33. Saber de él

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Estoy tan cansada y hambrienta que ni siquiera siento cuando me dejo caer en la silla del comedor

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Estoy tan cansada y hambrienta que ni siquiera siento cuando me dejo caer en la silla del comedor. 

He ido con  Nando a su escuela a participar en una actividad de educación física y me he puesto a correr como loca.  Sí, sé que no es mi obligación, pero el me insistió tanto que no pude negarme. 

—Intuyo que eres una atleta profesional ¿no es así? —pregunta Josh, cuando baja de las escaleras para sentarse a desayunar.

—Cállate. Estoy muerta.

Él me sonríe. 

—Si no te gusta correr ¿por qué fuiste?

—Porque Nando me lo pidió y no podía decir que no.—respondo. 

Josh se sienta justo en frente de mí. Al mirarlo me da gracia, ya que lleva un pantalón deportivo como el mio sólo que en gris y una sudadera de color negro, en cambio yo tengo una sudadera gris y un pantalón negro. 

Su cabello está despeinado y unas ojeras se marcan debajo de sus ojos.

Cruza la mirada con la mía yo la desvío inmediatamente. 

—Eso es algo que haría una princesa —susurra, mientras coloca su mano en la taza de café que se ha servido. 

Le enseño el dedo de en medio y él suelta una carcajada. 

—Siempre serás grosera conmigo ¿verdad?

—Sólo cuando lo merezcas —digo sincera. 

Unto mantequilla a mi pan tostado y me lo llevo directo a los labios. Tengo tanta hambre que me sabe a gloria. 

 —¡Camille! —exclama Rocío que va entrando al comedor con tres bolsas de papel—. ¿Cómo les fue? 

Yo frunzo el ceño.  

—Como imaginarás, perdimos —Suspiro derrotada—. Pero a Nando le encantó que haya ido, no dejó de presumirme con todos sus amigos.

 —Eres todo para él —musita Rocío. 

Me encojo de hombros al notar que sus ojos se clavan en Josh para después verme a mí.

—Oh, están desayunando juntos, eso si que es novedad —agrega, mientras se deja caer en la silla que está justo a mi lado. 

  —Al parecer ya  le agrado —dice Josh sonriendo—. ¿O me equivoco?

—Te equivocas. No me agradas, pero no me queda de otra que intentar soportarte —contesto encogiéndome de hombros.

Él sonríe y  me guiña un ojo. 

Pongo  los ojos en blanco  y me empiezo a comer el tamal que la mamá de Nando me ha dejado en un plato desechable. 

Después del desayuno Josh y yo  nos vamos al sillón a ver uno de esos programas de investigación que tanto me gustan. Desde que descubrí ese canal. No he dejado de verlo, y es que en verdad tiene programas fascinantes. 

Cuando era tuya©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora