Camille es una joven pintora que lo posee todo.
Éxito, amistad y sobre todo amor.
O eso es lo que ella creía hasta el día de su boda, pues su prometido tomará una decisión que hará que su vida dé un giro de 180 grados.
Obligada a huir después d...
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Definitivamente mi novio es el mejor hombre del mundo. Me encanta que sea tan detallista y haga todo por demostrarme lo mucho que me ama. En verdad, valoro cada detalle que él tiene conmigo, claro, conociendo a James, siempre planea algo grande.
Aún con la sonrisa en el rostro, saco el celular de la bolsa y me dispongo a marcarle. Anhelo oír su voz.
—Hola querida, ¿cómo estás? —contesta al instante. Casi puedo ver sus ojos brillando, sé que también había esperado mi llamada.
—Mejor, ahora que al fin te escucho. Muchas gracias por el detalle, en verdad me ha encantado mucho —musito, mientras tomo un girasol con mi mano —. James... esta noche ha sido fantástica, sólo me faltas tú. En verdad te echo mucho de menos.
—Igual yo te extraño, cariño —hace una pausa—. Pero sabes que era importante que me quedara a revisar el contrato con Japón.
Suelto un suspiro.
—Me siento culpable por no estar ahí. Es la noche más importante de tu vida y no soy el hombre que está a tu lado —concluye.
Frunzo el ceño al darme cuenta del destello de coraje que adornan sus palabras.
Si James tiene algún defecto, serían sus celos. Es el hombre más celoso que he conocido.
—James, no empieces. Sabes que hubiera preferido venir mil veces sola—añado, mientras sostengo un girasol—. Fue mi madre quien me rogó para que André me acompañara, yo no se lo pedí.
—Lo sé, Camille —agrega con un tono de decepción—. Es sólo que es un día muy importante para tu carrera, y sobre todo para ti. No puedo sentirme bien al imaginar que no celebraré eso contigo.
—Tranquilo ¿quieres? Mañana regresaré a Nueva York y podremos pasarla estupendo —susurro. Estoy segura de que sabe a lo que me refiero—. Tengo que irme. André debe de estar buscándome. Te amo con todo mi corazón.
Suelta un gruñido y yo rio.
—Yo más. Yo mucho más —dice, antes de colgar.
James y yo hemos sido inseparables desde que empezamos a salir.
Nos conocimos en la empresa de mi padre. Definitivamente no fue amor a primera vista. James y yo nos detestábamos. Para mí, él era un chico egocéntrico que no tenía cerebro; en cambio, a James yo le parecía una chica materialista que se jactaba de la gran suma de dinero en su cuenta bancaria.
La primera vez que cruzamos palabra, fue en la junta mensual para hablar sobre la repentina caída de las ventas y sobre el robo de un lote completo de automóviles que llegarían a la agencia de San Diego; James es nuestro principal proveedor de vehículos. Él le había gritado a mi padre y yo no lo iba a permitir, así que le contesté.
Acabando la discusión, James trató de invitarme un café, pero lo rechacé. Sin embargo, al otro día cuando se realizó la última reunión. Se levantó y con vehemencia sentenció: