Capítulo nueve: "Calidez dentro de tanta frialdad"

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"Calidez dentro de tanta frialdad"

Hace varios minutos estaba tratando de conciliar el sueño. Pero lo único que hacía era dar centenares de vueltas en la cama, ya que mi cerebro no parecía querer dejar de reproducir recuerdos del pasado. 

Anna se encontraba en la cama consiguiente a la mía. No podía entender cómo ella podía dormir sin problemas, hace tiempo no lograba hacerlo. Y tenía bastantes razones como para no hacerlo.

El gruñido de las motos me hizo incorporar, ¿a dónde irían a éstas horas de la madrugada? Siempre fui muy curiosa, y ésto no era un excepción a ello. 

Me levanté de la cama y caminé entre las penumbras. Mis pies descalzos rozaban el suelo helado, generando un estremecimiento por todo mi cuerpo. Los motores seguían sonando, parecía no importarles que la mayoría estén en su punto cúlmine de sueño profundo. 

Me escondí detrás de una de las tantas columnas antiguas del edificio. El pequeño grupo de los Rebeldes se encontraba en la puerta principal, con sus motos y pañuelos colocados. Apostaba a que saldrían a robar, posiblemente. 

—¿Los has contactado? —le preguntó el de baja estatura a Justin, quitando el cigarrillo de sus labios para soltar el humo.

Justin no contestó de inmediato. Tomó el cigarrillo de los dedos de su compañero y le dio una profunda calada.

—Todavía quieren atacarnos —respondió luego de unos segundos —. Esos imbéciles parecen no darse cuenta que estamos en un estado de anarquía. Lo único que desean es encontrar lo que la mayoría buscamos y marcharse de aquí. 

El de pañuelo negro rió.

—Con tal de asesinarnos, dirán cualquier excusa.

—Si lo pensamos con inteligencia, en definitiva, nosotros también queremos encontrar aquello y marcharnos. 

Fruncí el ceño y me incliné aún más cerca del inmenso pasillo de entrada. Mi mano se resbaló y caí al suelo, provocando un estruendoso ruido. Y, por supuesto, como tengo tanta suerte, todos voltearon a verme con la mandíbula apretada.

Estaba considerando correr lejos de aquí antes de convertirme en papilla o enfrentarlos como hembra. Quizás me incline por la primera opción.

Pero cuando me di media vuelta para escapar, una mano se apretó en mi hombro. Y a juzgar por aquel aroma que conocía tan bien, sabía de quién se trataba.

—¿Qué hacías ahí escondida? —me acorraló contra la pared más cercana. Se notaba enfadado, como si realmente le hubiera puesto furioso mi husmeo.

—Estaba abrazando a las paredes, ¿qué creían? —me golpeé mentalmente. No sólo por el mal chiste, sino porque su mandíbula se tensó aún más — De acuerdo, lo siento.

Giré la cabeza para mirar a los demás miembros del grupo. Éstos tenían su atención puesta completamente en nosotros, y también estaban bastante enfadados. Acabo de hacer enfadar a siete hombres que serían capaz de matarme. Asombroso, Kim.

—¿Me dirás qué hacías ahí? —delineó mi mandíbula con su dedo — No creo que nos estuvieras espiando, ¿o sí?

Negué con la cabeza — No, para nada. Estaba por ir a la cocina a por un vaso de agua. Insomnio, ya sabes...

Me ahorré un baile de victoria al ver como se separaba de mí lentamente. 

—¿Has escuchado algo? —preguntó.

Nope —crucé los dedos detrás de mi espalda disimuladamente —. ¿Por qué? ¿Hablaban de algo importante?

Él se cruzó de brazos y me lanzó una mirada incrédula.

Deserto » bieber [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora