3. Celos

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Tengo que levantarme

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Tengo que levantarme. La alarma está por sonar, pero estoy tan cansada que quisiera pode quedarme todo el día durmiendo.

Ayer James y yo pasamos prácticamente toda la noche haciendo el amor. Hace apenas unas horas nos hemos quedado dormidos.

Una fuerza extraña, pero al mismo tiempo tan conocida hace que abra los ojos de golpe.

—James, si quieres que sobreviva al viaje de regreso, por favor no me hagas cosquillas —pido mientras trato de luchar para quitarle sus manos de mi vientre.

Escucho su melódica risa.

—Tenías que despertar y preferí hacerlo de este modo —Me da un beso en la frente—. Aunque si prefieres... podemos seguir divirtiéndonos como a noche.

Si sigue así sucumbiré ante sus encantos, y a nadie le conviene eso.

—Guapo, en verdad necesito ir al baño —ruego.

—Ni lo sueñes, cariño —guiña un ojo y algo dentro de mí se estremece.

—¡James Scott! —exclamo—. ¡Déjame ir al maldito baño!

Él suelta una carcajada, pero no se quita, al contrario, coloca sus labios en mi cuello para succionarlo.

Muerdo mis labios para no soltar un jadeo al sentir su cálido aliento.

—Te amo —musita.

—Yo también te amo, pero en verdad tengo que levantarme —Lo empujo y me libro de él.

Corro lo más rápido que puedo y me meto al cuarto de ducha.

Ya estando dentro, oigo como James refunfuña.

Lo amo tanto, que me da miedo la profundidad del amor que siento por él. Muchos dicen que conforme el tiempo avanza, toda la magia del enamoramiento se diluye, sin embargo, puedo asegurar que en mi caso es todo lo contrario. Cada año que transcurre amo a James más que antes.

Abro la regadera y me dispongo a ir debajo del chorro de agua caliente. Cierro los ojos y me dejo llevar por mis pensamientos. En mi cabeza sólo esta el rostro de James y el recuerdo de la mágica noche que tuvimos. Y no sólo por él, si no por el enorme hecho de que mi trabajo está en uno de los museos más importantes a nivel mundial. En verdad, soy muy afortunada por tener la vida que siempre había soñado, un novio encantador y el mejor trabajo del mundo.

Al salir del baño encuentro a James parado arreglando las mancuernas de su camisa. Va muy elegante como siempre. Él se levantó antes que yo para bañarse, así que ahora sólo le da los últimos detalles a su vestimenta. Es muy vanidoso, siempre está preocupado por su imagen y lucir bien ante los demás. Al principio de nuestra relación eso me molestaba, pero entendí que es parte de su esencia.

—Camille, eres una Diosa —Se acerca lentamente a mí.

Mi pulso se acelera y mi corazón estalla cuando me toma de la cintura.

Cuando era tuya©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora