En todo el camino el silencio nos invadía. Quería hablar, hacer que su rostro se relajara y que no mire al frente con esa expresión dura que suele tener la mayoría del tiempo. Pero no podía abrir la boca. Mi mente rebalsaba en pensamientos y preguntas sin respuestas; ¿Qué iba a hacer Anna cuando no me vea en la tienda de dulces? ¿Volvería al refugio? ¿Quién era ese hombre? ¿Tendrá una banda también? No sabía, últimamente no estaba enterada de absolutamente nada. Todos parecen saber algo, pero yo no, yo soy la última en enterarme de las cosas.
Cuando menos lo esperé, ya habíamos llegado al refugio. Varios Rebeldes se detuvieron a mirar como el líder arrastraba a una pobre y mojada chica por los pasillos. Sin embargo Justin siguió con lo suyo y no pareció sentirse incómodo bajo tantas miradas.
Paró sus pasos frente a una habitación desocupada y me empujó dentro. Pero ésta vez no me dejó sola como la primera vez —con Anna, de acuerdo —, entró al cuarto y cerró la puerta detrás de sí.
Quería decir tantas cosas, y de eso me di cuenta. Caminaba por el cuarto con los brazos cruzados en su pecho, escondiendo la mitad del tatuaje de cruz que tenía en el pecho. Sin querer intervenir en la batalla que él tenía con sus pensamientos, me senté en el borde de la pequeña cama.
—Él podría haberte matado —comenzó a hablar. Vaya, que buena forma de comenzar un diálogo —. Has sido tan terca, tan inmadura. Allí afuera parece estar desierto, pero está aún más invadido que lo que antes estaba. Imagina esto, todos los prisioneros, asesinos, han de estar sueltos. ¿Quieres salir a la madrugada ahora, Kimmy?
Jugué con mis dedos y los enredé por encima del pantalón negro. Si él ponía la situación así, era obvio que iba a sentirme asustada. Pero la ciudad estaba desierta, posiblemente todos esos asesinos hayan desaparecido como todos aquí. Quizás es él quien está exagerando.
—La ciudad está completamente desierta. Desde que me he despertado en el cuarto oscuro que no he visto a nadie más que a Anna.
Justin pareció divertirle mi frase, ya que soltó una carcajada.
—Si nosotros estamos aquí ¿no cabe la posibilidad de que no estemos solos? —al ver como corría la mirada, agregó — Tú no tienes idea, nadie tiene idea. Esto es nuevo para todos, nadie está acostumbrado a la vida que nos impusieron. Eres más lista que ésto, Kim, ¿realmente crees que somos los únicos?
Me quedé en silencio reflexionando sus palabras. Tenía su lado certero, si nosotros estábamos vivos cabía la posibilidad de que más personas lo estén. Pero ¿por qué? ¿Cuál sería la razón de que mitad desapareciera y la otra mitad siga viva? Era confuso, un dolor de cabeza.
Sentía en su tono de voz distinto matiz, como si estuviera tratando de hacerme entender. Lo veía sacudiendo mi cabeza tratando de que reaccione.
—Es decir, no llego a entender porqué algunas personas están vivas y otras desaparecieron —sacudí la cabeza, como si esa acción podría acomodar las ideas —. Tiene que haber una razón, una respuesta que justifique todo este embrolle en el que estamos viviendo.
—Tú lo has dicho, esto es un embrolle —soltó un suspiro, y entendí que el tema había finalizado.
A pesar de la oscuridad, noté como su mano rebuscaba en el bolsillo del pantalón en busca de algo, y cuando lo encontró, tomó mi mano y colocó algo sobre ella, para luego cerrarla en torno al objeto. El toque de su mano era delicado como una caricia, y eso me generó cosquillas en los dedos.
—Encontré esto tirado en el suelo esta mañana —me informó. Abrí mi mano y me encontré con el camafeo que colgaba de mi cuello y que nunca sacaba de allí, ¿cómo se había caído? —. ¿Ellos son tus padres?
Subí la mirada del collar para mirarlo, pero no me encontré con sus ojos, él miraba el collar con atención. Y pude notar cierta nostalgia inundar sus irises.
—Sí, y mi hermana pequeña —sonreí al ver la foto —. Recuerdo que ese día me equivoqué de cuarto y entré en uno donde había una mujer pariendo a un bebé. Debieron pausar el parto para acompañarme al cuarto de mi madre.
Solté una risa repleta de dolor. Él también rió de la misma forma, y no pude evitar pensar en lo contagiosa que era su risa. No me había percatado de su mirada hasta que elevé la cabeza para mirarlo. Nuestros ojos se cruzaron, y él sonrió.
Por un momento me perdí en sus ojos, y el silencio nos envolvía por completo. Su rostro comenzó a acercarse, dejándome apreciar cada pequeño detalle que su piel escondía. Como la pequeña cicatriz que había sobre su ceja, que anteriormente no había visto.
"Esto no está para nada bien, Kim" decía mi lado bueno. Pero mi lado malo decía todo lo contrario.
Era tan frío, tan estúpido que a veces lo odiaba tanto como mi corazón lo permitía. Era tan bipolar, tan mandón. Ni siquiera sabía porqué mi corazón corría rápido ante su cercanía, ni tampoco porqué deseaba con todas mis fuerzas que sus labios besaran los míos. No sabía nada, y eso me volvía loca.
Su respiración se mezcló con la mía. Su aliento caliente golpeaba mis labios con delicadeza, brindándome caricias que me extasiaban por completo. Y cuando cerré los ojos, esperando el contacto de sus labios, el calor de su cuerpo se convirtió en frío.
Abrí los ojos, y, como sospechaba, él ya no estaba.
OSOOOOOOOOO, ahre JAJAJJAJA Primero que nada, quiero ser un poquito sentimental y decirles ¡graciassssssssss! Por tanto apoyo y tantos comentarios lindos♥ ¡Gracias, gracias y gracias!
¡Espero que les guste el capítulo! (Y que no quieran asesinarme por amagar un codiciado beso)
¡Comenten y voten!
—Cía
ESTÁS LEYENDO
Deserto » bieber [TERMINADA]
Fanfiction"Todo a tu alrededor es capaz de desmoronarse en un abrir y cerrar de ojos." Libro 1: Deserto. Libro 2: Alba © baldwinlaws.