Capitulo 19

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Brian:
Después de unos segundos de pensar la respuesta me decidí ha hablar.
-Supongo que no me gustó tu comentario, me dio rabia y no creía que eso saliera de la boca de una chica nueva- la miré sonriendo de manera extraña igual que ella hacia conmigo, me sentía raro y sabía que ella también.
-¡Vaya está bien saber que una puede dar su opinión de las cosas!- exclamó riendo, yo la imite- ¿Y por que has seguido fastidiándome?
-Por que eres muy exasperante y siempre estas haciendo cosas para mosquearme- dije frunciendo el ceño, me molestaba que no lo supiera.
-¿¡Yo soy la que te mosqueo!? No sé, pero creo que no soy yo la que hace cartelitos infantiles con frases idiotas- me reprochó con tono infantil.
-¡Yo no fui el de los carteles!- le grité cansado de la situación.
-Olvidate ¿vale?- me gritó entonces ella.
Me molestaba que me tratara como uno cualquiera. No sabía con quien se metía, por mucho que me hiciera sentir cosas extrañas no iba a permitir que me hablase de esa manera.
-Vale...
-¿Tienes miedo a algo?- me preguntó.
Un escalofrío me recorrió el cuerpo al pensar en ello. Era otra cosa que no podía contar, no me podía sincerar con ella y eso de algún modo me frustraba.
Un dolor intenso se me formó en el pecho y de inmediato me levanté de el lugar en el que estaba y salí caminando a paso ligero de donde estaba, dejando a Carla con el ceño fruncido detrás de mi.
A los poco segundos sentí unos pasos detrás de mi y supe que era ella.
-¡Oye! ¿Que pasa?- preguntó confundida.
-¡Dejame en paz! No te conviene molestarme ahora- le advertí con voz dura.
Entonces sentí su tacto en mi brazo haciendome voltear.
-Puedes confiar en mi, igual que yo lo hice contigo- me dijo con total sinceridad en sus ojos.
La mire durante unos segundos y después desvié la mirada a su agarre.
Sentía nervios y se me aceleró la respiración, entonces volví a mirarla a los ojos cuando ella bajo la mano.
-No puedo confiar en nadie- le dije, decidido a volverme a dar la vuelta.
Ella asintió, su rostro demostraba decepción.
-Ya veo- dijo y se dio la vuelta para salir del colegio.
Resople frustrado, esto no podía estarme pasando a mi. Me quedé observando como un estúpidos como se alejaba de mi hacia la salida.

Después de recoger mis cosas en la taquilla salí al parquing para irme a casa en mi nueva moto. Mis ojos se desplazaron por el parquing para comprobar que se encontraba desierto. Entonces tome la moto y me dispuse a salir de allí.
Cuando llegué a casa se escucharon los gritos de mis padres desde fuera.
Mi cuerpo se tenso y corrí a la casa, entre dando un portazo y me encontré a mis padres discutiendo ferozmente en la cocina, junto con mi hermana de tres años a su lado.
No les importaba que ella estuviera allí ni lo mucho que podía llegarle a afectar.
Al verme corrió hacia a mi y yo me apresuré a alzarla en mis brazos y salir de inmediato de la casa, esta estaba llorando, partiendome el corazón por cada lágrima que derramaba. Era la única chica que había conseguido ganarse mi corazón. Justo cuando esos pensamientos relucieron en mi cabeza, una imagen de Carla surcó mi mente.
Me tensé, pero con un grande esfuerzo, la borré de mi mente para atender a la pequeña niñita que tenía en brazos.
-Ya está...ya está. Todo va a estar bien ya verás- la relajé acariciándole el pelo suavemente.
Dejó de llorar poco a poco, y después de unos minutos cesó del todo.
-¿Quieres ir al parque a jugar?- le dije animadamente con una gran sonrisa.
-¡Sí!- exclamó, subiendo sus brazitos hacia arriba con emoción y mostrando una gran sonrisa como la de Carla.
¿Por que cojones no podía dejar de pensar en ella?
-¿Jugaras conmigo Bri?- preguntó mi hermana emocionada mientras la subía en el coche, montándola en su pequeña silla y haciéndome abandonar mis pensamientos.
-¡Claro que si enana!- le dije riendo mientras le revolvía su suave cabello.
-¡No me despeines cara tortilla!- me regañó.
No puede contener la risa ante el acto.
Era tan adorable como...
¡Imposible! Definitivamente me estaba volviendo majareta.
-¡Niña piña!- dije repitiendo su gesto.
Cerré la puerta y me subí por la parte del conductor para dirigirme hacia el parque.
Cuando llegamos la baje del coche, y esta, entusiasmada, corrió hacia donde estaban todos los niños.
Cuando levanté mi mirada lo primero que fui capaz de enfocar, fue unos alocados pelos rosados revoloteando a causa del viento. Sí, justo de la persona que menos me apetecía ver en estos momento.

Acabando Contigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora