Capítulo treinta y dos: "Esa es mi chica"

3.9K 339 64
                                    


Había esperado tanto tiempo este momento que no podía evitar pararme a pensar que era una ilusión. Sus rizos castaños descendían por su pecho como una cascada interminable, era imposible pensar que aquella mujer que se encontraba allí sea mi hermana. Estaba más delgada y de su pecho sobresalía un tatuaje que a simple vista no logré identificar.

Todos observaban nuestra conexión con curiosidad e ironía. Malcolm ya se había separado de mí, y ahora se encontraba de brazos cruzados junto a un grupo de tipos con pinta de desagradables.

—Pueden retirarse.—Mi hermana ordenó en un tono de voz alto y duro. Toda la inocencia que poseía en el último recuerdo que tenía de ella se había esfumado casi aturdiéndome. Muchos se mantuvieron en guardia frente a mí —Es para hoy, muchachos.

Nos sabía si sentirme emocionada o decepcionada. Por fin había encontrado a Lindsey, pero ella era la líder del grupo que intentó asesinarme en varias oportunidades. Que asesinó a una de mis amigas. Y me generó un sabor amargo en la boca pensar que ella fue la primera en manifestar aquellas órdenes. 

Y entonces fruncí el ceño. Dándome cuenta que mi hermana había asesinado a los míos. Había ordenado asesinar a mi grupo. El grupo en el cual su hermana mayor es miembro.

A pesar de que la tienda de campaña se encuentre vacía, ninguna de las dos tiene intenciones de dar el primer paso. Porque yo sabía que ella pensaba lo mismo que yo, porque le inculcaron una versión errónea de los Rebeldes. Quizás nuestra hermandad estaba caminando sobre una cuerda floja en este preciso instante. 

Miraba sus ojos y no me encontraba con aquella dulzura e inocencia que antes los conquistaba. Estaba cambiada. La habían cambiado.

Sus ojos se entrecerraban al mirarme, como si estuviera imaginando las mil y una formas de matarme. 

—Pensé que serías más inteligente al elegir un grupo, hermana.—Su voz me heló los sesos. Era tan fría y paralizante que no lograba reconocerla. —No se me hubiera ocurrido que una chica correcta como tú le parezca que robar sea un acto heroico.

—¿Qué diablos va mal contigo, Lindsey?—Apreté mi mandíbula, sintiendo mi estómago dar vueltas por la decepción y la melancolía.

Ella sonrió burlona,  y bajó los dos escalones que formaban su trono dorado. Qué patético. Sin embargo no se acercó a mí, se mantuvo alejada, con los brazos cruzados y los labios torcidos. ¿Aquella figura macabra y déspota era propiedad de mi hermana? ¿La misma hermana que jugaba conmigo en el lago de Crownfield?

—Qué va mal conmigo...—repitió irónica— Me enfermas, Kimberly. Tú y tu gente. Han acabado con la vida de muchos de los míos. Muchos de ellos inocentes. Sólo por defender una teoría estúpida sobre el nuevo mundo.

Mis manos se encerraron en puños y apreté los dientes más de lo que ya estaban desde un principio. Sus palabras se clavaron en mi pecho como un puñal afilado, hiriendo hasta el punto más débil de mi corazón. Porque, al fin y al cabo, Lindsey era mi hermana. Mi sangre.

Suficiente, me dije.

—¿Inocentes? ¿Acabas de llamar a esas mierdas inocentes? ¡Han herido a un compañero y matado a una de mis amigas!—Hice una pausa—Tienes razón, quizás me esté equivocando, quizás la teoría de los Rebeldes sea una estupidez. Pero si hay algo de lo que estoy completamente segura, es que nosotros no somos sangre helada como lo son ustedes. Tenemos piedad, y vengamos por una razón. Eso es lo que nos diferencia. Que nosotros somos luchadores, y ustedes asesinos.

Su rostro se contrajo y pude notar como apretaba la mandíbula de forma brutal. Sabía que tenía razón. Esa persona no era mi hermana, esa persona era un cuerpo con un alma manipulada por personas crueles. 

Deserto » bieber [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora