La Historia del Concilio.

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Una mujer de unos 28 años, apila una torre de papeles sobre un escritorio sencillo de caoba, el cabello negro le cae como cortina lacia hasta la mitad de los omoplatos y está vestida con un traje negro, igual al de todos los empleados de la mansión.

Capto con mi vista periférica, como mis tres hermanos la observan de arriba abajo, deteniéndose más de lo debido en las protuberancias de su cuerpo. Pongo los ojos en blanco y Víctor suelta una risita al percatarse.

"Sé que no es una escusa, pero los instintos humanos aún están ahí", le sonrío, más de acuerdo con él que nunca.

La chica se gira y el rostro severo de delicadas facciones, nos recorre con una mirada estoica.

Víctor suelta mi mano, acercándose a la chica que supongo es Karen y le ofrece la mano en un saludo.

—Karen, estos son los de la Cruz, lamento mucho que tu clase se haya adelantado, pero el abuelo vio... conveniente que comenzaran con la instrucción histórica —La mujer asiente una sola vez mientras deja sobre la pila de papeles un folder y se acerca a nosotros.

—Es un gusto conocer a los nuevos integrantes del Concilio —dice con voz suave pero autoritaria —. No solemos tener nuevas admisiones a menudo y esto no se hace constantemente, pero estoy muy contenta de poder ser su instructora en la historia del Concilio —Esboza una sonrisa que me recuerda a las muecas de Violenta al tratar de ser "agradable" y hace una reverencia antes de pasearse frente a nosotros.

"Quizá todo éste circo, no sea tan terrible después de todo" la voz de Rodrigo suena en nuestras cabezas mientras sus ojos siguen la trayectoria de la mujer.

Niego levemente, llevándome las manos a la cadera.

«Hombres» pienso con exasperación.

—Los dejo a merced de tus conocimientos Karen, ilumínalos —Víctor da la vuelta y aprieta mi mano antes de salir de la sala.

"Te debo un paseo, Erin" me guiña un ojo antes de desparecer por la puerta y siento la mirada de cuatro pares de ojos en la nuca al voltear.

Karen sacude la cabeza, cambiando la expresión incrédula de manera fugaz, volviendo al gesto de antipatía y aburrimiento.

Da un paso al frente, extendiendo sus manos frente a ella, haciendo una seña de que nos dispersemos en medio círculo a su alrededor.

—Como ya saben, mi nombre es Karen. Soy la encargada de archivar los acontecimientos más relevantes de la historia de las tres familias que ahora gobiernan el Concilio y mantener un registro de la familia traidora que gobernó antes.

»Supongo que ustedes desconocen completamente los antecedentes del Concilio -afirma con voz monótona.

—Así es Karen, somos completamente nuevos en éste lugar e ignoramos lo que hubo antes de los tres patriarcas —Rodrigo se cuadra al responder, llevándose las manos detrás de la espalda.

Suena sincero, en tal caso, si somos nuevos en éste lugar.

—Muy bien, vamos a comenzar por el origen del Concilio de Sangre.

»Es de conocimiento de todos los que pertenecemos a ésta raza, que nuestra existencia debe quedar en secreto para el mundo humano, ¿la razón? Simple, nosotros somos más fuertes que los humanos, ¿por qué querríamos mezclarnos con esa sucia especie?, además, los humanos buscan alargar su vida y huir de la muerte. Si bien muchos de nosotros no elegimos éste camino a seguir después del deceso, hacerlo público haría que muchos humanos aspiren a éste tipo de... existencia y los que la repudian, harían todo lo posible por destruirnos y eso sería peligroso. Aunque somos inmortales, también nosotros tenemos debilidades.

Las Memorias de mi Sangre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora