Capítulo cuarenta y uno: "Te amo"

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Cuando salí del refugio me invadió una sensación helada, que carcomía mis huesos y aunque hacía todo lo posible para que se esfumara, continuaba ahí produciéndome escalofríos. El bosque estaba desolado. Sin embargo la puerta del refugio estaba colmada de rebeldes. Me dificultaba ver más allá de los árboles altos y viejos, no podía saber si él estaba allí o se había largado en su moto.

—¿A quién buscas? —Travis apareció a mi lado calando un cigarrillo casi consumido en su totalidad.

Solté un suspiro y coloqué mis manos sobre mi cadera—Yo... nada, no interesa. —Sin embargo mis ojos continuaban vagando a través del casi infinito bosque frente a nosotros. Travis sabía que no debía preguntar de más, así que simplemente cambio de tema.

—Así que... —Expulsó el humo por su boca formando un perfecto aro, que se esfumó en el aire a los pocos segundos— ¿Cómo estás? No hemos hablado mucho estos días.

—No, es que realmente mi cabeza se encuentra en otro lugar. Han pasado muchas cosas de repente, ¿no crees? —Respondí luego de unos cuantos segundos.

El motor de una moto se oyó a lo lejos, y en la primera persona que pensé fue en Justin. Mi pecho se inundo con incómodas cosquillas que se trasladaron a mi estómago. Travis tiró el cigarro al suelo y lo pisó con la suela de su borcego.

—No me digas nada... Otra vez el niñato siendo malditamente inmaduro—Rió—. No es tan hombre como se hace ver.

—Tú no eres tan hombre como te haces ver si no te animas a decírselo de frente. —Le dedique una sonrisa torcida—Nos vemos luego, Travis.

Me dirigí casi trotando a la salida del bosque hacia la carretera. El sol pegaba tan fuerte que debí hacerme visera con la mano sobre mis ojos. Si prestabas atención, podías ver las ondas de calor muy cerca del suelo. Oí una maldición cerca de los arbustos, seguido de un golpe metálico. Dirigí mi vista hacia allí, y casi al instante reconocí al castaño ahora sentado sobre su motocicleta, con el ceño fruncido y una gota de sudor cayendo por su sien izquierda.

Mis piernas se entumecieron, y las palabras que venía practicando desde que salí en busca de él parecieron atrancarse en mi garganta. Apreté la camiseta con los puños y caminé con falsa firmeza hacia él. No fue hasta que estuve a unos metros que él levantó la mirada.

Desde que lo conozco, si algo puedo destacar, es lo intimidante que es una simple mirada de su parte. Se había bajado los anteojos oscuros, y sus ojos se clavaban en los míos con un deje de burla, casi molestia. Sin embargo no me eche hacia atrás, sabía que yo debía dar el primer paso, porque el orgullo de Justin sobrepasaba los límites.

—¿Qué estás haciendo aquí? —Habló en un tono seco, tanto que me sentí estúpida.

—Quiero hablar contigo.

—Estamos hablando.—Volvió a subirse los anteojos y se dedicó a mirar el paisaje boscoso frente a él.

Sarcasmo, eso es lo único que me faltaba. Yo era la sarcástica aquí. No él.

—No te hagas el tonto, Justin. Sabes perfectamente de lo que quiero hablar—Espeté con falsa firmeza.

Pasó la lengua por sus labios, haciendo que brillen aún más con la luz del sol. Tardó unos segundos en responder—Creo que ya hablamos lo que teníamos que hablar. Eres una traidora. Y aún no sé que estás haciendo aquí todavía. Tú no eres Rebelde. Ya no más.

—¡No te cierres en tus propias conclusiones! ¿Tanto te cuesta escucharme por un segundo? —Levanté la voz.

Justin se levantó de su moto y camino hacia mí como una fiera. No me moví. No le temía. Paro en seco frente a mi. Su frente rozaba la mía, y su respiración agitada chocaba contra mis labios entreabiertos. Su cercanía me mataba.

—No quiero escucharte. —Susurró. Me estremecí cuando pasó su dedo índice por mi labio inferior — Te amé con locura y tú solo me apuñalaste por la espalda. —Sus ojos se clavaron en los míos— Y lo peor de todo esto es que aún así te amo, y creo que lo seguiré haciendo aunque me apuñales mil veces más.

—Lo siento.—Me mordí el labio inferior.

—No, nena. Ya es tarde. —Sus labios besaron los míos por una fracción de segundo—Ahora atente a las consecuencias.

Y sin más se dio media vuelta, se subió a la motocicleta y luego de luchar dos veces más con el motor esta arrancó y se perdió en la carretera.

(...)

El sol estaba cayendo en la ciudad. Anna, yo y un grupo de Rebeldes nos dirigíamos al lago. No le había contado a Anna mi pequeño encuentro con Justin, quería ahorrarme las preguntas y las miradas de lastima. Además, no podía apoyarme siempre en ella. Yo tenía mi propia fortaleza. Tampoco era para tanto.

Luego de unos minutos de caminata, nos encontramos con el gran lago. Todo estaba en silencio exceptuando las voces protagonistas de las conversaciones entre algunos Rebeldes. Algunos comenzaron a quitarse las mochilas y a tomar los bidones vacíos para llenarlos de agua. Yo me quede un rato largo en la colina, observando cómo ellos se divertían y trabajaban al mismo tiempo. Y decidí no pensar. Mantener mi cerebro en blanco por unos minutos y relajarme. Me acosté sobre el pasto, y me deje llevar por el sonido del viento y las hojas moviéndose al mismo compás.

Pero no duró mucho tiempo.

Se oyeron disparos, gritos y más gritos. Cuando me levante, todos los que estaban en el lago no estaban más allí, pero tampoco los veía en la orilla de este. Todo estaba igual. Y de repente volvió el silencio. Lo único que se oía era el viento, las hojas y mi respiración acelerada. Mi corazón bombeaba con fuerza, y mis piernas no respondían.

Me sentía como en una película de terror. Parada en la colina, sola, y sintiendo como si de algún lugar me estuvieran mirando con atención. Pero por más que mire a todos lados, no parecía haber nadie más aquí más que yo. Sentí un frío helado calar mis huesos. Y mi corazón cosquillear. Miedo.

Un sonido se escuchó entre los arbustos de la colina. Mire hacia allí y mi respiración se volvió más irregular. No podía correr, me atraparían de todos modos. Otra vez silencio. El silencio era la peor señal.

Una mano tapó mi boca. Y luché con mis piernas para escaparme de quién sea que fuera ese tipo. Éste apretaba mis brazos y soltó un quejido cuando golpee su pierna, pero no se movio. La desesperacion comenzaba a invadirme, y lo único que deseaba era atinar una patada y poder correr lejos para advertirles a los Rebeldes en el refugio.

—Eres una niña hiperactiva. Creo que tengo algo que puede solucionarlo.

Mis gritos se vieron ahogados por su palma cuando sentí un pinchazo en el cuello. Mis piernas de durmieron, y mis brazos, y de repente mi cuerpo entero parecía no responder.

Antes de que mi visión se fuera por completo, pude ver acercarse a dos personas. Nora y Paula.

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n/a: aquí un nuevo capítulo! Las tenía un poco abandonadas, perdón por eso. Es que estoy viajando por Europa. Ahora mismo estoy en Italia y en unas semanas voy a estar por Madrid. En fin, sepan disculpar las tardanzas.

Un capítulo corto pero fuerte, espero que les guste.

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-cía

Deserto » bieber [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora