Después de tanto.

180 20 0
                                    

Julio consigue maniobrar entre las personas que bailan demasiado juntas en la pista.

El aroma a sudor y el sonido atronador de los corazones latiendo eufóricos, me distrae momentáneamente. «Acabas de cazar Mónica» me recuerdo para recobrar la compostura.

Después de algunos segundos, caminando alrededor de la pista, encontramos un lugar para bailar.

Las manos del chico, buscan rápidamente mi cintura y al ver mi expresión incómoda, decide que es mejor mantenerme no tan cerca de él.

Mis manos se enredan en su cuello y la pregunta de «¿En qué diablos pensaba al aceptar? » cruza mi mente.

El pecho del chico tiembla y me separo para buscar el motivo. Una sonrisa está decorando su rostro. 

La luz ilumina sus facciones y puedo darme cuenta de lo delicadas y proporcionadas que son. Puedo sentir la dureza de su abdomen y el agarre que tiene en mi cintura aumenta al darse cuenta que lo miro atontada.

—¿Disfrutas de la vista? —Bajo rápidamente la mirada hasta mis pies y la clavo después de algunos segundos con expresión dura, en su rostro.

—Tienes algo en el mentón. —Bien Mónica, eso fue una excusa patética.

Su risa musical vuelve a hacer temblar su pecho y me mira divertido.

—Ahora entiendo porque me miran entonces los hombres —lo miro confundida— .Fernanda, estoy siendo asesinado justo ahora en la mente de todos los chicos de aquí porque tú bailas conmigo. —explica, señalando con la cabeza alrededor de nosotros.

—Creéme que no tienen nada que envidiarte. —Le suelto un tanto irritada.

Sus ojos me contemplan con admiración, deteniéndose en cada parte de mi rostro. ¡Apenas me conoce! ¿Por qué me mira de esa manera?

—No pienso eso. —Me sonríe y me pega más a él. Su brazo aprisiona con mucha más fuerza mi cintura y su tacto me estremece. Sus cabellos me hacen cosquillas en la frente por lo cerca que se ha puesto de mi rostro y no me puedo zafar.

Levanto las manos hasta tocar sus hombros, deteniéndolo en su intento por acercarse más. Puedo oler la embriagadora esencia que emana. Sus ojos parecen absorberme, me pierdo en la profundidad de su mirada y quedo completamente petrificada frente a él.

Es muy guapo, no puedo negarlo. Pero es demasiado atrevido, llegó a sentarse en mi mesa como si fuéramos amigos de toda la vida y ahora me sostiene en sus brazos como si fuera lo más normal del mundo entre nosotros.

Extiendo mis manos tratando de alejarlo, de nuevo, y él aumenta su agarre en mi espalda, dejándome sin espacio para huir.

—Deja de fingir que no me recuerdas, te he esperado durante tanto... —Sus palabras me golpean una a una y dejo escapar una bocanada de aire, como si alguien me hubiera propinado un puñetazo en el estómago.

Logro encararlo y antes de poder preguntar cualquier cosa me besa.

Sus labios arden sobre los míos, sus manos han aprisionado totalmente mi cintura y su cuerpo no puede estar más cerca. La musica suena estruendosa contra mis oídos y siento una succión que me envía a un lugar oscuro.

"Esta es mi promesa, créeme mi amor." un par de manos se toman y la realidad vuelve a absorberme.

Abro los ojos de golpe, mareada y confundida por lo que acabo de ver.

Me encuentro con el rostro congelado de Julio, aún pegado al mío y doy un paso atrás asustada.

Sus manos siguen sosteniendo mi cintura y sin pensarlo dos veces, me deshago de ellas y las empujo lejos.

Julio no se mueve, permanece en la misma posición, incluso con los ojos cerrados y los labios fruncidos.

—Esta vez fue demasiado lejos. —Manuel está detrás de mí y el tono severo con el que habla me asegura que me he metido en problemas.

Me giro con lentitud para encararlo. Su rostro está serio y su mirada está clavada en el hombre que hace unos segundos tenía sus manos sobre mí.

Rompe el contacto visual con Julio y antes de que él pueda comenzar a moverse normalmente, siento la mano de Manuel cerrarse alrededor de mi brazo y de un tirón me saca del lugar.

Me arrastra entre la gente que espera por entrar y cuando estamos lo suficientemente lejos de las miradas curiosas me encara, con los ojos desorbitados y la expresión descompuesta por la furia. Las pupilas se dilatan por el enojo y abre la boca escupiendo las palabras en mi cara.

—Un momento Mónica, solo te deje un momento y cuando vuelvo a buscarte estás besándote con el primer idiota que se te puso enfrente. —Sus palabras duelen y lo miro ofendida.

—¡No soy una niña estúpida Manuel, lo que pasó con ese tipo fue que estaba divirtiéndome! ¡Es todo! Además, tú te largaste mucho más que un momento, también yo tengo derecho a divertirme. —grito.

—¡Ese no era cualquier tipo Mónica, él era un vampiro! ¡Pudo haberte hecho algo! —Mira hacia la calle desierta y con un movimiento, nos pone a ambos en marcha.

Nuestros pies casi no tocan el piso y en un par de minutos, nos detenemos cerca de un callejón oscuro y comienza a arrojar cosas hacia las paredes del descuidado lugar en donde estamos, patea las bolsas de basura que se apilan en la esquina y finalmente golpea una pared de ladrillos con el puño. Su cabello cae, mojado por la lluvia que empieza a crear charcos en el suelo desigual.

La escena me impacta, parece un niño en medio de una ravieta, una muy ruidosa y peligrosa ravieta.

Lo miro consternada y doy algunos pasos atrás dispuesta a hecharme a correr. El edificio donde está el penthouse no está lejos y mi motocicleta está ahí. Puedo lograr escaparme si me voy ahora.

No voy a soportar sus tonterías ni a aceptar sus reclamos; él no cree que pueda defenderme sola, no tiene confianza en mi capacidad de juzgar a las amenazas y eso me ofende.

Clava su mirada en mis piernas, listas para correr y despega el puño de la pared, extendiendo su mano en un gesto por detenerme.

—Mónica yo... —No quiero explicaciones, no las necesito ahora. Me giro y con todas mis fuerzas hecho a correr. Puedo escuchar que grita mi nombre a mis espaldas pero no me vuelvo, sigo con mi loca carrera y en menos de tres minutos llego al estacionamiento subterráneo.

Eduardo, el cuidador, me saluda con la mano y le pido, con las palabras atropellándose al salir, que me entregue mi moto.

La reluciente maquina negra espera recargada en un rincón a ser encendida y no pretendo demorar más su petición,así que paso una pierna por encima del asiento y acomodo mis manos alrededor del volante.

El motor ruge potente y con un giro al acelerador, salgo disparada hacia la noche.

*******************************
Me toma un par de horas llegar a casa y dos regaños más llegar a mi habitación. El abuelo estaba furioso por nuestra demora y mi padre por consiguiente estaba igual. Les conté la historia de habernos idos a divertir un poco y eso los calmo lo suficiente como para dejarme subir a dormir, pero sabia que ni de chiste se quedarían tan tranquilos.

Decido simplemente meterme en mi cama y olvidar todo. Estoy furiosa con Manuel y cuando lo vea juro que me le voy a ir encima por las idioteces que dijo.

Abrazo mi almohada mullida y descanso la cabeza en ella, quiero dormirme ya, pero hay algo que no deja de inquietarme.

Con todo el caos que Manuel provoco, olvide preguntarle a Julio sobre la perturbadora visión que acompaño al beso. Por mas que trato de vincular la voz de la fantasía con alguna que conozca, no logro dar con nadie. La incertidumbre pronto sustituye la ira y una idea un tanto estúpida pronto acapara mi cabeza.

Tengo que buscar a Julio.

Las Memorias de mi Sangre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora