49. La enfermedad de la señora Rivers

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—Sólo prométeme una cosa —murmuro, todavía entre sus brazos

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—Sólo prométeme una cosa —murmuro, todavía entre sus brazos. 

—Claro, pídeme lo que quieras.

—Si algún día ya no sientes nada por mí,dímelo — Paso con ternura mis manos a través de su cabello castaño—. No quiero que juegues conmigo. 

Toma mi rostro entre sus manos y sus ojos me miran con tanta sinceridad que siento que puede traspasarme.

—Camille, jamás haría algo así. Sí ya no sintiera algo por ti, serías la primera persona a quien se lo diría —Entrelaza nuestros dedos—. Aunque estoy completamente seguro de que no pasará, estoy demasiado enamorado de ti cómo para dejarte ir. 

Le sonrío y me pierdo en sus labios.

Cuando nos separamos, decido levantarme por una manta que he dejado en una pequeña mochila que traje.  No hace tanto frío, pero si ha bajado un poco la temperatura.

—¿Entonces dormiremos aquí? —le cuestiono.

—Sí —Sonríe— .  He traído una casa de acampar. 

Me encojo de hombros. 

— ¿Qué? ¿A caso tienes miedo?

—Por supuesto que no. Estando a tu lado no puedo temerle a nada.

Josh me guiña el ojo y yo me vuelvo a tirar a su lado. 

—Eres la primera chica que me dice eso. Normalmente, cuando salía con alguien, después de la primera cita todas salían huyendo, bueno, excepto... —se queda callado. 

—Excepto Claudia. Dilo, no tengo ningún problema. Tú has escuchado bastante acerca de James.  

—Iba a decir que tú has sido esa chica —Se encoje de hombros—.  Claudia es un tema aparte. Con ella nunca hice este tipo de cosas. 

—¿Puedo preguntar el por qué?

Suspira.

—No hay mucho que contar, salvo que nunca me nació hacer este tipo de detalles con ella— susurra—. La verdad es que todo con ella era por costumbre. En esa relación ya no existía el amor. 

Algo dentro de mí se alegra al escuchar esas palabras, pero otra parte se apaga al oír lo siguiente: 

—O al menos eso fue lo que me dijo el día en que me dejó, pero ahora puedo decir que las cosas en verdad pasan por algo. 

Sigo sin entender cómo es que se atrevió a abandonar a un chico tan maravilloso, si él y yo nos hubiéramos conocido antes hubiera hecho de todo con tal de estar a su lado para siempre. 

 Se levanta del suelo y va directo al coche. 

—No te muevas, ahora vuelo —musita. 

Lo sigo con la mirada. Ha ido al coche ha sacar su cámara de la cajuela. Regresa corriendo y se coloca frente a mí. 

Cuando era tuya©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora