—Hemos arreglado todo para que se sienta cómoda señorita, el señor Alabaster dijo que podía traer lo que quisiera para sentirse como en casa —La chica de cabello pelirrojo me obsequia una reverencia al terminar de mostrarme mi habitación—. Mi nombre es Felicia y estoy destinada a servirla, lo que se le ofrezca puede pedírmelo.
Los ojos rojos de Felicia me indican que es una imperfecta, no sabia que podían llegar a trabajar aquí los bastardos de los vampiros.
—Gracias Felicia, puedes retirarte.
La chica me dedica otra ceremoniosa reverencia y sale de la que a partir de hoy se ha convertido en mi habitación.
La puerta se cierra y me dejo caer sobre ella, observando con nostalgia la habitación.
La cama enorme está en medio de la habitación, a diferencia de la mía, esta no parece de este tiempo.
El dosel de madera, está decorado con cortinas transparentes y vaporosas color guinda, a juego con las sábanas de satín color vino.
Dos mesitas de noche flanquean la cama y un enorme armario con puertas de madera, está pegado a la pared del lado derecho.
Otra puerta casi igual a la que tengo a mis espaldas, se encuentra del otro lado, supongo que es el baño.
Me despego de la puerta, camino hasta la cama y me dejo caer.
«Será solo por las noches» me recuerdo.
Me levanto con un suspiro del mullido colchón, dirigiéndome al baño.
Una enorme tina está en una esquina, el tocador largo con algunos perfumes cubre la mayor parte de la pared y el estante con toallas y jabones está a mi lado.
Es lindo, claro que el lugar es bonito, pero no es mi casa. Lo fue en un momento, o eso supongo. Ahora solo soy una intrusa y ese sentimiento no es agradable.
Salgo de la habitación, lista para buscar un lugar nuevo donde pueda sentirme menos abrumada. Camino por el pasillo decorado por alfombras persas caras y la silueta delgada y graciosa de mi madre, aparece justo delante de mí.
—¿Explorando tu nuevo hogar? —pregunta sin acercarse a mí.
Enarco una ceja y sonrío sarcásticamente ante sus palabras.
—¿Hogar?, ¿que no tu único hogar es nuestra mansión?
»El único que lugar que has podido llamar así, fue eso lo que le dijiste a Iliana, ¿tan rápido se te acabó el amor por esa casa? —pregunto cruzándome de brazos.
—Esa vampiresa se aferra a sus inútiles debilidades humanas. Permitiendo que alguien apele a su "bondad". Patético.
—Eso fue lo que nos impidió ser descubiertos madre, el que le hayas dado lástima —Esbozo una sonrisa de suficiencia y en menos de un parpadeo, Rebeca Altamira se encuentra encarándome.
—Cuida tus palabras Mónica, recuerda que tenemos que volver a la mansión y rendirle cuentas a Bruno, no querrás que te castigue ¿o si, mi cielo? —Su dedo se desliza por mi frente y esconde un mechón de cabello que se me ha salido de la trenza.
—Disculpen la interrupción —Una voz grave resuena entre las paredes de madera, haciendo saltar a Rebeca hacia atrás—. La señora Iliana ha enviado por ustedes —El hombre fornido enfundado en un traje negro, nos dedica una reverencia antes de continuar—, si son tan amables de acompañarme por favor.
Mi madre se aleja de mí hacia el final del pasillo, siguiendo al vampiro por la maraña de vueltas que parece ser la mansión y yo camino tras ella pisándole los talones.
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Las Memorias de mi Sangre.
VampireEl Concilio de Sangre, es una vieja orden de vampiros que albergó en su momento a cuatro familias: los Abrea, los Albizuri, los Arteaga y los Altamira. Éstos últimos, expulsados gracias a su patriarca, han jurado vengarse y retomar el poder que perd...