Camille es una joven pintora que lo posee todo.
Éxito, amistad y sobre todo amor.
O eso es lo que ella creía hasta el día de su boda, pues su prometido tomará una decisión que hará que su vida dé un giro de 180 grados.
Obligada a huir después d...
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Las lágrimas han parado, sin embargo todavía sigo sintiendo algo desolador dentro de mí.
En verdad que no quería lastimarlo pero no me quedó otra opción.
Me sobresalto al escuchar mi celular sonar.
Me remuevo por el suelo hasta alcanzar el aparato. Lo he dejado en mi bolsa así que me cuesta llegar a ella.
Cuando al fin logro tomarlo, suelto un gran suspiro al contestar.
—Hola, Camille —dice la voz alegre de Anastasia, mi hermana —. Hace bastante que intentaba comunicarme contigo.
Sorbo mi nariz despacio.
—Bueno, pues aquí me tienes —contesto—. ¿Qué es lo que necesitabas?
—Nada, la verdad es que lo único que quería era escuchar de nuevo tu voz. Hace mucho que no nos vemos.
—¡No seas exagerada! —exclamo—. Han sido unas cuantas semanas.
Me levanto del suelo y me dejo caer en el sillón.
—En realidad fue un mes y medio. Además, imagino que en ese tiempo algunas cosas habrán pasado —murmura curiosa.
Suelto una carcajada.
Estoy segura de que ya lo sabe.
—¿Te parece si paso por ti? —le pregunto sonriendo.
—Me encantaría, en un par de horas salgo del hospital. No tengo programada ninguna cirugía así que sí.
—Está bien, a las cuatro te veo —le digo antes de colgar.
Se me hace raro escuchar su voz. Hace bastante que no he hablado con ella. En verdad la extrañaba.
Ana y yo hemos estado unidas desde siempre. Nunca he sido una chica de amigas, así que la única persona con la que podía hablar de lo que me interesaba era con ella.
Ahora Anastasia se encuentra casada, y aunque ella viva por aparte no hemos dejado de estar en contacto.
Me levanto y tomo un cuaderno especial para dibujar.
Necesito desahogarme de alguna forma.
Hago unos cuantos trazos que al final terminan siendo un par de ojos color marrón llenos de lágrimas.
Al acabar, me siento un poco más relajada y la culpa casi desaparece.
Casi.
Me apresuro a retocar mi maquillaje para ir a buscar a Ana. Me he demorado dibujando un poco más de lo que esperaba.
Bajo las pequeñas escaleras para salir a la calle y me quedo sorprendida al ver un papel amarillo sobre el parabrisas de mi coche.