Seis meses después...
Hoy he acompañado a Nando a la escuela, le he tomado mucho cariño.
Puedo decir que es el único hombre que no me da asco.
Lo llevo de la mano mientras cargo su mochila de Batman, su super héroe favorito. La escuela no está lejos de la casa pero es bueno salir temprano.
—Entonces no te muevas de aquí ¿vale? Tú mamá vendrá por ti —le digo, cuando paramos justo en frente de la puerta del colegio—. Que te vaya bien.
Él asiente con la cabeza y me da un beso en la mejilla como de costumbre. Le trato de sonreír pero no puedo. Hay algo que me impide hacerlo.
Me quedo de píe esperando que cierren la puerta por si llegan a dar algún aviso.
Veo pasar a miles de pequeños y por un instante desearía ser niña de nuevo.
Ellos no se preocupan por sanar sus corazones, no.
Ellos se preocupan por jugar y disfrutar el momento.
Yo hace mucho que no disfruto algo.
Varios chicos se voltean a observarme y yo sólo me limito a encogerme de hombros. Siempre pasa eso, y es algo irritante.
Sé que soy una chica atractiva pero no por eso tienen que mirarme como estúpidos.
Llevo un short y una blusa blanca de tirantes con una camisa de cuadros negros, en sí, no hay mucho que mirar. Mis curvas se han perdido un poco, ya que he bajado cinco kilos desde que llegué a México, y aún no los he podido recuperar.
—Los niños de cuarto "A" salen a las doce, favor de ser puntuales —dice una maestra pequeña de lentes. Ese es el grupo de Nando.
En todo este tiempo la he pasado estudiando español y debo decir que entiendo bastante, que lástima que no pueda decirlo mismo de mi pronunciación. Soy un asco hablándolo.
Llego alrededor de las nueve de la mañana al hotel.
—¿Qué tal todo? —pregunta Rocío, quien sale de la cocina con un delantal de pequeñas ovejas rosas.
—Bien. Salen a las doce—Aviento las llaves a la mesa—. ¿Y Dani?
—El transporte ha venido por ella —agrega un poco preocupada.
—Les irá bien, tranquila —susurro.
—Gracias —Suspira —Es sólo que siempre me pongo nerviosa. No han tenido un buen comienzo. Los he tenido que cambiar de escuela en repetidas ocasiones y no quiera que vuelva a ocurrir.
Yo frunzo el ceño.
—¿Y eso por qué? —pregunto, mientras me cruzo de brazos.
—Por no tener papá.
ESTÁS LEYENDO
Cuando era tuya©
RomanceCamille es una joven pintora que lo posee todo. Éxito, amistad y sobre todo amor. O eso es lo que ella creía hasta el día de su boda, pues su prometido tomará una decisión que hará que su vida dé un giro de 180 grados. Obligada a huir después d...