¿Lista para la fiesta?

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*Antes que nada, agradezco que hayan llegado hasta aquí, me gustaría que conozcan a las personas que se parecen a los personajes que me imaginé, ojalá disfruten el capítulo y la historia*
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La mujer que estuvo aquí antes, está sujetando la tela con alfileres para que se amolde a mi cuerpo.

Lydia no para de decirme que el vestido es hermoso y que seguramente me veré fantástica en él, pero yo tengo mis serias dudas respecto a esa idea.

Violeta ha soportado -extrañamente- nuestros juegos y burlas respecto al vestido sin decir nada. Su mirada de fastidio sigue ahí, pero al menos su boca está cerrada.

Después de algunas horas de repaso del protocolo y de evitar que nos comamos a la modista, finalmente Violeta nos deja salir. No sin antes recordarnos que el siguiente día nos quiere puntuales y descansadas. Sospechamos que intuye que planeamos no dormir esta tarde.

Llevo a Lydia por los pasillos de la mansión, lejos de mi habitación y le muestro las partes de la casa que se añadieron en el tiempo que no estuvo aquí. Lo único que dice es que todo es muy bello y que le gustaría muchísimo volver aquí.

—Quizá si hablo con mi padre él...

—No va a ceder amiga, el señor Altamira nos necesita en el frente, listos para atacar cuando la guerra se desate —Puedo ver la añoranza que ésta casa le produce, pero la determinación al hablar de estar en el frente de batalla, es mucho, mucho mayor.

—Eres una de las importantes ¿no? —Ella asiente con la mirada perdida en las columnas que flanquean la puerta del despacho del abuelo—. Y... ¿cómo es?

—¿El qué?

—El ejército, ¿cómo son las cosas afuera de estas paredes? —Se sienta en uno de los sofás que están esparcidos por la mansión y suelta un suspiro.

—Bueno, hay muchos soldados cuidándolos Mónica.

»Al principio solo era para tener donde poner a los bastardos de los patriarcas, pero últimamente, los chicos que han sido transformados son expertos en batallas y combate cuerpo a cuerpo. Tu familia se ha asegurado de buscar a los más eficientes y traerlos aquí. Una vez que están enlistados, los dividen.

—¿Qué dices? ¿Quiere decir que no todos están juntos?

—No hay solo una familia que los busca Moni. Hay tres familias que quieren destruirlos y además está la amenaza de los segregados.

»Hay un grupo vigilando a la familia Abrea, otro ronda a los Albizuri, uno más fuerte jamás se despega de la propiedad de los Arteaga y los de la élite, los soldados mejor preparados cuida a los Altamira, o sea a ustedes.

—Y ¿han visto a los patriarcas? —Ella asiente.

—Alabaster Arteaga es grande, un hombre imponente con el cabello negro y los ojos verdes, como esmeraldas. Drakkar Abrea es muy alto, tiene los ojos color lila y el cabello rubio, él es un grandioso estratega en batalla. Zairé Albizuri es un sueño Mónica; es el patriarca más joven del Concilio y tiene unos ojos azules preciosos, él es una amenaza andando. Pocos saben que poder posee, pero todos conocen de su letalidad.

»Nos hacen estudiarlos a fondo: los integrantes de la familia, sus debilidades, los dones de cada uno y otras cosas más. Pero tenemos que especializarnos en el vampiro que vigilamos cada uno de los grupos —Me sentía ignorante respecto al mundo que me rodeaba, perdida y enojada por no saber nada de los patriarcas.

Las Memorias de mi Sangre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora