Capítulo veintiocho: "Soy un imán de tragedias"

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Y ahí me encontraba yo; frente a él, mirándolo a los ojos como si fuera la joya más brillante y exótica. Sintiendo como mis piernas temblaban con tan sólo sentir el rozar de sus dedos cálidos. Sus manos bajaban y subían por mi espalda baja, y aunque se notaba como sus irises se oscurecían, intentaba mantener el contacto visual hasta que yo diese el primer paso.

En ese momento era cuando me preguntaba: ¿Qué haría mi padre si me viese con un chico como Justin? Quizás no lo tomaría tan mal y lo invitaría a ver sus trofeos de baloncesto de cuando era adolescente. O quizás me prohibiría volver a verlo, él golpearía mi ventana y nos escaparíamos en su moto hacia quién sabe dónde. Pero no podía saberlo. No podía saber si mi madre le mostraría el álbum de fotos familiar, ese típico en el que sales tú de bebé en la bañera. O si mi hermana se haría la indiferente hasta tener la confianza suficiente. 

No podía saberlo porque ni siquiera sabía en dónde ellos se encontraban.

La mano de Justin se coló por debajo de mi camiseta gris jaspeada, y yo no pude controlar las cosquillas satisfactorias que invadieron mi cuerpo de repente. Me acercó violentamente a su pecho, tal y como lo había hecho aquella vez en la colina de Tretford. 

El cuarto comenzaba a tornarse cálido, y con el pasar de los minutos se volvía más caliente. Mi cabello hacía sudar mis hombros y nuca. Me separé de Justin para atarme el cabello. Me tomé un momento para observarlo. Su cabello rubio se encontraba hacia un lado, la camiseta que tenía puesta le quedaba tan ajustada que podía percibir la marca de sus músculos. Y ni hablar del sudor que cubría su pecho debido a cargar las pistolas y el cuerpo de Finn en algunas circunstancias.

—Ven aquí.—Él me llamó con su dedo índice, y no pude controlar mi mente al pensar lo sensual que se veía haciendo ese gesto.

Me acerqué a él y envolví su cuello con mis brazos temblorosos. Sus labios calientes hicieron contacto con la piel sensible de mi cuello, tan lento y tortuoso como él solo lograba ser. Podía oír el palpitar de mi corazón en mis oídos, claro y fuerte, totalmente violento y desaforado.

Tímidamente metí las manos dentro de su camiseta, acariciando levemente sus abdominales. Él se acercó aún más a mí -como si eso fuera posible-, invitándome a tocarlo con más seguridad. Mis manos subieron por su pecho, hasta que el material de la camiseta fue un estorbo y debió salir del camino. Tenía su torso completamente desnudo frente a mí. Y no de lejos, como otras veces, ahora tenía permitido pasar mis dedos curiosos a través él.

Sus labios subieron por mi mandíbula, y plantó un casto pero salvaje beso en mis labios. Él se mantuvo frente a mí sin tener intenciones de seguir tocándome. Su respiración acelerada impactaba contra mis labios entreabiertos, y sus labios rojizos e hinchados rozaban los míos.

Sin darme cuenta, me incliné hacia adelante para besarlo. Tenía la necesidad de sentirlo cerca

Sus manos me tomaron por la cintura, y nos empujó a ambos al amplio colchón de la habitación. Sentía sus dedos subir por mi espalda. Era increíble como sus dedos trazaban caminos invisibles que me quemaban por varios minutos. Sus dedos eran mágicos. Mágicamente fantásticos.

—Me vuelves completamente un desquiciado, joder, nena—suspiró en mi oído.

Besé su cuello con delicadeza, mientras mis manos viajaban sin apuro a través de las colinas musculosas de sus brazos. Su aroma era magnífico, tan dulce y natural, más embriagador que el más fino alcohol. 

¿Estaba a punto de tener mi primera vez? ¿En medio de una supuesta batalla? ¿En medio de la búsqueda de mis padres? ¿En el nuevo mundo? 

Mis besos descendieron por su pecho. Besé el tatuaje en forma de cruz. Sentí como su cuerpo se estremeció, pero ocultó aquella debilidad con un gruñido. Mis labios hicieron contacto con su estómago, y antes de que siga bajando algo nos interrumpió, haciéndonos incorporar instantáneamente. 

Deserto » bieber [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora