Capitulo 17

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Carla:
No me podía creer lo que nos habían hecho hacer. Con unos nervios incontrolables me saqué el teléfono del bolsillo y me senté delante de él, desbloqueé mi teléfono y busqué a mi cuñada entre los contactos. La marqué y me puse el teléfono en la oreja.
-¿A quién llamas?- me preguntó el idiota del pelirrojo con una curiosidad inaceptable.
Me puse el dedo en la boca indicándole que se callara y después de unos segundos mi cuñada cogió su teléfono.
-Hola...¿Que pasó Carl?- me preguntó algo preocupada.
Normal llamarla a estas horas solo podría significar algo, problemas.
-Nada no te preocupes, era para decirte que vinieras una hora s tarde, me han castigado, pero no se lo digas a nadie- le dije entonces.
Sabía que no diría nada, por eso confíe al cien por cien en ella.
-De acuerdo, paso por ti a las cinco entonces- sonreí ante su amabilidad.
Primera sonrisa desde esta mañana, este chico acabaría conmigo y no lo iba a permitir. Me había costado muchísimo levantar este inmenso muro como para que lo fuera a destruir de una sola patada.
-Sí, gracias...- le agradecí y con su rápida contestación colgó.
Me guardé rápidamente mi teléfono en el bolsillo y miré para el frente donde el pelirrojo me miraba con el ceño fruncido y un reflejo de gracia en sus ojos.
Puse los ojos en blanco ante su cara antes de que se adelantase a hablar.
-¿Es que todavía eres una niña pequeña?- me preguntó, yo le fulminé con la mirada.
Sabía que lo decía por la llamada, pero la verdad es que no me importaba.
-¿Tienes algún problema con que haga planes y un estúpidos como tú tenga que arruinarmelos y tenga que llamar para quedar más tarde?- le solté enfurecida.
Hacía que cambiara tan rápido de humor que hasta me asombraba a mi misma.
-¿Con quien has quedado?- me preguntó serio.
-¿A ti que te importa?- le pregunté poniéndome seria también.
-Si tenemos que hacer esto mejor hacerlo más fácil ¿no crees?- proclamó algo tenso.
Me frustraba el hecho de que él se pusiera así sin ningún motivo, yo si que tenía motivos. De todos modos tenía razón así que no me quedó de otra si no asentir.
-Vale...tienes razón- no podía hacer nada más que rendirme.
En su rostro se formó una leve sonrisa y en sus ojos se dejaba ver la sorpresa.
Sabía que le había sorprendido que le hubiera dado la razón, pero...que otra cosa podía hacer. Quería que esto se acabara rápido así que haría lo que tuviese qué hacer y ya está.
-Vaya, me sorprende que me hayas dado la razón- me dijo con un tono agradable.
Vaya...podía ser amble, era alucinante. Sonreí ante tal hecho.
-¡No te acostumbres!- exclamé.
Comenzamos a reír juntos, por una vez no era el chico exasperante, ególatra y rotundamente loco que solía dejar ver. No era tan desagradable reírse junto a él.
-Bueno...¿que tal si te propongo una cosa?- ofreció de manera incandescente.
La curiosidad se apoderó de todo mi cuerpo.
-Adelante- le animé a continuar extendiendo mis manos.
-Vale...tu me haces diez preguntas a mi y yo otras diez a ti. Puede ser de cualquier tipo y tema y se tienen que responder con total sinceridad- me gustó la propuesta así que sonreí y asentí.
-Vale...¿empiezas tu?- pregunté.
No sabía como empezar así que mejor que lo hiciera él. Asintió con la cabeza y empezó con las preguntas.
-¿Cual es tu mayor miedo?- preguntó con el ceño fruncido.
No me esperaba para nada esa pregunta. Me daba miedo responder, aunque sabía que no conseguiría nada para su bien con ese miedo.
-Me da mucho miedo quedarme sola...y las arañas- dije para quitarle hierro al asunto.
Sorprendentemente se le pegó la risa y por segunda vez lo vi reír. La verdad es que era bastante atractivo cuando lo hacía, mucho más de lo que era. No entendía por que no mostraba nunca esa radiante sonrisa.
-Vaya no me lo esperaba- dijo entonces volviendo a sonreír-Bueno sigo...¿Por que me odias tanto?
Eso si que me sorprendió ¿Es que no era obvio?
-¿Es qué no es obvio?- le pregunté entonces.
Su perfecta sonrisa se convirtió en una extraña mueca.
-Me refiero a por que te has propuesto hacerme rabiar desde que llegaste- me aclaró.
-Bueno...la verdad es que me cae bastante mal las personas que se creen superiores a los demás por tener más "fuerza" o "poder". Me parecieron muy absurdas esas normas a la vez que me daban rabia y me incitaban a romperlas y...por que no has parado de joderme la vida desde que llegué aquí- la sinceridad fluyó por mi boca.
Me daba igual si se lo tomaba a bien o a mal, pero era lo que pensaba y punto. Este abrió mucho los ojos, no se esperaba mi respuesta.
-Me creo superior por que puedo, simplemente, y esas estúpidas reglas marcan el antes y el después en la vida de una persona- lo miré con incredulidad.
Me estaba poniendo de nuevo de mal humor y la verdad es que en estos momentos no me apetecía para nada.
-No eres superior a nadie, mejor dicho eres todo lo contrario por creer que puedes llegar a serlo- le solté con rabia- ¿Que tal si continúas? No quiero pasar esta tortura una semana más.
-Sí, mejor- dijo este entonces derrotado.
Me sentía victoriosa, pero no me daba la misma satisfacción que otras veces y era demasiado raro.
¿Que me ocurría? Yo siempre disfruto con estas cosas.
-¿A quien quieres más en este mundo?- preguntó entonces.
¿A que demonios venían estas preguntas? Este chico era demasiado extraño.
-A mi familia por supuesto- asintió y sonrió levemente con tranquilidad.
Me resultaba muy raro sus actos, pero lo dejé pasar.
-¿Por que siempre sueles estar contenta?- vaya...ahora si que me había pillado, si él supiera...
No se que fue lo que más me sorprendió: saber que se fijaba en mi o que la gente pensase que siempre estaba contenta.
-No lo se, no dejo que cualquiera baje mi autoestima- la capacidad con la que mentí me sorprendió, pero su cara de sorpresa valió la pena.
-¿Te han hecho daño alguna vez?- la sorpresa me llegó al instante.
Claro que me habían hecho daño y él lo sabía más que nadie.
-Como si no lo supieras...- dije de inmediato poniéndome seria.
Él hizo lo mismo.
-No fui yo quien lo llamé, bueno, al menos no para que te hiciera daño- me contestó con sinceridad en su rostro, esto se le daba mejor de lo que creía.
-Te acabas de delatar diciendo que sí lo has llamado- dije yo en tono autoritario.
-¡Pero no para eso!- exclamó desesperado.
-¿Y entonces para que? Solo quieres hacerme la vida imposible sin sentido, nunca te he hecho nada ¡Eres un imbécil!- me levanté de inmediato, dispuesta a irme.
Brian hizo lo mismo y antes de que prosiguiera me cogió de la muñeca y me dio la vuelta.
Tenía un límite y ya lo había sobrepasado con ventaja. Esto no saldría bien.
Tanto él como yo lo sabíamos, era absurdo, pero entonces su contestación me dejó aturdida y descompuesta.

Acabando Contigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora