Capítulo treinta: "Estaré bien"

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La luna se asomaba por entre la copa de los árboles que se meneaban violentamente al compás del movimiento de la brisa, y se reflejaban en la ventana medio quebrajada del pasillo principal hacia los cuartos. Yo seguía caminando por los pasillos como alma en pena, cuestionándome si debía proseguir con lo planeado o simplemente volver a la sala de heridos. Pero ahora que estaba a punto de conseguir lo que buscaba era estúpido dar un paso atrás. 

El silencio comenzaba a parecerme inquietante. Ninguna sombra o susurro se distinguía en ningún punto del refugio. Estaba sola, y no sé porqué no me sentía más aliviada por ello. 

El sonido de las ramas de los árboles golpear las ventanas era el único sonido que me acompañaba a lo largo del trayecto hacia los vestuarios. Allí se encontraban las millones de botellas de agua para bañarse o lavar la ropa, y también estaban guardadas allí las prendas de vestir limpias listas para usar.

Mis dedos se enredaban en el borde de la camiseta mientras me arrastraba hacia allí. Quizás era un acto reflejo a causa de los nervios. ¿Nervios de qué, de todos modos? ¡Ah! De que salga al exterior y me asesinen sin pensarlo. Quizás jamás encuentren mi cadáver y deba morir sola. ¡Quizás acabo siendo la comida de los lobos!

—¿Qué haces aquí?—Volteé tan rápido como mis reflejos me lo permitían. Por un momento dejé de respirar, hasta que vi que se trataba simplemente de Paul. 

—Demonios, Paul, casi me da un infarto.—Intenté normalizar mi respiración acelerada.

Paul se cruzó de brazos.

—¿A ti? ¡Acabo de levantarme por un vaso de agua y veo a una chica despeinada caminando  por los pasillos cuando a esta hora el refugio tendría que estar vacío!—Gritó en un susurro, mientras giraba la cabeza hacia ambos lados intentando localizar cualquier tipo de presencia no deseada.

Alcé una ceja.

—¿Y te haces llamar Rebelde, chico valiente?—Solté una carcajada, pero al ver su ceja alzada me callé. Porque claro, yo también me hacía llamar Rebelde —Olvida lo que dije. Y con respecto a tu pregunta, estaba dirigiéndome al vestidor.

Oímos un sonido proveniente del pasillo izquierdo. Pero cuando decidimos escondernos detrás de una de las tantas columnas, fue demasiado tarde. Justin caminaba con una lentitud agobiante hacia nosotros. Sus brazos cruzados hacían presión en su pecho, y su cabello rubio completamente alborotado por moverse mientras dormía. 

Él se movía mucho en la cama. ¡Y no lo mal piensen! Es decir, en serio, más de una vez pensé que me había descolocado una vértebra por culpa de sus patadas sonámbulas. Pero eso era lo menos importante ahora, porque por como apretaba los labios sabía que quería decir algo que intentaba evitar soltar. 

—¿Hay reunión y no me enteré?—Finalmente habló. Sus músculos se tensaron al mirarme, ¿tan mal me veía?—Richards ¿no tiene ninguna guardia que cubrir?

Paul tardó varios segundos antes de reaccionar. Jadeó y asintió efusivamente con la cabeza. Justin le hizo una seña con la cabeza en dirección al exterior y Paul no necesitó pensarlo para comenzar a caminar hacia allí. Lo seguí con la mirada, por el simple hecho de que sabía que Justin me preguntaría porqué no me encontraba en la sala de heridos y yo no lograría responderle algo coherente. Era mala mentirosa, y no cabía duda. 

No pude evitar estremecerme al sentir su cálido toque recorrer mi brazo. De arriba hacia abajo. Me tocaba con la punta de sus dedos, como si me estuviera pidiendo permiso para avanzar. El calor que emanaba su anatomía se volvió más cercano, y sentí su nariz corriendo el mechón de cabello que obstruía y acariciar con ella mi pómulo izquierdo. 

Deserto » bieber [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora