Capitulo 25

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Brian:
Unos nervios se introdujeron en mi estómago al verla parada en la puerta. Se acercó y nos sentamos en la hierva.
-Bueno...¿de que se supone que tenemos que hablar?- preguntó, visiblemente nerviosa.
-No lo sé, supongo que de lo que queramos...- sugerí con total confianza.
-Si supongo...¿sacas tú el tema? Ya que estás tan seguro...- asentí y pensé en varias opciones.
Lo bueno que ella tenía era que podías hablar de todo tipo de temas, sin vergüenzas ni estereotipos. Se ponía seria en los momentos justos e interactiva en los momentos adecuados.
-¿Eres virgen?- se me ocurrió preguntar, no sabía porque, pero su repuesta me ansiaba muchísimo. Llámenme permitido, por que lo soy.
-Cr-creo que ya sabes la respuesta...- susurró avergonzada.
Un alivio descarado y confuso me recorrió el cuerpo.
-No es algo de lo qué te tengas que avergonzar Carla.
-Lo se, pero...- una pequeña carcajada salió de sus labios.
-Es increíble, pocas chicas con tu edad son vírgenes. Eres como un tesoro en un profundo mar- me reí con ella.
-Lo sé...
-No sé por que, pero eres la única persona que me a conseguido sacar más de dos carcajadas seguidas- me sinceré.
Hacía tiempo que no reía de esta manera. Desde niño he sido una persona malhumorada y creo que la culpa de todo ello la tiene mi padre.
-Pues no pareces ser tan serio...- dijo llena de sorpresa.
-Creeme que soy muchas cosas que todavía no sabes- confirmé.
-Lo que creo es que no puedes ser tan malo como quieres aparentar ser.
-No sé por que te empeñas en ver la parte buena de algo que no la tiene.
-Todo tiene una parte buena. Solo hace falta buscar la tuya y matar tus demonios.
-No necesito que maten mis demonios- el tema comenzaba a irritarme.
-¿Por que no? Todo el mundo necesita vivir en paz, Brian- respondió a la defensiva.
-No sabes nada de mi vida Carla, ni siquiera sabes si me lo merezco.
-Todo el mundo se lo merece, por mucho mal que haya hecho.
-¿Por que te interesa tanto que yo viva en paz? Deberías preocuparte más por tu vida- mi malhumor se hizo presente.
Debería meterse en sus asuntos y dejar de ser tan enterada. Saca lo peor de mi.
-¡Yo sigo con mi vida, pero deberías hacerte mirar tus altibajos, solo es un consejo!- exclamó enfadada.
¿Enfadada?¡Más lo debería de estar yo por meterse ella en mi vida!
-¡No necesito tus consejos!
-¿Sabes que? Lo que necesitas es un maldito psicólogo que mire tus cambios de humor.
-No tienes ni idea de donde te metes, pero te aseguro que no vas por el camino correcto- dije entre dientes.
-¿Eso es una amenaza? Por que te puedo decir por donde me la paso- dijo sin pelos en la lengua.
Sin siquiera darme cuenta, un sentimiento recorrió mi cuerpo. Me acababa de dar cuenta de que esta era una de las cualidades que más me fascinaba en ella. Dejaba ver la verdad aunque fuera dolorosa y no era hipócrita como muchas otras.
-¿Sabes que? Vamos a dejar el tema, no tengo ganas de discutir- la miré a los ojos, los cuales miraban hacia los míos sorprendidos por mi nuevo autocontrol.
-Sí, creo que será lo mejor- susurró- ¿Que sueles hacer en tu tiempo libre?- me tensé un poco.
-No suelo tener mucho tiempo libre.
Cuando no estaba curando las heridas de mi madre provocadas por mi padre, cuidaba a mi hermana y la abstenía de los gritos de ambos. Sino, me encontraba follandome a alguna chica facilona.
-Chico ocupado...- intentó hacerme reír, lo cual, fracasó estrepitosamente.
-Sí, demasiado- contesté cortante, al instante se volvió a poner seria- Bueno...¿que piensas del amor?
No sabía por que hacía estas preguntas, pero necesitaba obtener una respuesta.
-¿El amor?- rió irónica- ¿Estás de coña no?- automáticamente negué con la cabeza- Bueno...pues...no es algo en lo que crea, no sirve para nada, siempre hay alguien que sale herido y es demasiado estúpido hacerte dependiente de una persona.
Me quedé pasmado ante su respuesta. Definitivamente no era la típica chica que creía en los príncipes azules y las bodas de lujo, esperando a que llegue su momento de fertilidad. Aunque no me gustaba del todo su manera de pensar, y eso me aterraba.
-¿Tu que piensas?- me miró desafiante.
-¿Enserio me lo preguntas a mi?- asintió- Pienso lo mismo.
-Lo imaginaba...- dijo con obviedad.
-¿Tienes hermanos?- asintió con la cabeza y por su rostro cruzó la nostalgia.
-Tengo un hermano diez años mayor que yo, pero ahora mismo no vive aquí.
-Yo tengo una hermana- ella asintió.
-La del parque- los pelos se me pusieron de punta al recordar ese día. Asentí conmovido.
Una vibración llamó nuestra atención. Carla sacó su móvil y lo revisó.
-Lo siento, es un mensaje- negué con la cabeza dando a entender que no pasaba nada.
A los pocos segundos noté como su cara cambiaba drásticamente y una sensación de malestar se instaló en mi estómago.
¿Que le habrían enviado?

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