Escondo la cabeza entre las rodillas, enredando los brazos alrededor de mis piernas encogidas.
«Estas armando un drama en medio de una situación no tan complicada Mónica».
La voz de mi madre, zumba como un animal molesto en mi cabeza.
¿Un drama?, por supuesto que estoy armando un drama, van a obligarme a caer en lo mismo. La muñequita de ornato que se pone en un lugar alto y se admira, pero cuando se termina el día, la encierran en una caja y se olvidan de ella.
Inspiro con violencia y dejo caer las piernas al suelo.
Mis manos recorren la textura rugosa de la banca hecha de piedra del jardín laberíntico, mientras los chapoteos de agua en la fuente, brincan de manera constante.
Un ligero olor, casi como una hebra de aroma rodeando el jardín, viaja con lentitud hasta mi nariz.
Es una esencia conocida, familiar.
Un par de risas viajan a través del laberinto y con un bufido, me dispongo a largarme de aquí.
Me levanto de un salto, sacudo mis pantalones y tenso mi cuerpo para saltar por encima de los arbustos.
Una mano detiene mi zancada, tira de mí obligándome girarme a él y me envuelve con fuerza.
—No te vayas.
Un par de ojos carmesí me miran en la oscuridad.
La figura casi frágil y pequeña de Nuvia, se estremece antes de desaparecer por los pasillos del laberinto.
—Dejaste ir a tu presa —El agarre de Manuel se intensifica, pero le zafo de éste con agilidad para mirarlo a los ojos.
—Nosotros no, bueno yo no creí...
—Sabes perfectamente bien que no debes relacionarte con los imperfectos en ese aspecto.
»¿Acaso quieres arruinar todo lo que hemos hecho hasta ahora?
Su postura parece derrotada, los hombros están hundidos, la figura casi está desaliñada.
—Tienes razón —El gesto de sumisión me sorprende.
—Deberíamos volver adentro.
Esquivo su cuerpo, dirigiéndome a la salida del laberinto, pero en menos de un segundo, lo tengo frente a mí.
—¿Qué hacías aquí?, ¿de quién te escondes? —pregunta con un dejo de desconfianza.
—Yo no me escondo de nadie —respondo, tal vez demasiado fuerte.
—A mí no puedes engañarme Mónica.
»En casa corrías cada vez que no podías más a nuestro rincón en el jardín, ¿qué pasa?
Suelto un bufido, derrotada por sus palabras.
—Es una tontería. Ni siquiera me prestes atención — La mirada incrédula me atraviesa. Sabe que miento.
—Escucha, sino quieres decírmelo por como me porté con lo de Víctor, yo...
—No tiene nada que ver con Víctor, ni de tu actitud extraña.
—Moni, el estrés me ha hecho actuar como un idiota, perdóname.
—Manuel, tú no sientes estrés —reclamo sin ganas.
—La presión de todo esto Mónica, la idea de que te enamores de otro, que precisamente te enamores de él —grita.
Sus ojos se han velado con una nube de miedo, el tono de voz es casi un ruego. Pero hay algo que no me gusta.
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Las Memorias de mi Sangre.
VampireEl Concilio de Sangre, es una vieja orden de vampiros que albergó en su momento a cuatro familias: los Abrea, los Albizuri, los Arteaga y los Altamira. Éstos últimos, expulsados gracias a su patriarca, han jurado vengarse y retomar el poder que perd...