"Espérame en la moto"
Anna apretaba mi brazo de tal manera que me sorprendía que no se encontrara morado. Nos habían separado en diez filas, y habían abierto las puertas principales para que pasaran de a cinco personas. El sweter que tenía puesto comenzaba a picarme, y los pelos de bebé que crecían en mi frente se interponían en mi visión.
Mis manos comenzaban a sudar, no solo por el calor que hacía ahí dentro, sino también por la duda de porqué estaban repartiendo armas de fuego a cada Rebelde que cruzaba las puertas. ¿Precaución? Se me vino a la cabeza Kyle, ese chico de dónde sea que venga, no tenía pinta de ser de confianza.
¿Querrán los Rebeldes protegerse de ellos?
A pesar de que ya había tenido un arma de fuego en mi posesión, mis piernas temblaban con tan solo pensar en ello. Recordaba la adrenalina que me proporcionaba, pero a la vez el temor que provocaba que mi cuerpo entero temblara. Jamás me había imaginado manejando una pistola, y aquí parecía que las daban como si fueran dulces.
—¿Para qué crees que nos estén dando pistolas? —Le susurré a Anna.
Anna se sacó de la boca el dedo índice, el cual anteriormente estaba bastante ocupada mordiendo la uña de éste. Tenía el ceño fruncido, y la mirada perdida en los líderes que estaban en la puerta principal.
—La verdad no tengo idea. —Anna se cruzó de brazos — Esto ya se está volviendo muy extraño. ¿Desplazarnos de un día para el otro? ¿Darnos pistolas?
Torcí los labios y volví mi mirada a la puerta principal. Todo aquí era extraño ya de por sí. El mundo era extraño ahora. Me encogí en el sweter debido al repentino frío que me había invadido.
La fila siguió avanzando, y, extrañamente, las pistolas parecían alcanzar para todos. Vaya, las tenían bien guardadas. Mis sentidos se pusieron alerta cuando la rubia del pasillo se acercó a Paula. Ella le dio una pistola y la rubia la colocó en la cinturilla de sus pantalones de carga negros. Paula le susurró algo en el oído y ella asintió.
Fruncí el ceño, pero no le tomé importancia. Tenía una laguna en el cerebro que me impedía recordar alguna cosa de antes del cuarto oscuro. Esa rubia era conocida, lo sabía, algo me lo decía, pero no sabía de donde. Y eso me jodía.
—Kim, ¿estás bien? —Anna zarandeó mi brazo.
Sacudí la cabeza y me giré para mirarla.
—Sí, ¿por qué?
Anna señaló delante de nosotras, y caí en la cuenta de que la fila ya había avanzado bastante, y que los rebeldes que estaban detrás nuestro se quejaban en silencio. Me sonrojé y troté hacia adelante, hasta llegar a donde la fila continuaba.
—¿En qué te quedaste pensando? ¿Eh? ¿En cierto rubio coqueto con aire de chico malo? —Anna volvió a hablarme, mientras ataba su cabello negro en una coleta alta. Pude divisar un pequeño tatuaje de un sol en el interior de su muñeca.
—¿De qué estás hablando, Ann? —Quité la mirada de su tatuaje y sonreí — ¿Cuándo te hiciste ese tatuaje?
Ella levantó la manga de su chaqueta y sonrió al ver el pequeño dibujo impregnado en su piel bronceada.
—Me lo hice el día de mi cumpleaños. —Volvió a bajar su manga y clavó sus ojos claros en los míos — Recuerdo que debí rogarle a mi mamá por dos meses.
Anna bajó la mirada y rió con tristeza. Sobé su brazo. Sentí como un nudo se extendía por mi garganta. Con solo escuchar la palabra "mamá", mi corazón se encogía. Parecía como si fuera ayer que me preparaba el desayuno y besaba mi mejilla antes de irme a dormir.
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Deserto » bieber [TERMINADA]
Hayran Kurgu"Todo a tu alrededor es capaz de desmoronarse en un abrir y cerrar de ojos." Libro 1: Deserto. Libro 2: Alba © baldwinlaws.