Capitulo 16

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Cuando me di la vuelta vi la imagen del director frente a mis narices. Su semblante enfadado y con las frondosas cejas fruncidas haciendo una sola, me aterrorizó.
No podía meterme en problemas, ya bastante había tenido con los que había provocado en mi anterior colegio. Mi madre no me lo permitiría. Y yo no me permitiría que me echaran la bronca por el inepto pelirrojo.
-¿Que pasa aquí?- su grabe voz se hizo presente en el silencioso pasillo.
Miré a Brian y este me miró a mi haciéndome sentir incómoda. No sabía que decir, lo único que sabía era que yo no tenía la culpa de que este gran imbécil intentara humillarme.
El director al ver que ninguno de los dos contestaba prosiguió:
-Ya que veo que no tienen intenciones de hablar...os veo a los dos en mi despacho a la hora de comer- con eso, dio media vuelta y se fue por donde vino.
Cuando vi que no podía verme ni escucharme me giré para encarar nuevamente al pelirrojo.
-Gracias, eres lo mejor que he llegado a echarme en cara- le solté con sarcasmo.
Me di media vuelta y esta vez proseguí por mi camino dejándolo con la palabra en la boca.
Me acerqué a mi taquilla y saqué mis libros, había dejado atrás a los chicos y la verdad es que preferiría estar sola.
Esto me comenzaba a afectar más de lo que debería y me empezaba a asustar.

La hora de la comida se hizo presente antes de tiempo, así que no me quedó de otra sino que poner rumbo hacia el despacho del director.
En los bancos de espera se encontraba el pelirrojo sentado a la espera de que apareciera el director.
Derrepente y sin motivo me puse nerviosa.
¿¡Se puede saber que coño me pasa!?

Brian:
Cuando vi que se sentaba a mi lado contuve las ganas de acercarme. No sabía por que provocaba estas cosas tan raras dentro de mi pero eso me enfadaba y frustraba muchísimo.
-Señor Brian y Señorita Carla, pasen por favor- dijo el director mientras salía de su despacho.
Me puse en pie al mismo tiempo que ella y nos acercamos a la puerta. Pasé sin importar que ella tuviera las mismas intenciones y chocáramos, provocando un quejido bajo por su parte. Sin dejar que me apartara lo suficiente se puso de lado y pasó sin siquiera mirarme, eso por alguna razón me molestó bastante.
¿Por que no me prestaba atención como las demás chicas?¿Por que tenía que ser tan difícil? Miles de preguntas de ese tipo me abarcaban pero ninguna podía ser respondida por mi.
-¿Quieren explicarme el revuelo que había esta mañana en el pasillo?- preguntó el maldito viejo, sacándole de mis pensamientos.
Esta mañana, la señora perfecta me había sacado de juicio como hacía siempre. No comprendía su valentía hacia mi y no me cabía duda de que sus amigos le habían explicado todo lo terrible que podría llegar a ser, pero esto a ella no le parecía ningún problema, aunque a mi me causara demasiados.
-Se ha dedicado a pasar fotos de mi familia ridiculizándola y humillándola sin ton ni son- se apresuró a alegar ella.
La verdad es que lo de esta mañana había tenido gracia pero no tanta al saber que no había sido yo quien lo había hecho y, aún así, era yo el que me llevaba la bronca.
-¡Eso no es verdad! Yo no he hecho nada por el estilo- exclamé en mi defensa.
-¿Ah no? Y se puede saber quien lo hizo entonces- dijo esta exasperante.
La fulminé con la mirada, ¿como podía ser tan odiosa la maldita mojigata?
-¡Yo que sé! Como si no hubieran personas en este colegio para poderlo hacer- estaba a punto de tocar mi límite personal.
-Me costaría más acusarte si te ahorraras todas esas amenazas- me soltó con el mismo tono de voz.
-¡Basta!- nos interrumpió entonces el director- Esto es bastante fácil y lo haremos de la siguiente manera. Durante la próxima semana os quedareis una hora más para resolver vuestros asuntos, si no tomare otras represalias- me quedé con la boca abierta.
¿Pasar una hora con la mojigata? ¡Ni muerto vamos! Es que ni aunque me pagasen. Una parte demasiado minúscula de mi pedía a gritos empezar desde ya, pero la otra, la más grande, quería apartarla de mi, enseñarle todo lo malo que le podía ocurrir si seguía molestándome y odiarla por su absurdo comportamiento.
La miré por un instante y ella tenía la misma expresión en la cara que yo.
-¡Ni loco!
-Ni loca!
Dijimos los dos a la vez. Giré mi cabeza para mirarla con el ceño fruncido por nuestra coincidencia, encontrándome con la misma mirada puesta en mi.
-Y tanto que sí. Aquí el que decide soy yo, y hasta que no vea que este comportamiento no haya cambiado no pienso cambiar yo tampoco de parecer- dijo prudente.
Con esto nos hizo saber que no iba a cambiar de parecer de ninguna manera.
-No puede hacerme pasar con esta tía toda una semana entera- supliqué.
Carla se percató y me pisó por debajo de la mesa bruscamente, haciéndome estremecer por unos segundos hasta que la miré y le lancé una mirada de advertencia.
-No me haga replantear que sean dos semanas señor Brian. Deberá aprender a convivir con gente que no sea de su entorno, vaya acostumbrándose- dijo el puto viejo detrás de su mesa.
No podía rebatirle, ya bastantes problemas iba a tener. No creo que sea tan malo.
-¿Cuando empezaremos?- dijo entonces ella con un suspiro.
-A partir de hoy, es más, aprovechando que solo quedan quince minutos de clase podréis empezar desde ya- dijo este con una gran sonrisa triunfante en la cara.
Lo miré mal y me apresuré a salir de allí, a los pocos segundos sentí como Carla se colocaba detrás de mi y me tensé.
-Bueno...- dijo esta un tanto incómoda intentando empezar algún tipo de conversación.
Me giré hacia ella y vi que tenía las manos metida en los bolsillos y se balanceaba con sus pies.
-Sígueme- dije cortante.
Empecé a caminar y fui junto a unos de los arboles más alejados de la puerta que daba hacia el patio y puerta principal.
Esta iba a ser una tarde bastante larga.

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