeza baja.
¿Enserio Jez...?¡Cobarde!
Volví a mirar al pelirrojo quien me miraba algo sorprendido.
-Así que tu eres la nueva- dijo mirándome de arriba a bajo, a lo cual yo puse cara de asco.
-La misma- respondí con una amplia sonrisa falsa.
-Veo que no te han explicado las normas- dijo mirando hacía mi amiga.
-La verdad es que si que me las han explicado...- dije con asco, era lo único que podía sentir hacia estos tres desastres sociales.
-¿Y...?- dijo el morocho a su izquierda.
-Y que me importan una mierda- proclamé.
Mi sonrisa seguía intacta ya que era lo que más les molestaba y no pensaba quitarla por nada del mundo.
-Si piensan que soy como los demás estáis muy equivocados. No sigo ordenes de nadie- todo el mundo nos miraba, no se lo esperaban y menos de una nueva.
Lo cierto es que no me iba a dejar pisar por nadie. No lo hacía antes, así que tampoco lo haré ahora.
Me di media vuelta, cogí a mi amiga del brazo y avancé. Una mano se enroscó en mi brazo antes de que pudiera continuar caminando.
Cuando me di la vuelta y subí la mirada vi al pelirrojo con cara de poco amigos.
-No te confundas con nosotros, no porque seas una chica haremos esepciones- dijo entre cerrando los ojos.
Me safé de su agarre tomando su mano con la mía libre, a lo cual los demás alumnos que se encontraban en el pasillo coreaban un "OH".
Lo hacia aposta, sabía que era otra norma que rompía pero la verdad es que me daba igual.
-No me amenaces, tampoco te conviene- dije sin más para dar la vuelta y seguir por mi camino.
-¡TE HARÉ LA VIDA IMPOSIBLE!- lo oí gritar detrás.
Mi respuesta fue subir mi mano y sacarle el dedo de en medio.
-¡Sí, definitivamente estás para meterte en un manicomio!- exclamó Jez.
Yo reí, era mi forma de ser y tenía claro que nada ni nadie la cambiaría.
-Tú si que estas loca si crees que me dejaré manipular por cualquiera- dije entre risas provocando que ella también se riera.
-Vamos anda, presiento que este día va a ser algo largo- dijo y yo puse los ojos en blanco sin quitar mi grande sonrisa.

Las dos primeras horas habían trascurrido demasiado lentas.
Después de presentarme ante el director con la compañía de Jeza me dirijí a mi primera clase a la cual nos dejaron entrar por los pelos, ya que el maldito profesor no aceptaba retrasos.
Mi segunda clase me tocó de nuevo con Jeza y la profesora era muy extrita a decir verdad.
La tercera clase del día era gimnasia, aunque esta vez por suerte o por desgracia no me tocó con Jeza.
-Buenos días chicos- intervino la profesora- veo muchas caras nuevas este año. Yo soy Marian vuestra profesora de gimnasia de este año. Lo llegaremos a pasar muy bien si sois capaces de comportaros sino llegaré a tomar muchas medidas, lo primero que haremos hoy será devidirnos en dos grupos, somos 16 lo que lo hará mas fácil. Poneros como queráis.
Me hice a un lado de la cancha ,la verdad es que no me importaba con quien me tocara con tal de que trabajaran. Después de diez minutos ya teníamos cada uno su grupo.
Me había tocado con tres chicas: Amanda; una morocha alta, delgada y muy divertida de la cual no me costó hacerme amiga, Rosabel; una chica tímida, bajita, delgada y simpática, y Perla; en pocas palabras La Peor, una chica que con solo una palabra supe que era una auténtica engreída a la cual a nadie le caía bien por lo que veía, y yo no era la excepción.
Y cinco chicos: Carlos; un chico musculoso, morocho y con unos ojazos verde esmeralda (muy guapo a decir verdad), Marcos; un chico alto, demasiado delgado, rubio, pálido y con otros ojazos azules, Ryan que junto a su gemelo Ayose eran unos de los más deseados de la clase por lo que veía; altos, muslosos, rubios y con unos ojos grises bastante penetrantes, y por último Borja; un chico tímido de pocos amigos, corpulento y alto, de ojos castaños y unos labios de un tono rojo cereza que se veían apetecibles.
Me dio rabia que nadie se le acercara, así que me acerqué a él.
-Hola soy Carla ¿Y tu?- pregunté amablemente con una agradable sonrisa.
Lo sé, absurdo, ya sabía su nombre pero no sabía como empezar la conversación.
-La verdad no es que te interese mucho- soltó.
Ya entiendo por que nadie se le acerca.
Me sentí un poco mal pero no impedió que le contestara.
-Ya se por que nadie se te acerca, cuando consigas hacer amigos avisa- dije haciendo un gesto en forma de teléfono con mi mano.
Me miró mal pero yo me sentí vitoriosa. Me acerqué a las chicas y comencé a escuchar el ejercicio que decía la profesora.

Acabando Contigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora