Capitulo 18

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-¡Es mi primo Carl! No tenía ni idea de lo que te había hecho- me dijo con frustración.
Sus palabras me quemaron los oídos y perforaron mi cabeza.
No podía ser cierto. No podía tener tan mala suerte.
Los ojos se me cristalizaron pero no me permití llorar frente a él. Me llené de fuerza internamente, pestañeé un par de veces para despejar mis ojos y miré hacia Brian que tenía la cabeza agachada. Seguía rodeándome la muñeca con su mano.
-¿Eso es enserio? No estoy para bromas Brian- advertí.
-Es verdad Carl, me tienes que creer- su tono de súplica fue casi creíble.
No sé por que, pero le creí. Asentí repetidas veces hasta que elevó su cabeza y me miró.
-Te creo, no sé por que, pero aprovechalo- le reproché. El asintió seguro de si mismo.
No solía confiar en la gente, pero algo me hacía sentirme cómoda confiando en él.
-¿Seguimos?- me preguntó entonces.
Asentí y me senté en el mismo lugar que antes.
-¿Tienes novio?- su pregunta fue como una bomba atómica, no me la esperaba para nada y mucho menos esperaba que a él pudiera importarle.
-¡Definitivamente no!- dije con el semblante serio.
-¿Por que?- me preguntó entonces. Lo miré con el ceño fruncido.
-Esto cuenta como una pregunta más- le advertí, este levanto las manos con una sonrisa pícara y asintió instándome a continuar- No me gustan las relaciones, mucho menos el amor, no soy partidaria de dejar el corazón expuesto a una persona que te lo puede romper- confesé. Mi mirada de calló hasta mis manos.
Nunca me había llegado a confesar con nadie. No sabia a que venía la confianza de confiar en él.
Derrepente sentí una mano en mi barbilla empujando mi cabeza hacia arriba. Levanté la cabeza con un cúmulo de nervios recorriendo toda la zona en la cual dejaba sus huellas; lo miré con el ceño fruncido y entonces vi como acercaba sus labios.
Me entró el pánico y lo empujé hacia atrás justo cuando estaba a unos pocos centímetros.
¿¡Es que estaba loco!?¡No pensaba besarlo! Después de todo lo que me había hecho pasar esto era lo último que ocurriría jamás.
Me miró con el ceño fruncido y se alejó de mi.

Brian:
Era imposible lo que acababa de pasar.
¿Como me podía rechazar?¿Es que estaba loca? Nadie era capaz de rechazarme a mí.
Me sentí como un completo estúpido, era la primera chica que me rechazaba de aquella manera, y no era para nada agradable. No sabía por que le hacia esas preguntas pero la cosa es que salían de mi sin siquiera procesarlas. Me frustraba todo lo que me pasaba cuando estaba cerca de ella, era raro pero a la vez reconfortante y no quería que eso pasase.
-No eres mi tipo igual que yo no soy el tuyo, aparte de que una gran parte de mi te odia igual que tu haces conmigo- me aclaró sin más- No compliques las cosas sin motivos.
No pude evitar poner cara de sorpresa ante su indiferencia. No mentía, aunque una parte de mi me advertía que no del todo.
-Tienes razón- dije en forma de susurro, bajamos la cabeza- Bueno continúo...¿De donde vienes?- le pregunté sin más.
Creo que era la primera pregunta coherente que le hacía.
-De España- respondió.
Lo que más me sorprendía de ella era que no tenía miedo a contestar con la verdad ante mí, no le importaba que supiera de ella, ni que la juzgara. Era ella misma y la admiraba.
-¿De que parte?- pregunté, más para que esto se acabara que por curiosidad.
Me consideraba una persona curiosa, pero esto la verdad no me importó mucho.
-Canarias- me sorprendí.
¿Como es que era de allí y hablaba perfectamente el idioma? Me sorprendí bastante, me encantaba ese lugar, era mi sueño poder viajar allí próximamente.
-Vaya...- dije asombrado.
Soltó una pequeña carcajada que me revolvió todo el estomago.
-No es para tanto- dijo indiferente.
-¿¡Como que no!?- le grité...¿dulcemente?
¿Enserio? Me iba a acabar volviendome loco.
-¡Me encantan esas islas!- exclamé riendo con ella.
No era tan molesta como creía, solo había que conocerla para saber que era una chica simpática si se lo proponía
-¿De que isla eres tú?- pregunté esta vez con más interés, ella me sonrió.
-De Tenerife, la parte sur.
-¡Me encanta esa zona!- exclamé sorprendido- Algún día me tendrás que llevar allí- le piqué un ojo.
-¡Cuando quieras!- exclamó. Volvimos a reír.
Después de unos segundos riéndonos seguimos con lo que estábamos.
-Te toca preguntar a ti- le dije algo nervioso.
Nunca se me había dado bien abrirme a los demás.
-Vale...- dijo pensativa acariciándose suavemente su labio inferior.
Me tense ante el gesto. Había que reconocer que era bastante adorable. Y así, de la nada, me entraron unas terribles ganas de morderselo.
Un asaltó de furia se apodero fugazmente de mí ¿Por que pensaba esto de ella?
¡QUE FRUSTRANTE DIOS MIO!
-¿Por que formaron esas absurdas reglas?- preguntó con algo de irritación.
-Nos queríamos hacer respetar, y simplemente lo hicimos aprovechandonos un poco de nuestra popularidad- le aclaré sincero.
No sabía porque le contaba la verdad, pero me sentía cómodo con ella.
Carla abrió los ojos sorprendida a la vez que molesta.
-Vale...¿Que es lo mas peligroso que has hecho en toda tu vida?- se me tensaron todos los músculos.
No podía responderle a eso, aunque una parte de mi quería contarle todo lo que pasaba en mi vida.
-Mi vida en si es peligrosa- le dije mirándola a los ojos.
Me miró con curiosidad, causando un revoltijo en mí. Se volvió a acariciar el labio sin dejar de mirarme desafiante.
-¡Uh...tengan cuidado chicas!- dijo a los pocos segundos estallando en risas.
La miré mal, no me gustaba que bromearan con eso. Definitivamente no me podía abrir a los demás como ella, y no era por que yo no quisiera, si no por el asqueroso pasado que había experimentado.
-Bueno...¿Por que me has declarado la guerra desde el minuto uno?- esa pregunta me dejo aturdido y algo perdido.
La verdad es que no lo sabía, supongo que me divertía. Pero no le podía decir eso.

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