Capítulo cuarenta y cinco: "La Pirámide" Maratón 2/2

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Justin no se movió de su sitio. Nadie hablaba, solo se miraban entre sí. Fue entonces cuando el hombre comenzó a acercarse lentamente hacia dónde él se encontraba. Negó con la cabeza y soltó un suspiro. El aroma a alcohol de mala calidad llegaba a sus fosas nasales cada vez que el hombre exhalaba. Justin mantuvo sus ojos clavados en los suyos, sin siquiera parpadear.

—Al fin tengo el placer de conocerte, Bieber. —Arrastró las palabras— Mi nombre es Blake. Me han hablado mucho de ti. Debo decir que me sorprende tu valentía... todo sea por amor, ¿no? —Justin apuntó con la pistola a su pecho, y la presión en su espalda se volvió más fuerte. Blake río— Oh, vaya, bueno. Veo que no estamos de buenas.

—¿Dónde está?—Gruñó entre dientes.

—Primero,—Blake entrecerró sus ojos y rodeó el cañón de la pistola con su mano izquierda. Le dedicó una sonrisa torcida, falsa— no vas a necesitar esto.—Y le arrancó la pistola de sus manos. Se sentía un muñeco de trapo siendo manejado por ellos. El hombre se dio media vuelta y le hizo una seña a uno de sus matones—Traigan a la chica.—Sonrió—Quiero que la vea antes de que los mate a ambos.

—¡No le toques un puto pelo! ¿Me has oído, bastardo? —Justin comenzó a intentar zafarse del hombre que lo retenía pero fue totalmente en vano. Sentía sus ojos picar. No derramaría una lagrima frente a ellos, no demostraría su fragilidad. No permitiría que sepan que eso le afectaba.

—Tranquilo, ese será tu trabajo.—Susurró en su oído, despidiéndose del lugar mientras reía macabramente. Su nariz picaba también ahora. No le permitía a su cerebro aceptar lo que había dicho Blake. No. Él no la mataría. No podría.

Fue entonces cuando Blake, mientras caminaba hacia una cabaña a lo lejos, sin darse vuelta, levantó la mano e hizo una seña. Justin no lo comprendió al principio, pero al instante, casi como un efecto rebote, algo metálico y pesado golpeó su nuca. Pronto su cuerpo cayó sin peso al suelo, mientras sus pupilas comenzaban a dilatarse y el dolor vagar por toda su cabeza y cervical. Su entorno comenzó a oscurecerse, cuando, así, sin más, perdió la conciencia.

(...)

Cuando Justin despertó el dolor parecía haberse apoderado de todo su cuerpo. Sus ojos se habían pegoteado entre si por las lágrimas que no había logrado, o permitido, soltar. El polvo de la tierra cosquilleaba su lado izquierdo del rostro. Lo primero que vio al abrir los ojos fueron sus manos, inertes delante suyo. Tragó en gordo. Con un esfuerzo descomunal, llevó una de sus manos a su nuca y ésta se tiñó completamente de un apagado color carmesí.

Levantó la cabeza, ignorando la punzada de dolor que viajó por toda su espina. La imagen, borrosa, de una muchacha hizo que su corazón latiera más rápido. Su cabello castaño volaba junto al viento que se había levantado—K-Kim.—Logró pronunciar desde el fondo de su garganta seca.

Soltó un gruñido voraz cuando alguien pateó sus costillas. Un sollozo pequeño se oyó de parte de ella. Podía escucharla. Estaba ahí. Pero él no podía levantarse, ni moverse. Solo se dejaba golpear por el hombre que ahora había pateado su pierna.

—Vamos, Bieber. Levántate y muéstrame de qué eres capaz por tu chica.—Escuchó la voz de Blake mofándose.

El chico que lo molía a golpes lo tomó del cuello de la camiseta. No podía levantar la cabeza, así que se las arregló para tomarlo del mentón. Su puño se estrelló contra su pómulo con una fuerza descomunal. Volvió al suelo, escupiendo un pequeño charco de sangre en la tierra. Quería levantarse y hacerle frente. Pero estaba jodido. Solo. Sin armamento. No podría hacer nada.

El hombre lo tomó del cuello y lo levantó. Como una marioneta. El dolor se volvió insoportable y soltó un quejido. Cuando levantó la cabeza y abrió los ojos, la imagen frente a él rompió su corazón en miles de pedazos. Kim estaba golpeada, su ropa estaba sucia y repleta de sangre seca. Lloraba, oh, lloraba tanto. Una parte de él sabía que era su culpa que ella esté así. Y eso lo destruyó por completo. Sus ojos se encontraron. Ambos ahogados en lágrimas. Él le pedía perdón con la mirada. Ella negaba con la cabeza.

—Oh, pero qué bonito. ¡Que viva el amor!—Se burló Blake. Su gente se río— Debo decir la verdad, Bieber... —Blake se acercó, arrastrando a Kim con él. La ira lo consumió por completo al ver cómo la zarandeaba como si fuera una marioneta— No eres ningún tonto para elegir a tus chicas. Primero fue Kira... mujer con agallas, sin duda alguna. Una pena que no haya podido tolerar la realidad. —Blake pasó una mano por el pelo de Kim. Justin apretó los puños. Sonrió, era el efecto que quería causar en él— Pero Kim... Kim es un caso aparte. Ya veo porque arriesgas hasta tu vida por esta chica. Merece la pena, ¿eh?

—No la metas en esto. —Justin reunió todas sus fuerzas para pronunciar aquello—El problema es entre tú y yo. Déjala fuera de todo esto, por favor.

—¿Acaso pides misericordia por su vida? —Blake rió incrédulo— ¡No puede ser! ¡Esto sí que parece una telenovela! —Su postura cambio rotundamente. Blake soltó a Kim y la dejó sola en medio del lugar— Denle una pistola. ¡Ahora!

Una mujer entrada en edad, seria y desalmada, tomó su mano y la aferró a una pistola cargada con una sola bala. Su cuerpo entero tembló temiendo lo que estaban por ordenarle. No quería hacerlo.

Kim vio a Justin sufrir sin apartar la mirada de la pistola en su mano. Lloró en silencio. Sabía que lo obligarían a matarla. Los Golden Killers querían derribar a Los Rebeldes, y lo harían tumbando a su líder. Ellos sabían lo que ella significaba para él. Sabía que bajaría la guardia y se apartaría si lo hacían matarla. Porque sufriría, porque no se lo perdonaría. Era un plan perfecto, había que admitirlo.

—Ahora...—Blake agarró el brazo de Justin y apuntó directamente a la cabeza de Kim, quién lo miraba con los ojos cristalizados. Podía ver cómo jugaba con sus dedos para calmar los nervios— mátala. Quiero ver si realmente eres un líder despiadado como todos dicen, o sobrepones tus sentimientos por una chica.

Su dedo índice temblaba sobre el gatillo. Miró a Kim con lágrimas amenazando escaparse de sus ojos. Ella asintió con la cabeza. —Hazlo—Volvió a hablar Blake— ¡Ya!

Sus ojos no se despegaban de los de Kim. Ella le devolvía la mirada mientras derramaba algunas lágrimas de sus ojos. Se decían tantas cosas con tan sólo mirarse a los ojos. Y se dio cuenta en ese momento de que no imaginaba una vida sin ella. Que estaba completamente enamorado. Y que la amaba, muchísimo más que antes, tanto que le dolía el corazón. Tanto que arriesgaría su vida por ella miles de veces más si fuera necesario.

—¿Sabes?—Justin habló, dándose media vuelta para mirar a Blake — Olvídalo. No tengo que matar a Kim para demostrarte lo despiadado que puedo ser. Hay mucha basura que debe ser exterminada.—Alejó el cañón del cráneo de Kim y apuntó a Blake— Y... creo que comenzaré contigo.

Las pistolas de sus hombres se alzaron contra Justin. Blake hizo una seña para que las bajen.

—Mátame si quieres. Pero si lo haces no podrás encontrar la Pirámide.—Enarcó una ceja. A Justin le recorrió un escalofrío—Sé lo mucho que quieres volver a ver a tu hermana.

—Ella ya no existe. Mi hermana murió.

Blake sonrió—No estés tan seguro de eso. —Dijo— Puedo llevarte a la pirámide. Claro, no podría hacerlo si estoy muerto.

Iba a contestar, cuando un disparo resonó en el lugar. Y no había sido de su pistola.

n/a: acá el segundo capítulo de la maratón! Espero que lo hayan disfrutado.

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-Cia

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