Capítulo 46

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Brian:
Me desperté con calor y un ligero peso encima de mi. Anoche había dormido demasiado bien y no sabía por que. Solo había tenido una pesadilla de las dos o tres que suelo tener todas las noches. Abrí suavemente los ojos para ver de quien se trataba, enfoqué la imagen de Carla encima de mi; entonces se me vinieron a la cabeza las imágenes de la noche anterior.
Era ella quien me hacía perder las pesadillas y el miedo a dormir. Era ella quien solucionaba mis problemas. Y no me sorprendía en absoluto, ya que desde que llegó a mi vida, empezó a matar todos los demonios que había en ella.
Miré el reloj, eran las diez y media, en media hora empezarían las actividades, si no nos levantábamos ya, nos alegarían.
Con un atiborre de decepción removí el cabello de Carla para empezar a despertarla.
-Carla...despierta, es tarde, no nos dará tiempo de llegar...- se removió en mi pecho haciéndome reír como un idiota- Vamos tienes que despertarte- volví a susurrar, esta vez en su oído.
-Déjame...- dijo con una voz somnolienta.
Me reí provocando que su cabeza rebotara sobre mi pecho. Esta gruñó y le dio un suave golpe a la superficie de mi pecho, volví a reír.
-Tu lo has querido- la cogí en brazos haciendo que se despertara de golpe y empezara a dar patadas.
-¡Suéltame loco psicópata!- chilló con fuerza. Para estar acabante de levantar tenía una potente voz.
-Vamos a llegar tarde, bruja- le grité divertido.
-¡Bruja tu! Ni siquiera sabes como despertar a una chica con delicadeza- me reprochó.
-Claro que no, si esa chica no me quiere soltar no es mi culpa. Yo solo intentaba incorporarme- sus mejillas se tiñeron de rojo carmesí, haciendo de mis labios pura picardía.
-Eso no es verdad...
-¡Claro que si!
-¡Claro que no! Y lo sabes perfectamente- corrió a su maleta y sacó rápidamente su bañador, para después salir corriendo hacia el baño. Me hizo gracia su comportamiento y no me quedó de otra sino que reírme.
Me acerqué a la maleta y saqué mi bañador y unas bermudas vaqueras cortas, junto a una camiseta blanca.
Me los puse antes de que ella saliera del baño. Cuando el ruido de la puerta del baño sonó y la vi salir, mi boca formo una perfecta O.
Llevaba puesto en la parte de arriba un bañador con forma de sujetador rojo con lunares blancos y en la parte baja una pequeña brasileña negra. Dejaba sus perfectas curvas al aire.
Me sorprendí a mi mismo con pensamiento obscenos sobre ambos en la cama. La chica no tenía un abdomen perfecto, pero era suficientemente perfecto para mi. Tenía una preciosa cintura bien marcada y unas enormes piernas perfiladas y largas. Toda ella, en sí, me encantaba. Se dio la vuelta hacia a mi y subí mi mirada.
-¿Has visto mis tenis blancos?- preguntó inocente a mis pensamientos.
Negué con la cabeza, esta bufo, se agachó para mirar debajo de la cama y yo no pude evitar llevar mi mirada a su trasero.
Dios, todo esto le estaba pasando factura a mi amiguito.
-¡Están aquí! Gracias de todas formas...- se giro hacia mi y me pilló infraganti.
Mierda.
-¡Eres un cerdo!- me reprochó al pasar por mi lado.
-¡Y tu una provocadora!
-¿Una provocadora? No has querido decir eso- me señaló con un dedo el cual cogí y la acerqué a mi. Esta hizo el amago de empujarme pero no la dejé.
-Si no hubieras salido así...- le reproché.
-Se me olvidó la ropa, cerebro de mosquito- me dio un golpe en la cabeza.
-Si claro ¿pretendes que yo me crea eso?- me encantaba cuando se enfadaba, su ceño fruncido y sus repuestas para todo. Definitivamente me había vuelto en un total cursi desde que admití mis estúpidos sentimientos por esta chica.
-¿Eres imbécil? No es mi culpa que tu mente sea una completa enferma- me quedé mirándola durante unos segundos.
Estábamos a tan solo unos escasos centímetros el uno del otro, y no nos habíamos dado cuenta. Su lengua pasó por sus labios, bajé mi mirada hacia ellos y ella hizo lo mismo con la suya.
Me acerqué poco a poco hasta que nuestros labios se rozaron, tenía unas ganas enormes de besarla.
De repente tocaron la puerta y como acto reflejo nos separamos bruscamente. Sabíamos que nadie podía entrar pero aun así lo hicimos.
-Chicos en cinco minutos debéis estar abajo- la voz de una profesora sonó tras la puerta.

Carla se vistió rápidamente y corrimos hasta abajo, una vez allí cada uno se fue en busca de sus amigos.
-Esta mañana no has bajado a desayunar, ¿por fin ha habido pinchito?- me saludó Nick.
-Buenos días a ti también.
-Responde.. - me gruñó James.
-Nos hemos dejado dormir- informé quitándole importancia.
-Seguro...seguro...- Nick.
-¿Saben las actividades de hoy?- obté por cambiar de tema.
-Buceo y caminata por la montaña- me dijo James.
-Los profesores están haciendo los grupos, unos van por la mañana y otros por la tarde. Tienes que ir con tu pareja- asentí y me alejé de ellos en busca de Carla, la cual la encontré en una esquina hablando con sus amigos.
Me acerqué por detrás y la tomé de la cintura, se tensó y se giró de inmediato, alarmada.
-Tenemos que ir para allá- señalé al cúmulo de gente alrededor de los profesores.
-¿Para qué?- preguntó ella, me estaba poniendo incómodo con las dos miradas asesinas de sus amigos.
-Están haciendo los grupos, hoy toca buceo y caminata...- la informé.
-¿Ustedes ya tenéis grupo?- preguntó a sus amigos, ellos asintieron.
-Ahora nos toca caminata y esta tarde haremos buceo- dijo con desgana su amiga.
Carla asintió y se despidió de ellos. Nos acercamos a unos profesores que estaban en la puerta.
-¿Nos podrían decir en que grupos nos toca hoy?- preguntó amablemente Carla.
Una de las profesoras miró un papel antes de respondernos.
-Buceo.
-Gracias...- nos dirigimos a la playa donde nos encontramos a nuestros compañeros junto a un monitor.
-¡Chicos aquí!
-No puede ser...- susurré al reconocer aquella voz masculina.
Levanté la vista y en efectivo. Allí estaba él, el maldito capullo.
-¿Quien es?- preguntó curiosa Carla, negué con la cabeza antes de salir corriendo de allí.
No podía estar aquí, no después de todos esos años en los que no supimos nada de él. No después de hacerme cargar con la mierda de vida que me había tocado a mi solo.
No paré de correr hasta que vi a lo lejos unas rocas donde me podía esconder perfectamente y aislarme de todo.
Ahora mismo solo me hacía falta una persona, pero sabía que lo más probable era qué no estuviera aquí.

Acabando Contigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora