21. El gran día

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Ha sido una velada increíble

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Ha sido una velada increíble. Debo decir que pensé que sería complicado ser atenta con todos los invitados mientras trataba de verificar que todo  estuviera en orden pero no fue así.

Prácticamente toda la semana me la he pasado de aquí para allá con los últimos detalles de la boda, sin mencionar las cosas de la empresa de papá. 

Ahora estoy sentada en la sala de la casa con mis damas de honor, a excepción de Sasha, que  está festejando con mi mejor amigo.

Los vi marcharse muy felices juntos. No estoy celosa, es sólo que él merece algo mejor.

—Camille, tu vestido es fantástico —dice mi prima Anabelle—. Te verás asombrosa.

—Muchas gracias —Sonrío—. Pero tú te ves estupenda con tu vestido de dama ya puesto. Estoy segura que todos los invitados querrán bailar contigo. 

Se acerca a mí y me da un abrazo lleno de cariño. 

 —Es por eso que eres mi prima favorita —contesta, mientras suelto una carcajada.

Nos quedamos calladas al escuchar la risa de mi novio y la de mi madre, quienes regresan de despedir a los últimos invitados. 

 —Gracias Elena, lo tomaré en cuenta —dice James a mamá, mientras entran a la casa.

Luce tan guapo de negro, que podría comérmelo a besos en frente de todos. 

Mi madre asiente con la cabeza.

—Niñas, creo que hay que dejar a los novios despedirse. No se verán hasta mañana —agrega a las chicas. Todas se levantan y la siguen. 

Me levanto de inmediato y me acerco hasta quedar cara a cara con mi prometido.  Paso mis brazos por su cuello y lo abrazo como si ya no lo fuera a ver en un gran tiempo. 

Él corresponde mi abrazo y me aprieta de la cintura, mientras hunde su cara entre mi cabello. 

 —Amo tu cabello —susurra—. Es tan suave. 

Mis piernas empiezan a temblar por los nervios que James ha causado en mi interior. 

Todavía no puedo creer que mañana nos casemos.

 Que mañana esta historia se convierta en un para siempre. Un para siempre que ambos decidimos compartir por la eternidad. 

—Cariño, tengo que irme. Aún no he terminado de empacar —dice soltándose de mí—. La luna de miel nos espera.

—No quiero separarme de ti —hablo sincera.

—Tranquila, no será por mucho tiempo —Toma mi barbilla y me obliga a verlo a los ojos—. Nos veremos en la iglesia.

Sonrío ante el pensamiento de estar frente al altar proclamando los votos.

Proclamando nuestro amor.  

Cuando era tuya©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora