Capítulo 4: "Feliz año nuevo, Marz"

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Las personas, tienden a pensar que el amor es un asco. Ya sea por haber tenido un horrible romance o solo por han visto a otros sufrir. Marz siempre pensó que las personas que no correspondían bien a él eran el problema. Así como cuando Ariana se enamoró del padre de sus hijos, John. El que nunca les correspondió, nunca les llamo, nunca les importo. Estallo en ira por culpa de ese idiota, ayudo a Ariana en todo lo que pudo y entonces fue cuando paso... Ariana se convirtió en madre soltera, pero aun así amaba a sus pequeños ángeles como nada en el mundo.

El amor es hermoso, las personas son estúpidas... claro, no todas. Recordó lo que le decía Ariana cuando se enamoró John. Nervios por doquier, emociones infinitas, mejillas sonrojadas, besos y claro sin faltar las mariposas en el estómago quien según su mejor amiga ese era el indicio de atracción y si así seguía entonces ya no sería solo eso.

Marz temía enamorarse de Robert.

Eran algo ridículos sus pensamientos pero las estúpidas e insistentes mariposas en el estómago aparecían constantemente cuando le miraba, cuando su piel rozaba la suya, o hasta cuando en él pensaba. Quien pensaría que justo en ese momento ella se encontraba en los brazos de Robert Kingsley y aunque sentía desfallecer no lo había hecho.

El baile continuaba, él era un gran bailarín. Se movía sutilmente y cada movimiento era tan refinado como preciso. Pero luego de observar con cuidado sus movimientos se dejó llevar por otros distintos factores. Era increíblemente atractivo, su piel era algo bronceada y al sonreír dejaba salir unos adorables hoyuelos. Su olor inundaba sus fosas nasales, era potente y simplemente exquisito, olía a perfume masculino, un poco a fresas y a otoño. Su aroma desprendía a hogar.

Si se sintió desprotegida, la sensación se desvaneció en cuanto el la sostuvo en sus brazos, eran un escudo perfecto y haciéndola sentir liviana al moverse. Sus manos eran grandes al lado de las suyas, pero no evitaba que se acoplaran perfectamente.

La música había terminado. Ella hizo el primer movimiento, se separó de él desconectando aquel tacto, fue como tratar de alejar un metal de un imán, se sorprendió de ansiar su toque. Muchas personas aplaudieron al grupo musical que había tocado una canción tan mágica, La Vie en Rose se había convertido en una de las canciones favoritas de Marz e imito el movimiento de las demás personas, hasta que con lentitud comenzaron a cesar.

Ella miro a Robert, no tenía idea de que esperar y sus pies demandaron alejarse lo más pronto, acatando las ordenes de su mente. De todas formas fue un solo baile. Antes de realizar un movimiento, él le hizo un ademan, como si la invitase a pasear y ella sin pensarlo dos veces ladeando, la cabeza le siguió. La guio hacia las barandas de la azotea a una pequeña distancia de la multitud.

Cobarde ante empezar una conversación, ella se sostuvo del barandal admirando la vista, estudiando cada mínimo detalle que conformaba esa gran obra cosmopolita. Miro a su izquierda y allí estaba el, no miraba a la ciudad, le miraba a ella. Se le ocurrió que todo ese tiempo lo estuvo haciendo, al igual que desde que llego y el día del contrato. Esta vez obtendría respuestas, tenía que saberlas o moriría de intriga con todas las interrogantes matándole por dentro.

—¿Por qué siempre me miras así? —pregunto, sin pensarlo.

Él lo proceso. Frunció su ceño ligeramente, apoyando su barbilla en sus manos. Lo pensó mucho, aumentando la curiosidad de la chica.

Vous êtes belle et mystérieuse, comme une forêt enchantée, pleine de vie, magie et de mystère... Voilà ce qui vous rend intéressant —respondió con tranquilidad.

Marz pudo captarlo. Hablo en Francés, pero no pudo entender ni una pizca.

"Esto no me dice nada"

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