Capitulo 56

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Brian:
Cuando me acerqué a mis amigos, me llevé la grata sorpresa de que allí solo se encontraba James. Por lo visto Nick no había llegado todavía al comedor o no llegaría.
-Hola hermano, ¿se puede saber dónde está Nick?
-Haciendo de príncipe azul- levanté una ceja esperando más información- Vio a Marck en la caminata, pero no ha Jeza, así que salió corriendo a buscarla preocupado por si le había pasado algo.
Negué con la cabeza y una pequeña sonrisa se escapó de mis labios.
-Está jodido...- James me miró desafiante.
-Y lo fuiste a decir tú.
-Faltas tú, hermano- James se empezó a descojonar delante de mi, como si le hubiese contado el mejor chiste del mundo.
-¿Es de coña no?- preguntó esta vez más serio. Negué con la cabeza levantando una ceja- Yo soy un alma libre, hermano. A mi nadie me caza.
Y eso que era el más sensible del grupo, ¿cuando había cambiado tanto?
-Ya veremos, nunca digas nunca. Yo era la más libre de aquí. te lo recuerdo.
-Tu estás amariconado- le di un leve golpe- ¿Te das cuenta?- dijo señalando la acción que acababa de realizar.
-Te pueden dar ya mucho por el culo.
-Soy más del que lo da- no pude evitar reírme de tal ocurrencia.

Cuando acabamos de comer fue en busca de Carla y subimos a la habitación. La noté tensa y me imaginé a que se debía, sabía que estaba preocupada por su amiga. Así que opté por decirle lo que realmente pasaba.
-Carl, tenemos que hablar...- noté como se tensaba aún más y me di cuenta de las palabras que había elegido- Es sobre tu amiga.
Sus hombros se relajaron un poco y asintió. Llegamos a la habitación, abrí la puerta, entramos y ella se sentó en la cama mientras yo me quedaba en la esquina sin entrar del todo al dormitorio.
-¿Qué pasó con ella?¿Sabes dónde esta?- empezó a preguntar- ¡Espera!- dijo cuando entre abrí los labios para hablar- ¿Cómo sabes tu algo sobre ella?
-Quieres relajarte...- me acerqué a ella y tomé sus hombros, acariciándola para que se relajara- Está con Nick.
Su ceño se frunció ante la confusión. No la culpaba. A mi también me resultó demasiado raro al principio.
-No se si preocuparme mucho más o relajarme- reí ante su desconfianza, yo siendo ella también la tendría. Por muy amigo que sea mío, sé lo que hace con las chicas.
-Relajate, creo que se gustan- le susurré.
Su ceño se pronunció mucho más que antes y la duda se hizo más clara en sus ojos.
-¿Cómo sabes eso?
No podía contarle mucho más, así que me limité a decir:
-Creo que es mejor que te lo diga ella- asintió a desgana- ¿Quieres descansar?
-Había pensado en ir a buscarla.
-Creo que es mejor que le des un poco de espacio. No te preocupes estará con Nick- enmarcó una ceja desafiándome como siempre- Confía en él. No dejará que le hagan nada ni que le pase algo.
-No confió en el, pero sí tu lo dices...
Mi boca calló redonda. Nunca nadie antes me había dicho tal cosa. Unos nervios subieron por todos mis sentidos y cuando reaccioné, riendo un poco, antes de subir mi mano hacia su mejilla y acariciarla.
Me acerqué lentamente y rocé mis labios con los de ella, haciéndola sufrir un poco. Hizo el amago de acercarse, pero me alejé antes de que ella tocara mis labios.
Frunció el ceño y me dio en el brazo, reí ante su reacción y me acabé de acercar, devorándola por completo. Sus labios acariciaban los míos haciendo que mis sentidos se activaran.
Me encantaban esos carnosos labios más que mi propia vida.
Abrió su boca y aproveché para introducir mi lengua y acariciar la suya.
Esta chica podía hacer conmigo lo que le diera la gana y lo peor es que no podía hacer nada para evitarlo.
Mis manos estaban en sus mejillas y yo estaba agachado ante ella, que se encontraba sentada en la cama. Sus manos sobre mi cintura mandando electricidad por todo mi cuerpo.
Nos separamos un poco para tomar aire pero volvió a juntar nuestros labios como si su vida dependiera de ello.
Agarré su cintura y la tumbé en la cama, me subí encima de ella, aguantando mi peso en los codos para no aplastarla.
Sus manos subieron por mi pecho y sin ningún motivo mis nervios se activaron. Quería un poco más de ella, claro, siempre y cuando ella me lo permitiese. Sabía que no había hecho esto nunca y eso me gustaba muchísimo más. Pero si no estaba preparada esperaría lo que hiciera falta.
Mi mano bajó al bajo de su camisa, intenté subirla pero su manos tomaron las mías en cuestión de segundos.
-Todavía no...- susurró preocupada. Más por mi que por ella, aunque no tenía por qué.
-Está bien, no te preocupes, esperaré lo que haga falta- susurré sobre sus labios mientras le quitaba un mechón​ de su cara.
-¿Estás...enfado?- dijo preocupada mirándome a los ojos.
Nos separaban escasos centímetros y eso me afectaba. Pero su pregunta lo hacía más, y no en el buen sentido.
-Nunca podría estar enfadado contigo por eso, princesa- su rostros se transformó en pura felicidad.
-Gracias...- susurró.
Me volví a acercar para darle un suave beso en sus preciosos labios.
-Vamos a descansar, anda- me tumbé a su lado y la acurruqué contra mi pecho. Dos minutos después los dos llasiamos en la cama profundamente dormidos.

El despertador que había puesto en el móvil comenzó a sonar. Estiré la mano, eran las cuatro y media, teníamos media hora para prepararnos. Tenía la cabeza de Carla recostada sobre mi estómago, su mano izquierda se encontraba en mi cuello y la otra bajo su estómago.
Se veía más que adorable y me encantaba, no quería despertarla pero tenía que hacerlo. Pasé mis ásperos dedos sobre su sedosa piel viendo como se erizaba ante mi tacto, haciéndome satisfacer.
-Vamos Carl, tenemos que prepararnos- se revolvió encima de mí.
-Cállate...- dijo medio dormida.
-Venga, tenemos nuestra última actividad- insistí.
-No quiero ir- reprochó, no me quedaba de otra.
Bajé mis manos a su estómago y presioné suavemente para hacerle cosquillas. Esta se sobresaltó y se despertó de inmediato.
-¡Que haces, idiota!- me gritó ferozmente, mientras me reía- ¡No te rías, no me hace gracia!- me volvió a gritar. Al ver que no le hacía caso comenzó a golpearme el pecho.
-¡No es mi culpa que yo sea tan cómodo y tu tan acosadora como para no dejarme escapar!- bromeé.
Ella me fulminó con la mirada y siguió dándome. Agarré sus muñecas ya un poco dolorido y las bajé rápidamente para estampar segundos después sus labios con los míos.
-¿Sabes que eso duele, pequeña?- susurré entre beso y beso.
-Tu te lo buscaste.
-¿Estás segura?- asintió con una sonrisa divertida, acariciando su nariz con la mía.
Entonces la cogí de la cintura desprevenida, la tumbé en la cama y me puse encima de ella. Acto seguido comencé a hacerle cosquillas en su abdomen.
-Pa-pa-para no pu-puedo respi-pirar- tartamudeo, roja como un tomate.
-Pide perdón.
-Nu-nunca- dijo ya casi a punto de explotar. No tuve más remedio que para, por miedo a que se asfixiara.
-Cabezota...- me sacó la lengua y con ternura me acerqué y le di un casto beso en los labios, antes de salir corriendo hacia el baño.
-¡Me pido primer!- vociferó divertido, mientras escuchaba sus risas por detrás.
-¡INFANTIL!
-¡Y aún así no puedes vivir sin mi!
-Bueno...- me asomé por la esquina del baño levantando una ceja. Al verme comenzó a reír como una loca.
-Sabes que no puedes...
-Lo que tu digas- me sacó la lengua.
-¡Luego soy yo el infantil!- exclamé.
Me metí en el baño y cambié para ir a la montaña a la segunda actividad del día. Algo me decía que iba a ser una tarde ajetreada.

Acabando Contigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora