—¡Mónica! —Una mano aprieta mi hombro y salto de inmediato de la cama, desplegando los colmillos y tomando al imprudente del cuello. Mi boca está a escasos centímetros de su piel y él parece estar congelado— .Tranquilízate, soy Alejandro —Mi agarre a su alrededor se suaviza y finamente lo suelto, alejándome de él con un brinco.
—¿Y qué haces tú aquí, estás loco? —Una sonrisa de suficiencia se extiende por sus finos labios y acorta la distancia que nos separa.
—No eres lo suficientemente rápida ni fuerte para lastimarme Mónica, no te preocupes por mi integridad física.
«Pero no estoy aquí para corregir tus dotes como atacante. Necesitamos que vengas, hay alguien que quiere entrar a nuestras tierras.» —No, es imposible. Tiene que ser una mentira.
El territorio de nuestra familia ha estado escondido por años, nadie entra ni nadie sale. El hechizo que lo protege es demasiado poderoso.
El hecho de que alguien lo haya traspasado no es bueno, nada bueno.
—Nos encontraron.
—Eso creemos, pero necesitamos estar seguros. —Me enfundo los pantalones que había usado la noche anterior y me calzo las botas largas con rapidez.
El sol comienza a esconderse en el horizonte y la brisa empieza a refrescar.
Las sombras de la noche, cubren nuestros terrenos y Alejandro y yo corremos hasta los limites de nuestro territorio encontrando a la familia con los ojos fijos en el bosque. Están separados por una distancia considerable y su postura de ataque se mantiene rígida.
Nos unimos a ellos de inmediato.
—No sabemos que tan cerca esté. No podemos percibir nada. —A pesar de la neutralidad de sus palabras, siento el nerviosismo de mi padre en las manos.
La mirada de Violeta, escruta con ferocidad el paisaje. Sus labios se mueven rápidamente, mascullando algún sortilegio que nos ayude. Pero se detiene y sus ojos se abren sorprendidos.
Baja sus manos y los murmullos cesan. Los músculos de los demás se relajan momentáneamente y una voz profunda resuena a través de los arboles.
—La han contactado, alguien sabe donde está.
—¿Qué? —pregunto mientras me acerco al centro. Las miradas siguen clavadas en las profundidades del bosque, y la tensión de los cuerpos de todos ha vuelto.
—¿Estás seguro Federico? —Un hombre alto de piel pálida y notable musculatura, aparece de entre las ramas con una capa larga y roja que arrastra las hojas del camino.
—Lograron traspasar la barrera. Fue uno de los inquisidores, parece que existe un vínculo emocional entre ellos.
—¿Lo reconoció?
—No seguiría aquí si lo hubiera hecho Violeta —No sé en que momento quedé en medio de la familia, pero todos parecen mirarme de manera acusadora.
El primero en dar un paso hacia mí -y para mí sorpresa- es Rodrigo. Toma entre sus manos la mía y sus ojos atrapan los míos antes de darme cuenta, antes siquiera de poder reaccionar.
El paisaje se oscurece a mi alrededor, o eso parece estar pasando.
¿Me había fijado antes en las manchas carmesí de los ojos de Rodrigo? ¿Por qué no me había percatado de lo bonita que es su mirada? ¿Siempre ha sido tan guapo?
—¿Mónica? —Que bello sonido, su voz es como una melodía preciosa— .¿Puedes entenderme?
—Si.
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Las Memorias de mi Sangre.
VampirosEl Concilio de Sangre, es una vieja orden de vampiros que albergó en su momento a cuatro familias: los Abrea, los Albizuri, los Arteaga y los Altamira. Éstos últimos, expulsados gracias a su patriarca, han jurado vengarse y retomar el poder que perd...