Camille es una joven pintora que lo posee todo.
Éxito, amistad y sobre todo amor.
O eso es lo que ella creía hasta el día de su boda, pues su prometido tomará una decisión que hará que su vida dé un giro de 180 grados.
Obligada a huir después d...
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Me quedo mirando como estúpida la caligrafía impecable de James.
No puedo creer que esté haciendo todo esto sin siquiera ser nuestro aniversario. Sí, es cierto. Es detallista pero esto es otro nivel.
¿Qué estará tramando?
Sea lo que sea ya lo quiero descubrir.
Sin pensarlo dos veces me quito mis vaqueros y mi blusa tratando de no arruinar el trabajo de Angela.
Cuando acabo de vestirme me siento en la cama para analizar el lugar en el que James me citó.
¿Dónde podrá ser?
Tres golpes en la puerta me sacan de mi concentración.
—¿Señorita Scott? —dice un chico a través del pórtico.
Abro la puerta.
—Sí soy yo —contesto seria, al notar que no deja de ver mi escote—. ¿Qué ocurre?
—Su carro la está esperando —aclara su garganta.
—Gracias, ahora bajo —contesto cerrando la puerta en su cara.
No me importa verme como una maleducada. Normalmente suelo ser muy amable pero chicos como él me desesperan por completo.
Tomo mi abrigo y meto la pequeña nota en el bolsillo derecho.
El camino del ascensor hasta la recepción se me hace jodidamente eterno. Siento unos nervios terribles y mi estómago no deja de moverse; hay miles de mariposas dentro de el.
Cuando al fin salgo del hotel veo el color negro de un taxi, que supongo me está esperando.
—¿A dónde la llevo señorita? —pregunta el chófer.
—Al Hidey park, por favor —contesto al recordar lo que decía la nota.
Creo estar segura de que es ahí.
Es el primer parque que visitamos en nuestro primer viaje a Inglaterra. Hay miles de maravillosos momentos en ese lugar, y estoy segura que es el sitio al que James se refiere.
Han pasado alrededor de treinta minutos y voy enloqueciendo cada vez más pero ya no por los nervios, sino porque no tengo idea en dónde estará James.
Tal vez lo vea al final de la sorpresa.
Una voz me saca de mis pensamientos.
—Listo señorita hemos llegado y muchas felicidades —dice mientras me guiña un ojo.
Alzo una ceja. ¿A qué se refiere?
—¿Gracias? —cuestiono confundida.
Bajo del coche y empiezo a reírme. Nada de lo que me ha estado ocurriendo tiene sentido alguno, pero eso no importa. Sé que todo tiene un porqué y James me lo dará.
