15. Perlas para mi boda

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Al salir a la sala de espera veo a Josh y a Celeste de pie

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Al salir a la sala de espera veo a Josh y a Celeste de pie. 

—¿Pasa algo malo? —pregunto nerviosa al ver el rostro que han puesto. Están totalmente sorprendidos. 

Cruzan miradas de manera cómplice.

—No es nada. Es sólo que luces increíble Camille —comenta Celeste—. En verdad tienes que llevarte este vestido.

—Por supuesto que me lo llevaré. Me he enamorado por completo de el —digo sincera—. Y no importa lo que tú me digas.  —Señalo al castaño. 

Josh me mira con una mueca de diversión pero al mismo tiempo con ternura.

—Tranquila. No diré nada. Yo escogí el vestido ¿recuerdas? —agrega satisfecho—. Además aunque quisiera, luces fantástica. Estoy seguro que tu novio te amará más cuando te vea con el puesto, claro, con el maquillaje arreglado porque ahora ya se te corrió.

Pongo los ojos en blanco y  el suelta una carcajada de diversión.

Regreso al probador para ponerme mi ropa. Miro el reloj que traigo en la mano izquierda y me sorprendo al ver la hora. Ya casi dan las seis de la tarde. 

Mi estómago gruñe y recuerdo que no he comido nada desde hace más de siete horas. Será mejor que me apresure. 

Tomo el vestido y salgo rápidamente. 

 —No sé que hubieras hecho sin mí —Sonríe Josh al verme.

—Gracias. En verdad te lo agradezco mucho —Acaricio su hombro—. No tenías porque acompañarme. 

Ya no dice nada. Solamente nos dedicamos a caminar hasta recepción para que me hagan la factura.

—Camille, los vestidos de las damas serán enviados a sus respectivos domicilios pero antes de hacerlo necesito confirmar el color —pregunta Celeste que se encuentra detrás de la barra con un a pequeña libreta—. ¿Durazno o mamey? 

Trato de recordar el color que Sasha ha mencionado. Lamentablemente ella quedó como la líder de las cinco damas que me acompañarán; Anastasia, y mis primas Alisa, Alondra y Anabelle.

—Durazno —respondo casi de inmediato. 

—De acuerdo. El martes estarán en su puerta. Ahora si me permites el vestido —Estira sus brazos para que se lo dé.

Saco un cheque de mi bolso y se lo tiendo. 

—Gracias, Camille. Te lo pondré en una caja y te llegará en unos días ¿de acuerdo? —Esboza una sonrisa—. Ha sido todo un honor atenderte. Les deseo lo mejor a ti y a tu prometido.

—Al contrario, gracias a ti por tener una paciencia infinita. 

Me doy media vuelta y me encuentro a Josh viéndome fijamente.

Cuando era tuya©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora