Capítulo veintiséis: "Sacrificios"

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Mis ojos comenzaban a cerrarse solos a medida que la noche avanzaba su trayectoria. Mi espalda dolía debido a la inmovilidad en el tronco del árbol detrás de mí. Todos dormían, y era mi turno de asegurar el bienestar de todos. El sonido de la noche se escuchaba amplificado detrás del silencio, y la orbe de luz anaranjada que creaba la linterna era la única iluminación que mis ojos podían captar.

Me sentía inmersa en medio del océano. En la noche. La oscuridad y la correntada; el sonido de las hojas de los árboles menearse se asemejaba al sonido del agua. Recordaba cuando mis padres decidieron pasar las vacaciones de verano en un crucero. En las noches solía escaparme del camarote e inclinarme sobre los barrotes que te impedían caerte al océano. Todo se veía negro, pero en un negro extrañamente majestuoso. Con un brillo inigualable que me provocaba escalofríos cada vez que lo veía. El sonido se adentraba en mi oído y podía arriesgarme a decir que era una de las melodías más relajantes que oí en mi vida. 

Sonreí al recordar como Lindsey vomitaba cada vez que la obligaba a escaparse conmigo a observar el océano. Ella tenía vértigo, y aunque quiera negarlo, también le había caído mal la cena de esa noche.

Mi piel ardía por los raspones causados al correr y caer a los arbustos. Mis manos repletas de sangre seca; y lo peor... ajena. Los pantalones casi no me cubrían las piernas al tener tantos agujeros por la caída. Mi abrigo con una manga arrancada, y lo demás, destruido. 

Giré la cabeza para observar la figura adormilada de Justin. El cachorro se acurrucaba en su pecho, y el brazo de él lo rodeaba como si de un peluche se tratara. Él tenía la necesidad constante de proteger a todos. Y a veces se olvidaba de protegerse a sí mismo.

Devolví mi mirada a mis piernas cruzadas y mis ojos se toparon con el camafeo que colgaba en mi cuello. Estaba repleto de cenizas y suciedad acumulada. Aunque la foto seguía tan intacta como cuando la colocaron por primera vez.

Unos meses atrás podría haber estado enfadada con mis padres porque no me permitían salir con mis amigas. ¿Qué era lo que quería ahora? Verlos. Tenerlos cerca y abrazarlos. 

¿Alguna vez has sentido ese vacío rancio, oscuro e increíblemente repugnante? Ese vacío el cual lo único que puede llenarlo es algo tan inalcanzable, que al final terminas acostumbrándote al vacío y aceptando que quizás eso es lo único que en realidad necesitas como compañía. 

Pero déjenme decirles que no es así. El vacío no es una compañía, es un camino directo a la perdición. En este mundo si no luchas, no consigues. Y si tú no persigues aquello que lograría llenarte, nadie lo hará por ti. 

Cerré el camafeo y le dí un apretón antes de soltarlo debajo de mi camiseta. Dejé caer mi cabeza en el tronco y cerré los ojos. Estaba muriendo del dolor de espalda, y el sueño estaba a punto de vencerme. Pero no podíamos descuidarnos.

Nadie podía protegernos ahora, y solo nos quedaba la valentía y el destino como escudo. 

(...)

Ya había amanecido cuando Justin revoloteó sus párpados al despertarse. Mis ojos debían estar rojos por la falta de descanso, pero curiosamente no tenía una pizca de sueño en el cuerpo. Quizás porque me la había pasado pensando y auto-contestándome toda la noche y madrugada. Era la única forma de no perder la valentía en esos momentos; aunque aquello requiera perder la cordura. 

Justin frunció un poco el ceño al verme tan lúcida. 

—¿No has dormido nada? —Su voz ronca por las mañanas se oía aún más varonil. Era tan placentera para el oído que podría estar escuchándola por horas.

Deserto » bieber [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora