Árbol de Lágrimas.

145 14 0
                                    



Huele a hierba mojada, algo pica insistentemente mis brazos desnudos y se aferra con ímpetu a mis cabellos.

Puedo sentir la presencia de alguien cerca, casi puedo tocar su tensión y su miedo, pero no miedo a mí, sino a algo más.

—Mónica —Un grito de alivio se escucha en alguna parte.

Abro los ojos sorprendida. Momentáneamente desconcertada. La negrura que me rodea, se abre paso con violencia en mi extraordinaria visión y la sombra casi imperceptible que se mueve a mi lado, me obliga a ponerme en pie y a levantar la guardia.

—Mónica por favor tranquilízate, tienes lastimado el muslo y puedes hacerte más daño sino tienes cuidado —dice con calma Alejandro.

Me llevo instintivamente las manos a mi pierna, encontrándome con una humedad viscosa y un ligero hormigueo me recorre los músculos.

Escucho como sus pies se mueven, dando pasos en mi dirección. Pero de un salto, me alejo varios metros de él, evitando su contacto. Deja caer las manos a sus lados, levantándolas segundos después a modo de rendición y clava su mirada desesperada en la mía.

—No voy a herirte, por favor no te vayas —suplica con un hilo de voz.

El sonido de sus palabras cesa. Dando lugar a un conjunto de voces que farfullan cosas sin sentido para mí en este momento.

Una brisa de aire golpea mi rostro, trayendo con ella algunos mechones de cabello que se pegan a mis mejillas húmedas.

—Me mentiste Alejandro —recrimino sin piedad sin bajar la mirada—, tú sabías lo que me había hecho tu familia. ¿Cómo te atreves a decirme que no vas a lastimarme? ¡Si lo has hecho los últimos ciento doce años! —grito furiosa mientras el calor abraza las palmas de mis manos.

Quiero hacerlo, lastimarlo de verdad. Él supo siempre toda la verdad y me la escondió, ¡¿cómo viene ahora a decirme que no piensa herirme?!

—Escucha Mónica...

—Yo no soy Mónica, tu maldita familia me dio ese nombre, me quitó la vida y también arrebató mi muerte.

»Y todo para... —Me quedo muda al percatarme de lo que sigue ahora, sintiendo como el terror me invade—, ¿qué hicieron con mi familia?, ¿qué fue lo que pasó con los Arteaga? —Su mirada lo dice todo, el miedo que evocan sus bonitos ojos grises me responden, pero necesito escucharlo. Quiero saberlo de sus labios.

—Después de que mordiste a Víctor en el jardín, gracias a su sangre, la nuestra quedó vinculada al Concilio —murmura atormentado sin quitarme los ojos de encima.

—¿Los regresé al Concilio? —La pregunta es estúpida, sé eso, pero necesito saberlo, oírlo de sus labios.

Asiente apesadumbrado, jugando nerviosamente con sus manos.

—Ellos ahora controlan el Concilio Moni, Bruno tomó el mando y está buscándote para matarte —Esconde su vacilación momentáneamente, supliéndola con una firmeza de acero—. No voy a dejar que lo haga, te arrebató de mi lado una vez, pero no dejaré que eso se repita.

Su cuerpo se mueve hacía mí, pero su cercanía todavía me molesta.

Mi mente vuela, en un intento por protegerme, a la sala de música de la mansión Arteaga. Ésta vez el recuerdo no dura mucho, la palabra me taladra las sienes mientras se fortalece en alguna parte de mi cabeza.

Matarme, ahora quieren matarme.

—¿Dónde está Víctor? —cuestiono sin mirarlo.

—Mónica, antes que nada, debes saber que no fue culpa tuya, lo que sucedió ésta noche y todo lo que has hecho ha sido por los Altamira y...

Las Memorias de mi Sangre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora