Capítulo cuatro: "Tretford"

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Esa mañana volvimos a caminar hacia algún lugar desconocido. Anna caminaba delante de mí con dos bolsas en sus manos. Su cabello negro rozaba su trasero y se encontraba enredado y sucio. 

No dudaba que yo también estaba de esa forma, mis brazos se encontraban repletos de tierra y pequeñas manchas de sangre seca. En las casas no había agua ni electricidad. Sentía el cuerpo engrasado e insoportablemente sucio. 

Mis pies levantaban el polvo de la tierra con cada pisada cansada. Me sentía perdida, negando la posibilidad de que mis padres podrían estar muertos.

Me aferraba a la idea de que estaban en otro sitio, lejos de aquí, pero que vivían. Posiblemente necesitaba algo para aferrarme para evitar caer. 

—¿Adónde vamos ahora? —pregunté, observando como el sol se escondía lentamente en el horizonte. 

Anna giró la cabeza para poder observarme de reojo, igualmente, volvió a voltear hacia el frente.

—Hay un vecindario aquí cerca, es posible que podamos refugiarnos ahí hasta mañana —respondió.

—¿Cómo lo sabes? ¿Y si los Rebeldes regresan? 

—No lo harán. Ellos se mueven hacia el Oeste, y es improbable que retrocedan los kilómetros que avanzaron —dijo, deteniéndose un momento en un árbol para tomar algunas bayas. Las observó con el ceño fruncido y las guardó en la bolsa —. Además, éste es uno de los vecindarios más pobres, no volverían porque no conseguirían absolutamente nada.

Sin querer abrir la boca otra vez, asentí con la cabeza. A nuestro lado, se veía el lago y los montes por detrás, haciendo un paisaje memorable. 

Una punzada en el pecho me hizo suspirar. Allí a lo lejos se veía el muelle, donde mi padre y yo solíamos pescar. Antes. Antes de que el mundo se derrumbara en frente de mis ojos sin darme la posibilidad de reclamar. Antes de despertar en un mundo distinto y desconocido.

"—Papá, en serio, este bolso pesa muchísimo —me quejé, al mismo tiempo que dejaba caer el bolso sobre mis pies. 

Mi papá sonrió y se agachó para tomar su gorro de pesca del bolso. Habíamos estado caminando por media hora, y mis pies dolían como el infierno. 

El sol comenzaba a iluminar el lago, provocando esos leves destellos sobre las ondas que hacía el agua. Los pájaros sobrevolaban por encima del lago, mientras su canto inundaba el vecindario. 

Ventilé mi rostro con la mano y até mi cabello recientemente cortado por encima de mis hombros. Hacía calor, estábamos en verano y la temperatura subía con el pasar de las horas. Ahora más que pescar peces, deseaba ser uno, para poder zambullirme en el agua helada.

—Ya hemos llegado, chatita. Deja de lloriquear y toma las cañas —mi padre revolvió mi cabello y junto a una sonrisa llena de emoción, se dirigió al muelle —. ¡Mira que bonito día! 

Solté un largo suspiro y tomé las cañas de pescar de la cajuela del auto. En el trayecto hacia el muelle, pude contar tres veces en las cuales mis pies me jugaron en contra y se enredaban con las cañas, haciéndome tropezar.

Mi madre no había podido venir, tuvo que llevar a Lindsey a sus clases de ballet. Yo también quería ir, pero papá me dijo que tenía una gran sorpresa que enseñarme. Entonces, como soy amante de las sorpresas, decidí inclinarme por la segunda opción.

Le extendí la caña color azul fuerte a mi padre, y yo me quedé con la de color rojo. Aunque todavía no iba a utilizarla; debía aprender primero. Mi padre tomó una lombriz de la caja de metal y la colocó en el anzuelo. No pude evitar demostrar mi desagrado.

Deserto » bieber [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora