Observé más a detalle la caja pequeña de cartón que se encontraba en la sala. Se encontraba repleta de tape junto a las pequeñas maletas que Daevid se llevaría a su viaje.
—¿En verdad llevarás esa caja a tu viaje?.—Pregunté. Daevid le dió una mordia a una dona que estaba en sus manos.
—La debo entregar a la corporación de Tennesse.—Se encogió de hombros. —Sanders la a traído esta mañana.
—Madrugada querrás decir. Papá son las siete de la mañana.
—La trajó muy temprano.—Dió un sorbo a su taza de cafe.—Tú aún estabas dormida.
—Y...¿qué es lo que traé dentro?.—Pregunté. La curiosidad me consumia lentamente.
—Un paquete de la empresa.—Dijo sin más.—¿Me acompañarás al aeropuerto?.—Preguntó.
—Si, dame cinco minutos y estoy lista.—Subí corriendo a mi habitación cuidando de no caerme con los escalones. Unos jeans y una sudadera fueron suficientes.
Después de atar mi cabello en una coleta despeinada, bajé. El chofer del taxi amarillo ya se encontraba subiendo algunas maletas al auto.
Despues de treinta y cinco minutos llegamos a nuestro destino, el gran aeropuerto de Los Ángeles.
—Quiero que desayunes bien, nada de esa comida basura que daña tu cuerpo.—Asentí cuando escuché las palabras de Daevid salir de su boca como toda una madre lo hace.
—Desayunaré comida saludable, ahora apresurate antes de que pierdas tu vuelo.
[...]
Empujé la puerta de cristal del aeropuerto. Una gran cantidad de gente entraba y salía por aquí cada segundo.
Una sensación extraña me atacó. Nunca había estado tan separada de mi padre desde siempre. Y el hecho de ahora estarlo me hacía sentir indefensa.
Una piedra topaba a cada lado de la banqueta, cada vez con más fuerza. Me mantenía entretenida con el ruido que hacía cada que topaba con algun objeto en el suelo.
Una silueta masculina me provocó desequilibrarme. Alcanqué a agarrarme del brazo de la otra persona para no caer al suelo.
—Lo siento.—Habló el chico. Su cabello era demasiado oscuro y su piel blanca, sus grandes cejas adornaban su mirada de una manera íncreible.—Venía distraido con mi celular y no te miré.—Sonrió apenado.
—Descuida, yo también venia distraida.—Dije amablemente.
—Me llamó Ethan.—Sonrió.
—Soy ________, un gusto conocerte pero debo irme.—Despues que el asintiera sali de ahí. No pensaba hacerme amiga de un desconocido así como así.
El camino fue corto. No me había fijado cuando ya estaba frente a mi casa, soló me ocupe en girar la llave en la puerta.
Dejé mi chaqueta sobre el sillón y subí por las cosas necesarias para terminar el informe de Historia.
Abrí una página de información mientras me sentaba sobre el sofa, abrí instagram y de prontó me apareció una fotografia de una chica castaña a el lado de Jace.
¿Maeve?.
Estaban en un espejo de una plaza, Jace sostuvia su brazo derecho alrededor de la cintura de la chica.
¿Su novia?.
[...]
Un ruidó me despertó. Cerré los ojos fuertemente para prontó volver a abrirlos. La laptop se encontraba a pocos centimetros de caerse. Agradecia tanto que no fuera así.
Estiré mi mano para poder ver de que se trataba ese tan repentina invasion de mensajes.
La pantalla de iluminó y me mostró los cinco mensajes de un número desconocido a las tres de la madrugada.
¡Hola, linda!.
Enviado 3:08amHey, ________ ¿estas ahí?.
Enviado 3:09amContestame.
Enviado 3:11amSe que no estas dormida porque tu contacto aparece como activo justo en estos momentos.
Enviado 3:15am¿Estas molesta conmigo?.
Enviado 3:16am.Termine de leer los mensajes y me apresure a contestarle, ¿Que clase de persona envia mensajes en la madrugada?.
¿Quién rayos eres tú y por que habría de estar molesta contigo?.
Enviado 3:25am.Soy Jace
Enviado 3:27am.Creí que lo estabas, por lo de la otra vez.
Enviado 3:27am.No estoy molesta contigo no te preocupes, ¿Para que me mensajeabas?.
Enviado 3:28 am.Queria saber si quisieras ir hoy a tomar algo, esta tarde.
Enviado 3:29am¿Una cita?.
No estoy segura de que pueda
Enviado 3:31am.Pasó por ti a las siete, descansa linda
Enviado 3:40amApagué mi celular y lo deje sobre la mesa de centro. Yo le había dicho que no.
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Chico Malo J.N
Teen FictionEl juego de jenga consiste en tratar de arriesgarte e ir por una pieza sin que alguna de las demás se derrumben, logrando mantener el equilibrio preciso para que la torre se mantenga firme. Mi vida eso era, una torre firme. Hasta que cumplí dieciséi...