Capítulo siete: "Bien hecho, novata"

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"Bien hecho, novata"

Mis ojos agotados observaban la pequeña ventana enrejada que había en aquel oscuro cuarto. La única luz que entraba aquí era la de aquel pequeño orificio en la pared.

El sol chocaba contra mis jeans, iluminando por completo la cortada que todavía no cicatrizaba en mi pierna. Cerré los ojos ante la calidez que sentía en ese momento, pensé que no volvería a sentirla, que mi vida sería fría, completa y horriblemente fría.

Anna tarareaba canciones de manera lenta y ahogada. Sus ojos estaban hinchados y teñidos en sangre, sus labios resquebrajados se abrían de vez en cuando, pegándose entre ellos. Me daba escalofríos mirarla, se veía tan mal, parecía como si su cuerpo estuviera aquí pero su alma en otro sitio.

Casi al instante gateé lentamente hacia el lugar vacío a su lado, tratando de que mi rodilla herida no tocase el suelo para evitar el dolor. Coloqué la mano sobre la de ella, que se encontraba en el suelo a su lado.

Su mirada estaba perdida, observando al suelo de concreto sin ninguna expresión en el rostro.

Ambas nos sobresaltamos cuando la puerta se abrió de un sopetón, aún más cuando uno de los matones se acercó a nosotras y nos levantó bruscamente del brazo. ¿Es que estos hombres no tenían una pizca de delicadeza?

Si seguía apretando los dientes como lo estaba haciendo, posiblemente deba tener muchas citas con el dentista.

Miré hacia atrás donde Anna era tomada del brazo de la misma forma. Pero en cambio ella no reaccionó, se mantuvo con la mirada perdida, como si realmente ella no estuviera aquí o estuviera lo suficientemente traumada como para reaccionar.

—Oye, sé que la delicadeza y caballerismo no están incluidos en tu paquete, pero ¿puedes decirnos a dónde carajo nos llevan? —dije, ya bastante enfadada.

—Debes aprender a callar la boca, preciosa —gruñó, y supe que debía hacerlo si no quería terminar semejante a un pretzel —. Las llevamos al comedor central.

Decidí no abrir más la boca y dejar que él me arrastrara por los pasillos como si fuera una muñeca de trapo.

Realmente no sabía si podría comer con un nudo en el estómago, estaba segura que vomitaría absolutamente todo. En un día habían pasado más cosas de las que me gustaría mencionar, más cosas de las que me pasarían en un día normal en mi vida normal.

Todavía la duda de las personas en las habitaciones me carcomía el cerebro. No entendía porqué habían tantas personas cuando supuestamente el lugar se encontraba desierto, o en todo caso, con pocas personas. Pero allí debían haber más de cincuenta personas, y para ser el nuevo mundo, era muchísimo.

Los llantos de Anna se escuchaban detrás de mi, y los regaños del hombre que la escoltaba. Cerré los ojos y me permití silenciar aquellos sonidos, ya estaba harta de ver sufrir a la gente, y no sé porqué tenía el presentimiento de que éste era sólo el principio.

Pronto nos encontramos en un gran comedor bastante avejentado. El descontrol reinaba el lugar, las voces y hasta algunos gritos se escuchaban allí. Todos se encontraban vestidos de negro con el color que tenía el pañuelo en sus cuellos.

A lo lejos pude ver una mesa más alejada de las que estaban acomodadas por fila delante de mí. Allí se encontraba Justin, dos chicos más y una chica. Esa mesa debía ser propiedad de los líderes, por la distancia que tenían de las demás mesas.

Varias miradas se posaron en nosotras en cuanto pasamos por entre las mesas, hasta que finalmente el silencio se propagó y las miradas se centraban completamente en nosotras.

Deserto » bieber [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora