Capítulo 30: "Algunas cosas, son mejor no decirlas"

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—Planeaba que fuera por más tiempo. Pero me costó conseguir el permiso de volarla —admitió el chico. Lo último lo comento con una pequeña pizca de risa, como si el mismo no se lo creyera.

Si ya de por si junto a él se sonrojaba Marz, mucho más cuando pronunciaba palabras hermosas que solo conseguían derretirla. Su fuerte brazo pasaba sobre sus hombros haciendo que su aroma fuera cada vez más intenso y ella rindiéndose a él, reposaba su cabeza en su hombro. Caminaban al ritmo más lento posible entre la sabana, sin prisas, sin presiones. Ella sabía que ya habían tenido suficiente de ambas cosas.

—Eso es lo de menos —insistió ella, la actitud persistente de Robert acerca de que pudo haber sido mejor no culminaba—. Hiciste realidad uno de los momentos que marcaran mi vida por siempre, fue simplemente... perfecto.

Y es que él no solo había hecho que fuera un solo momento, habían muchos otros que Marz jamás olvidaría. Los conservaría en su corazón por siempre y si él estaba dispuesto a crear muchos más con ella, entonces Marz los reviviría junto a él.

Robert sonrió.

—Antes de eso. Lo admito, estaba nervioso —Marz soltó unas pequeñas risas ante ello—. No te burles, es serio, Finn. Pero si, lo estaba, no sabía exactamente que esperar de ti.

—¿Sabes lo gracioso de la situación? —pregunto ella separándose de el para mirarle a los ojos, el relamió sus labios curioso—. Yo no soy la del misterio, tú lo eres.

El no contesto. Sonrió y ladeo su cabeza invitándola a seguir caminando. Ella suspiro hondo y le siguió el paso y no fueron pronunciadas palabras, fueron segundos intensos y silenciosos, así los sintió ella, pero jamás determino si eran incomodos o simplemente tranquilos. Le intrigaba que pasaba por su mente, que lo atormentaba, que conclusiones tenia, que pensaba. ¿Pensaba en ella?

—¿Asistirás a la fiesta? —soltó de repente. Marz frunció el ceño y se volvió a verlo.

—¿La fiesta?

Robert asintió suavemente y le regalo una pequeña sonrisa. Ella suavizo su ceño lentamente, no le habían mencionado de una fiesta.

—La que organizo Dave. Sera de despedida y a la misma vez de celebración, por la película —explico—. Decidieron hacerlo porque la salida al bar de la ciudad no fue todo un éxito, por eso mismo regresaron temprano el día en que... el día... en que...

"En el que me hiciste tuya" pensó ella. Cada vez que recordaba esa tarde, sentía sus mejillas arder, sus terminaciones nerviosas se activaban y sentía su piel erizarse. Cada gemido, cada jadeo resonaba en su mente y cada beso y misma caricia podía sentirla como la primera vez que ocurrió.

—Oh, lo recuerdo —murmuro ella como respuesta. No pudo evitar mirar al suelo y sonreír, como era de esperarse sus mejillas ardían.

Robert le tomo de su brazo con suavidad y tiro de el poco para acercarla a su cuerpo. Marz trago saliva y mordió su labio inferior un poco. Las manos de Robert comenzaron a acariciar sus brazos suavemente. El roce era relajante, cómodo, iniciaba en su muñeca y finalizaba en su brazo, pero luego volvia a su lugar de inicio. El corazón de la chica golpeaba con fuerza en su pecho.

—¿Se siente bien? —pregunto, su voz estaba algo ronca y en un tono bajo en el que ella solamente podía oírlo. Marz apenas pudo asentir con su cabeza, perdida en sus caricias no lograba decir alguna palabra aun. La sonrisa coqueta de Robert apareció en el momento—. Se supone que esto te tranquilizaría...

—Eso... no me tranquiliza —la voz de Marz era nerviosa, inestable y tenía razón, solo los actos de Robert conseguían que todas sus emociones fueran más fuertes. Él sonrió, su mano derecha subió lentamente causándole un cosquilleo, paso por su hombro y luego finalmente en el cuello de Marz. La cercanía entre ambos era corta, solo un paso más y sus labios se ajuntaban. Pero Robert tenía otros planes al parecer. Marz sintió como acaricio su cuello despacio, al igual que con su brazo, trazo líneas en el. Ella cerró sus ojos dejándose llevar por el momento y las líneas fueron suplantadas por círculos, era una dulce tortura y seguían manteniendo la misma suavidad, ella mordió su labio inferior.

—¿Y... ahora? —pregunto él esta vez.

Marz negó lentamente.

—En realidad, me hace sentir más viva... —susurro y sin pensarlo, en tono ronco. La mano de Robert pasó a su mejilla y la acaricio suavemente. El tacto suave era cegador. Aun con sus ojos cerrados, ella sabía que pasaría y lo ansiaba tanto. Ningún chico despertaba tantas emociones en ella, eran tan fuertes, insaciables. Nunca le habían hecho desear tanto algo, nunca se había sentido de esa manera—. Bésame —murmuro finalmente.

Marz lo necesitaba. Él sorprendido y seducido por sus palabras acerco su rostro al de ella sintiendo su agitada respiración, miro sus ojos por última vez y procedió a dejar que sus labios apenas tocaron los de ellas, el roce era leve y provocaba un ligero cosquilleo. Deposito un pequeño beso y respiro suavemente entre los labios de Marz. Ella sonrió y pasó sus brazos por el cuello de Robert. Ella quería más y él lo sabía. Antes de que ella pudiera susurrar algo apenas, Robert estampo sus labios sobre los suyos y ella, obteniendo todo lo que quería, le devolvió el beso, saboreando sus labios como si no lo hubiese hecho en años. Las fuertes y cálidas manos de Robert se posaron en su cintura y la acerco más a él.

No había más palabras para descifrarlo. Era simplemente mágico, y ella como prometedor factor para arruinar momentos, pensó en si esto, el beso, o hasta el mismo, tendrían un fin. ¿Qué sería de ella? No podía pensar en la idea de que ocurriera y estaba casi segura de que no volvería a encontrar a alguien como él.

—Me distrajiste de lo que te planeaba decir... —jadeo sonriente entre besos. La voz de Robert le hizo pisar tierra. Ella se separó de él, pero sus fuertes brazos la mantuvieron sujeta a su cuerpo, se sonrojo e imitando su acción, jadeo con una pequeña y tímida sonrisa.

—¿Y que era?

Robert suspiro hondo.

—¿Irías a la fiesta conmigo?

Marz parpadeo dos veces como si quisiese asegurarse de que no fuese un sueño. Por dentro, cada emoción salto de felicidad, ella misma tuvo que contenerse de no decir un rápido y desesperante "Si" Dejo un salir un suspiro, ladeo su cabeza y asintió.

—No escuche una respuesta...

—Si —murmuro.

—Lo siento, no te oigo. Por favor, repítelo.

—Que si —alzo un poco a voz girando sus ojos.

—Perdona ¿Dijiste algo?

—¡Que sí! —grito al aire, dejo escapar unas risas inevitables después de eso. Se sentía como la vez que la invitaron a su baile de graduación. Robert sonrió, la tomo de la cintura, alzándola y ella sintió como todo daba vueltas a su alrededor, carcajeo mientras él la levantaba y luego la dejo pisar la grama.

"Te amo" pensó ella. Quiso decirlo en voz alta pero una barrera apareció. Como un nudo en su pecho oprimiendo tranquilamente, le impidió hablar como siéndole torturador. Una pequeña angustia le inundo y callo, viviendo con el sentimiento algo desesperante.

"Algunas cosas, son mejor no decirlas" la frase apareció en su mente como balde de agua fría.

Se conformó con sonreír y guardarse sus palabras, algo dolida e inexplicablemente triste.

 No sabía si serian guardadas para siempre.




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