Capítulo dieciséis: "¡Aléjate, Kim!"

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"¡Aléjate, Kim!"


Deslicé mis pies descalzos por los extensos pasillos del refugio. Éstos se encontraban hundidos en la inmensa oscuridad. Solo podían divisarse luces en pocas puertas entreabiertas, y algunas voces que susurraban despacio. Me sentía mal por como me comporté con Travis y quería arreglar las cosas.

Todavía llevaba puesta la ropa que me habían colocado en la sala de heridos. Justin no había aparecido de nuevo en el cuarto, pero lo vi en el salón de batalla golpeando una bolsa con fuerza.

Ahora mismo, si todo estuviera normal, estaría en mi casa comiendo un paquete de Skittles con una bonita película de comedia en el televisor plasma. Mientras mi hermana terminaba de hacer sus deberes escolares, y yo le tiraba Skittles en la cabeza.

A veces extraño aquello.

La puerta de Travis se encontraba cerrada, pero podía ver que se encontraba sentado en su cama por las pequeñas aberturas que tenía la puerta negra de madera. Titubeé antes de tocar la puerta. Había pasado varios minutos calculando con precisión mis palabras; esto prometía ser desastrosamente incómodo.

La puerta rechinó al abrirse y el rostro medio dormido de Travis apareció frente a mí. Su cabello azabache rizado se encontraba más despeinado de lo que ya de por sí era, y sus labios extrañamente estaban más rojizos. Su semblante fruncido le brindaba una apariencia más seria y sentí como un cosquilleo se extendía por mis piernas.

—Hola. —Me mordí el interior de la mejilla.

Travis se cruzó de brazos, haciendo que sus pectorales debajo de la camiseta verde oscuro se tensaran. Se recargó en el umbral de la puerta y me observó directamente a los ojos.

—¿Se te ofrece algo, Kim? —Aunque su voz parecía sonar relajada, notaba un ligero tono de enfado en su voz. Mi estómago se revolvió a causa de la culpa.

—Y-yo... Sí. —Pasé una mano por mi cabello, que seguramente estaba divinamente despeinado, y solté un suspiro— Quería pedirte disculpas por mi comportamiento en la sala de heridos. Yo... Yo no debí haberte tratado de esa forma y...

Travis sonrió.

—Ya, ya lo he pillado —soltó una risa y yo lo imité—. Estás oficialmente perdonada.

—Bien...Debes estar cansado, mejor me voy. —Levanté dos dedos en señal de saludo y me di media vuelta para largarme de allí, pero su mano rodeó mi brazo y me detuvo.

—¿Quieres pasar un rato?

Pensé en la nota que había dejado en mi habitación el otro día y automáticamente asentí. Traté de no verme desesperada por preguntarle aquello y me senté lentamente en la cama deteriorada a un lado de la ventana. Travis cerró la puerta y se sentó a mi lado. El ambiente estaba tenso, y podía notar como me observaba de reojo.

—Oye... Sobre la nota...

—Tengo algo que decirte —dijimos al mismo tiempo. Ambos reímos.

—Claro, desembucha. —Me acomodé de manera tal que estaba sentada cruzada de piernas haciéndole frente.

Quería sonar despreocupada ante él, estaba nerviosa y bastante incómoda en realidad. Pero él era un chico y no debía saberlo. Esa era la ley número uno de las chicas del instituto: mostrarse fuertes delante del sexo opuesto. Bastante estúpido, pero funcionó en múltiples situaciones.

Travis parecía ansioso, nervioso quizá. Sus manos se frotaban entre sí en el espacio entre sus piernas, y sus dientes se apoderaban de su labio inferior. Tomó aire y lo soltó de repente.

Deserto » bieber [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora