La brisa mece mi cabello mientras Alejandro regresa con paso lento hasta mí.
Su gabardina ondea a cada paso y el hilo de sangre que se desliza por su labio, le da una apariencia amenazante.
—Eso fue refrescante —dice rodeándome los hombros con su brazo.
Asiento, dejándome conducir por él.
Nos perdemos en la espesura del bosque, esperando a los demás.
Es extraño lo que últimamente siento al estar cerca de él, la manera en la que su presencia me reconforta.
Me deshago de su abrazo al percatarme del olor de los demás.
"Es hora de irnos" exige Rodrigo mientras se acerca corriendo.
"¿Qué fue lo que pasó?" pregunto, tomando la mano de Alejandro para comenzar a movernos.
"Manuel ha delatado nuestra presencia y hemos dejado demasiados muertos para un solo lugar" obligo a Alejandro a correr tras de mí y nos perdemos entre los altos árboles del bosque.
Brincamos a las ramas, esperando a los demás para reagruparnos y escondernos en cualquier sitio.
El olor de los humanos se acerca al de nosotros, están corriendo en la dirección adecuada. Maldición.
"Van a descubrir nuestro camino, dense prisa"
La mata de cabello castaño de Manuel, brinca por la carrera. El casi inexistente ruido que hacen sus pies, se escucha bajo nosotros.
"Haz que desaparezcan Mónica, que nos pierdan el rastro" los ojos de Rebeca brillan frenéticos al encontrarse con los míos.
Asiento y levanto las manos, cuyas palmas pican con chispas saltarinas.
Enfoco unos dos o tres metros frente a mí y disparo las llamas, que empiezan a tragarse las hierbas.
Los gritos nos indican que se han quedado atrás así que con un salto, me uno a los demás, con Alejandro pisándome los talones.
—Buena puntería Mónica —dice Rodrigo dándome una palmada en la espalda.
La carrera nos lleva pronto a la mansión.
Los muros color marfil, se alzan imponentes a través de los arboles.
La firme silueta de Alabaster nos espera con determinación mientras Iliana lo acompaña, la dulce expresión de su rostro contrasta tanto con la displicencia del patriarca.
—Bienvenidos, llegan temprano —La sedosa voz de Iliana nos recibe.
—Salimos antes de casa. Sabemos que hay mucho que hacer y decidimos adelantarnos a la hora —Joaquin se escucha amigable, como si hablara con un amigo.
Alabaster asiente, sosteniendo la mano de su mujer e intercambiando una mirada que lleva pensamientos en ella.
—Alabaster está seguro de que es hora de comenzar con el entrenamiento físico, así que... —Aunque es una mujer relativamente grande, en su mirada brilla una emoción de jovencita—, iremos a cazar con ustedes.
La sonrisa petulante de Rodrigo, aparece de inmediato en sus labios. Intercambia una mirada de complicidad con Manuel y ambos se yerguen, complacidos con la idea.
—¿Van a llevarnos a todos? —pregunta Alejandro divertido.
—Vamos a mostrarles en que lugar está permitido cazar, los humanos no están cerca de nosotros, ni tienen idea de nuestro paradero. Y así debe continuar, es por eso que les mostraremos los lugares indicados —La parsimonia del patriarca me irrita. Tan indiferente a lo que lo rodea.
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Las Memorias de mi Sangre.
VampireEl Concilio de Sangre, es una vieja orden de vampiros que albergó en su momento a cuatro familias: los Abrea, los Albizuri, los Arteaga y los Altamira. Éstos últimos, expulsados gracias a su patriarca, han jurado vengarse y retomar el poder que perd...