6. El chico del corazón roto

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La habitación estalla en aplausos justo cuando James y yo terminamos de besarnos

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La habitación estalla en aplausos justo cuando James y yo terminamos de besarnos.

—¡Por los novios! —grita el tío Máx, alzando una pequeña copa llena de un líquido color ámbar.

James pega su frente a la mía y me susurra:

—¡Salud! 

Sonrío como idiota y aprieto el girasol en mi pecho. 

—Eres asombroso —digo enterrando mi cabeza a su cuello. 

No hay lugar más maravilloso que estar entre sus brazos. 

Me besa la coronilla justo cuando nuestra canción vuelve a retumbar en el salón. 

Quita el girasol de mis manos y se lo entrega a un chico que imagino trabaja aquí. 

Bailamos por toda la habitación de una forma suave y tranquila mientras la delicada melodía nos acompaña. 

—Gracias por todo este tiempo —Me gira despacio—. Cada minuto a tu lado ha sido maravilloso —murmura, y yo levanto la cabeza para verlo a los ojos. 

—Al contrario, gracias a ti por este momento tan especial —musito. El color pardo de sus ojos es tan penetrante, que puedo perderme en ellos—. Gracias por dejarme intentar hacerte feliz.

—Cam, tan sólo con respirar tú me das todo —Suspira. 

Yo sólo le sonrío y agacho la mirada ante sus palabras. Siempre tiene ese poder sobre mí. Me desarma con tan sólo un maldito toque. 

Cuando la canción finaliza todos los presenten chocan sus palmas. 

James se separa de mí con un andar pausado. Va a la barra y toma dos copas llenas de vino.  Al regresar se para justo a mi lado y me entrega una de las bebidas.  

Todos nos miran atentos esperando a que James sea el que hable primero. 

—Quiero dar las gracias a todos, sin ustedes nada hubiera sido posible —Hace una pausa y voltea a verme—. Pero sobre todo a ti, cariño,  por haber aceptado ser la mujer de este hombre que te ama con locura —Realiza el brindis y los pelos se me erizan por completo. 

—Salud —digo sorbiendo del líquido color carmesí.

—Salud, amor —contesta levantando su  bebida.

Luego de una hora muchas personas vienen a felicitarnos y me sorprende todo el amor que nos dan.

Jamás me había sentido tan feliz. En verdad que no tengo ni idea de lo que hice para merecer esto. 

Seré la señora Scott y tendré la familia con la que siempre he soñado. 

James baja su copa y me toma de la cintura acercándose más a mí.

—Cariño... —susurra en mi cuello. 

—¿Qué ocu-rre amor? —tartamudeo, nerviosa por su aliento tan cerca de mi piel.

Cuando era tuya©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora